|
Es apenas un flash. Como un flash noticioso, es cierto, aunque positivo. Lo siento venir. Una alegría de quién sabe donde, un entusiasmo propio de cierto tipo de locos, un cóctel de prozac, aire fresco en una mañana limpia. Por ahí anda la cosa. Cuando era un niño, este tipo de instantes iban y venían con alguna periodicidad. Pero a medida que fui creciendo, el flash, se fue volviendo escaso. Una piedra preciosa perdida en un flujo perpetuo. No es que no haya luchado por mi felicidad, es que la felicidad se manifiesta incluso ajena a ciertas conclusiones. Es no más. Por ella misma. Por ella sola. Hace rato tuve mi epifanía. Mi personal iluminación. Sucedió en medio del cumpleaños de mi hija. Hay tanto por hacer. Y quién sabe. Nadie sabe. Sólo estimamos los caminos. Planificamos películas por ver, y libros por leer. Ahora mismo un amigo ha llamado desde lejos y tenemos reservadas unas cuantas horas de conversación para cuando el reencuentro. Si algo queda en la agenda, las cosas empiezan a tener sentido. Me pregunto si el flash es la prueba de que vivo en una callada amargura. O una prueba de que mi esperanza es un espíritu que no descansa.
Cualquiera de las dos cosas resulta inquietante.
Cartelera
El camino del samurai
En busca del destino |
|