Chuck Palahniuk escribió “El club de la pelea”. Una historia ficticia que seguramente muchos recordarán y que disparó una serie de clubes en Estados Unidos, tal y cual los describe el autor en su libro.
Por si alguien se lo perdió, “El club de la pelea”, cuenta la historia de dos personajes que frente al hastío que les produce la sociedad moderna, su corrupción, mediocridad e hipocresía, se lanzan a la creación de un grupo de peleadores callejeros en los que los protagonistas deben darse maravillosas palizas a fin de expulsar el veneno que llevan dentro. Y ese es sólo el principio de una gran historia que termina de un modo muy extraño.
En su adaptación al cine la película fue dirigida por David Fincher y protagonizada por Brad Pitt, Edward Norton, y Helena Bonham Carter. Se convirtió en un boom. Un flash. Un signo de los 90.
Volviendo a Chuck. Les dejo una definición de mi admirado Alberto Fuguet -autor de “Mala Onda”, y el que dijo que estaba harto del Realismo Mágico-acerca de Chuck Palahniuk: “es ver videos porno y comer papas fritas en lugar de masturbarse. Es pagar con tu tarjeta Visa y no tener a nadie a quien llamar después. Palahniuk es la voz que eyacula la psiquis del American almost-psycho, del adicto a las adicción, del tipo que no necesita matar porque ya está muerto”.
De los varios pensamientos que despierta en mi Palahniuk, el que más me sobrecoge, el que más me hace temblar es el vinculado a la idea de que las acciones de sus personajes esconden un profundo aburrimiento. O mejor dicho, la conciencia prematura de la circularidad de la existencia: Si vamos es porque venimos.
Se vuelve uno fanático del cambio porque, quizás, las cosas no cambian en lo absoluto. Creemos comenzar aquello que ya hemos terminado. Empujamos lo que está abierto y deseamos lo que tenemos. Vamos hacia la conquista de una tierra que es la misma que pisamos. La vida como un juego borgeano. Odioso y drástico.
Si no se le pone “onda”, lo cotidiano se transfigura en un cuarto asfixiante. Un sauna.
De modo que Chuck elabora una filosofía de la existencia detrás de cada libro y pone de ejemplo lo que las personas hacen para fugarse de sus prisiones individuales.
Estoy leyendo uno de corte periodístico, “Error humano”, compuesto exclusivamente por relatos testimoniales. No hay nada de osado en su prosa, nada extravagante, nada que no se haya probado antes y mejor. Nada que no hayan hecho Truman Capote, Tom Wolfe y Hunter Thompson. Excepto por la crudeza y pre claridad con que son expuestas las situaciones de las que tomó debida nota.
Tipos absolutamente normales, hasta positivos diría, pero en definitiva, más locos que una cabra. Ahí es donde el libro de Chuck comienza a volverse depresivo y revelador.
Atraviesas tu vida esperando a que una llamaba cambie tu estado de humor de normal a catastrófico: “Juan, tu padre ha muerto”, “Se viene un tsunami”. Pero cuando sucede, no te parece la gran cosa.
Mientras tanto, te haces fanático de los videojuegos, o escribes un diccionario de los insectos, o te conviertes en yudoca o fisiculturista o corredor de maratones o punk rocker y atraviesas la barrera del dolor y la locura, con tal de no sacar la basura todas las noches antes de que pase el camión.
No es la promesa de sexualidad la que mueve al hombre a cimas inconquistables. No es la pasión por el arte la que inspira al creador, ni la aflicción, al santo. Es el día a día que se presenta como un cuento que hemos escuchado antes y que necesita urgentemente una nueva trama y nuevo final. Por sobre la pobreza, la miseria y la indiferencia, la civilización permanece aburrida esperando a que alguien, algo la entretenga. ¿O no explica esto el éxito de los mundiales de fútbol, las olimpiadas o el baile del caño de Tinelli? ¿O acaso las guerras no tienen en sus primeros días altísimos niveles de rating para luego irse hundiendo al último lugar de la tabla?
Chuck, el bueno y maldito de Chuck, me refresca todas las pasiones, algunas muy tontas, que al menos tienen la virtud de evadirnos del reino del sopor que habitamos.
Acabo de terminar el artículo que sigue. Este es un adelanto de todo lo que saldrá el fin de semana en El Cultural del "Río Negro" y que incluirá textos y entrevistas.
El poeta Jorge Castañeda acaba de enviarme esta gacetilla. Una noticia y una fantástico reconocimiento a un creador constante y talentoso.
