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Hace unas horas entrevisté al destacado poeta y periodista Alfredo Jaramillo. La entrevista saldrá publicada en los próximos días en el "Río Negro". Les dejo un adelanto y algunos poemas de su muy recomendable libro "Grunge".
Seattle
Vas caminando por la calle y se te mojan
los zapatos. Mirás hacia arriba y hay edificios
levantándose, pero ninguno se parece
a la Space Needle. No importa. No dejes
que te desanimen. Seguí tres cuadras más,
justo cuando se abra la plaza. Parate ahí y
mirá el horizonte. Del otro lado del río:
la última barda. Recordá esa canción, esa
canción, y ahora levantá tu cara al cielo
y dejá que las gotas caigan dentro de tu
boca. Volvé a tu casa. Sacá del cajón esa
vieja camisa leñadora que nunca te volviste
a poner. Escribí una canción triste que
hable de vos. Y escribile otra a una mujer
que perdiste. Acurrucate en la cama. Llegaste
a Seattle.
La Bilis Negra
De qué parte
de qué penumbra nació tu mano
de qué asilo se largó
para venir justo aquí
a esta luz diminuta
al rayo de la tierra atravesada
a pedir unos versos
por un paisaje
por nada.
-¿Cual es el deseo de un poeta creado, criado en el sur y luego marchado a la gran ciudad?
-Bueno, en mi caso la poesía quizá no haya tenido que ver tan directa ni frontalmente con la decisión de venirme a Buenos Aires. Yo vivía en un monoambiente a media cuadra del FONAVI, donde intentaba encontrar una identidad profesional como joven becario, con un sueldo magro y sin demasiadas garantías de encontrar un trabajo que anudara las arritmias que movilizan a un chico de 24, recibido hace dos años y sobreestimulado por las expectativas de los demás (las instituciones, tu familia, los amigos, las estrechas posibilidades existenciales que en un momento parece brindar Neuquén). Así que irte lejos de las cosas que hasta entonces sostenían la estabilidad del mundo -después de haber leído algo de literatura, escuchado mucha música y ensayado bastante periodismo- era una opción arriesgada y divertida. Digamos que en Neuquén no había muchas posibilidades de encontrar ni un buen trabajo, ni muchos interlocutores, ni mucho “ambiente”, en el sentido que la gente que da vueltas en esta ciudad le confiere tácitamente a la palabra: muchas salidas, muchos lugares, mucho reviente; conocés gente que escribe y habla mejor que vos, y de repente descubrís la posibilidad de hacerte amigo de ellos y meterte en una nueva sintonía de destrucción, más acorde a tu propia mitología que a los símbolos mediáticos y parciales que habían mediado tus fantasías. Aunque claro, yo había viajado algunas veces, conocido gente de la narrativa en primera instancia, y eso me ayudó a establecerme con menos de grados de separación con respecto a las personas con las que terminás compartiendo un cierto viaje generacional alrededor del arte.
-¿Cómo caracterizarías tu escritura? o bien ¿Cómo se la contarías a los niños?
-Introspección y disturbio (bueno, eso no es mucho para los nenes pero sí una definición sintética de lo que me pasa cuando escribo). Si me aproximo a un código más abierto diría “música del interior”, en el sentido literal: música que viene de adentro tuyo. Es una definición bastante estúpida y obvia, pero pega cien por ciento ahí: en la música que te dicta un poema, en la simbolización de las cosas que tenés adentro y un día te van a matar. Claro que después (y esto lo aprendí hablando con un montón de poetas que conocí acá) viene el barniz del género, es decir, una especie de acople que empieza a hacer tu lengua con el canon y la tradición. Digo esto y me parece un horror, claro, porque lo que te hace escribir en un principio no es un molde (aunque está claro que es imposible hablar por afuera de un género, aún por afuera de una lengua), sino el corazón. Pero después te das cuenta que estás en el mismo negocio que un montón de gente, y que es necesario volverse comprensible para sonar en el oído del otro. No hay que olvidar que esto también es una basura, porque si estás muy pendiente de los otros te olvidás de vos, y estoy seguro que los grandes poetas (esos que ayer y hoy hicieron y están haciendo nacer cosas que nadie vio) se concentraron en lo suyo y el cielo se cubrió de estrellas. En este momento me inclino más a pensar que el sentido colectivo de lo que es poesía importa poco y nada; hay que darle.
