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Hay épocas en que las paranoias de los mayores obsesivos parecen cumplirse. Esta es una.
En “Mi novia Polly”, Ben Stiller interpreta a un obsesivo ejecutivo especialista en seguros de vida que es, entre otras cosas, incapaz de tomar cerveza y comer maníes al mismo tiempo. La razón es una obviedad, según él mismo lo desmuestra con un argumento: los maníes han pasado por muchas manos antes de llegar a la boca de cualquiera.
También el obseso compulsivo de “Mejor Imposible”, encarnado por Jack Nicholson tenía una seríe de reglas de higiene y movilidad que le hacían la existencia un verdadero infierno.
Volviendo a la realidad, aunque apenas un poco, David Beckham ha declarado que sólo se siente cómodo en ambientes donde todo (todo) es simétrico. Si el hombre abre la heladera y hay una cerveza extra fuera de la línea, puede tener un colapso. Ni que hablar si encuentra diarios desordenados sobre la mesa. Su fanatismo por la limpieza tampoco es menor: cada dos semanas se compra 30 calzoncillos nuevos.
El famoso aviador y multimillonario empresario, Howard Hughes, desarrolló un trastorno que le impedía tomar contacto físico con casi cualquier cosa sin que mediara antes una adecuada desinfección. Leonardo Di Caprio, en una de sus mejores actuaciones, refleja esta situación de un modo muy convicente en el filme “El Aviador”. Otro genio pero de la música, el pianista Glenn Gould fue víctica de extrañas obesiones. Por ejemplo, su determinación de usar un único tipo de instrumento y de silla para sus ensayos y conciertos. |
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