Dice: "El escritor de Valcheta Jorge Castañeda ha sido designado como poeta asociado a la World Poets Society, Sociedad Mundial de Poetas, con sede en Grecia y cuyo presidente es el escritor Dr. Dimitris P. Kratiotis. Es una sociación mundial que nuclea a poetas a 750 pertenecientes a 104 países de los cinco continentes. Castañeda ingresa a esta prestigiosa institución con el Nº 53 entre los poetas de la Argentina, destacando entre los ya incluídos a Adolfo Vaccaro, Carlos barbrito, Roberto Aguirre Molina y otros representantes de la poética nacional"
Ana Yalour es poeta y vive en Las Grutas. Su poesía incita, revoluciona, exige. Su poesía transforma. Hace tiempo ya que conduce su propio programa estelar de palabras y estrellas junto a las playas del Golfo San Matías. Ha escrito y ha vivido para contarlo. Sus libros son objetos de colección. Raras piezas de literatura vital. Conversamos con ella en exclusiva para Mediomundo Blog.
-¿Yo te pregunto, ahora que recuerdo tus ojos, qué es poesía Ana?
-Eso. Un recuerdo, una mirada, preguntas, respuestas anheladas, un intento, otro más y otro. Y la certeza de la nada. Alas que abrazan a una ciudad en llamas. Un pentagrama de versos y cicatrices y una extraña melodía de fondo que le da sentido. ¿Cómo nace un poema?
-Rey, en Una temporada con Lacan, dice que el momento creativo nace en la distancia exacta que hay desde tu mano al trasero (escribió culo) que va delante tuyo. No te atreves a tocarlo, te quedas con las ganas, entonces, regresas a tu casa y pintas una obra genial. Digamos un genuino deseo insatisfecho. Con palabras sublimo mis locuras, es la manera placentera que encuentro para tranquilizar a la bestia que lame sus heridas en un rincón de mi guarida. Y no es poca cosa. -¿Para qué sirve un poema de amor no correspondido?
-Para que lo intentes en la próxima con un buen vino. -Te propongo tres odas para escribir:
-oda a mis zapatos
-oda a mi mal humor
-oda a tu pelo al viento
-Prometo escribirlo mañana cuando salga a caminar y vea lo que dejó una máquina qué arrasó con toda la vegetación natural, autóctona, de un boulevard de Las Grutas para poner no me importa qué. Honrará la virtud de mi buen humor. Sublimará mi deseo de armas tomar. -¿Qué es un perfume?
-Una maravillosa hoja de ruta que te lleva, sin preguntar, por la geografía de la piel de lo único vivido. -¿Has soñado que soñabas?
-Una vez. Conmigo misma Y fue suficiente. -¿Cuales son tus autores favoritos, tus guías, tus inspiradores, tu ángeles y tus demonios literarios?
-Dí con Dostoievski de niña y los demonios de los Karamasov me curaron de espanto. Luego fue fácil, devoré pilas y pilas de libros, bibliotecas enteras, con polvo y todo. Hoy encontrás entre mis sábanas a Abilio Estévez, Pedro Páramo, Luis Sepúlveda, Seda. Paul Auster y su Palacio de la luna. Murakami. La poesía de Juarroz, entre tantos. -Cuéntame unos de tus proyectos en danza.
-Terminé Amorito, extraño en su formato pero bello libro, condensado en la fuerza de unas imágenes. Sale para Canadá. Ya está casi listo el postergado Patagounia Hi! versión papel. Una tapa que dará que hablar. Como siempre sólo 10 ejemplares. Otro Yalour de colección Já. No te lo pierdas.
Continúo con ConAtus Ediciones, mi increíble editorial. Apostando a lo posible. Un proyecto fabuloso: la construcción en barro, con un grupo de amigos, de una Biblioteca en la playa de Piedras Coloradas. Ya funcionó como tal el verano pasado debajo de una sombrilla de paja y con dos cajones de libros. (Ver yalour.blogspot.com) El viejo proyecto de un abril venidero recorrer en bicicleta por las vías del tren la Línea Sur. De punta a punta. Meterme entre sus pobladores. Otro: caminar en primavera la Meseta de Somuncurá. Y sobrevivir al intento. Una noche, una solita, en un bar con Sabina y que un buen amigo me traiga a casa. Confiar en mi talento. Que alguien lo descubra. Y volverme rica. -¿Bailas en la arena?
-Con cada una de mis Anas. Pero no se lo digas a nadie. Dirán que estoy loca. -¿Cómo comienza tu poema a un hijo?
-Quisiera ser el sol para calentar tus sueños fríos / Quisiera ser un Aguila y llevarte bien alto a conocer otros sonidos / Quisiera ser un Samurai para defenderte de las sombras / Quisiera ser un Angel, soplar con fuerza y ventilar tu enojo / Quisiera ser la luna blanca y estar junto a vos en tu tristeza oscura.
Nada puedo hacer por sus sueños fríos /Y seguro no necesitarás de mis sonidos.