-Sos un referente generacional ¿me cuentas como es esa generación de la que saliste y que aglutina a gente del Alto Valle?
-Hace unos meses estaba más convencido de lo que significaba formar parte y creer en la existencia de una generación, así, en general; hoy soy un poco más escéptico porque, a fin y al cabo, ¿qué es una generación? ¿una camada? ¿un cierto aire común respirado entre nosotros? ¿el efecto que la época tiene en nuestras mentes, y los resultados dispares que provocan en cada uno? No lo sé, pero si tuviera que pensar en los términos de una generación, circunscripta a un tiempo (imposible pensar en un lugar, hoy, donde todos damos vueltas por internet como quien pasea su moto alrededor del monumento a San Martín), diría que pertenezco a un grupo de pibes infectados por la televisión y la tierra de la barda, que empezó a encontrar el camino de la liberación en las salidas clandestinas a La Colina a los 15 años; el 7mo regimiento dulce fue nuestro ponche de ácido lisérgico, ahí, en medio de un ambiente donde empezó a gestarse una mitología que puede ser recuperada intacta hoy: los matones juveniles, los chicos que empezaban a drogarse en la Plaza de la Amistad, los recitales de punk californiano en el colegio de Don Bosco y en otros CPEM de la ciudad, la jerga oscura que trajeron los chicos del oeste a los barrios del centro, todo eso, creo, recién ahora está empezando a aflorar en mi poesía, no tanto como tema sino como fibra de enunciación, es decir, me sale escribir como situado aún en esa atmósfera.
-¿Cuales son tus referentes culturales, tus fuentes artísticas de inspiración, tus nombres sagrados que atesoras o guardas en forma de música o libros o películas?
-Uf, qué decirte, son muchas cosas que operan en un nivel inconciente también, ¿no? Más allá de lo que uno pueda filtrar específicamente como influencias, hay cosas que están ahí atrás que supongo con los años podés establecer una filiación más clara. Igual tengo mi propia meca: Norman Mailer, y el periodismo norteamericano de los setenta, ese palo: ahí descubrí la luz, en las clases de periodismo de la facultad, esa fue mi primera literatura seria, ja, el periodismo. Claro que después vino la militancia y la fascinación por otras formas de realismo, conocer a María Esther Gilio y sus historias de los Tupamaros, Rodolfo Walsh, las biografías de Santucho y todo el bardo de la guerrilla, leí bastante de eso también, aunque si tuviera que señalar una referencia tremenda, de esas con las que tenés que lidiar de un modo en el que resulta difícil transferirla al campo de la poesía, diría la música, el rock que me transmitieron mis hermanos Luis y Juan, la estética de bandas como Marilyn Manson (nos pasamos casi todo primer año del Colegio Don Bosco escuchando Anticrist Superstar, usando corbatita y pasando metal industrial en la radio que armábamos en los recreos). Los videoclips que empezamos a ver más masivamente a mediados de los noventa por MTV; recuerdo quedarme a dormir a la casa de Santi Dominguez (que en la adolescencia armó Macachafa, una banda de punk legendaria para Neuquén) y pasar la noche entera mirando videos que él grababa en VHS. Las revistas de rock como Madhouse y la Kerrang, que conseguías a diez pesos en el kiosco Corsa. Más acá en el tiempo, cuando empecé a meterme más en la poesía, los poemas de Damián Ríos, Fabián Casas, Mariano Blatt, Héctor Kalamicoy, cosas que te rompen la cabeza porque es un lenguaje muy personal y ves cómo cada uno se armo su barco para atravesar la tormenta. Para ser justo también tendría que señalar lecturas más “universitarias”, cosas que me ayudaron a pensar y a recortar el mundo del lenguaje y la manera de pensar las políticas de representación: Gramsci, Barthes, Raymond Williams, los documentos internos del PCR...
-Te digo poeta en el nuevo milenio ¿qué me respondes?
-Bah, se siente igual que en el anterior, ¿no? Igual hay que meterle y ponerse a decir todo lo que haya para decir porque parece que en el 2012 afinan la Máquina de Dios y nos vamos todos a la mierda. Los mayas también dicen eso, que el mundo termina ese año, así que no habría que escatimar recursos a la hora de agitar. |
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