Don LaFontaine estuvo en “Batman, regresa”, en “Taxi Driver”, en “Terminator 2”, en “Los Simpson”, en “Día de la independencia”. Hay más.
Toda película que puedas recordar de los últimos, uf, 30 ó 40 años, comenzó con las palabras introductorias de Don LaFontaine. Muchas, sobre todo las de acción y ciencia ficción, eran presentadas con la frase: “In a world...”. Esa voz de ultratumba, esa maravillosa voz capaz de hacernos temblar hasta con el argumento más estúpido que haya sido jamás filmado, permanecía a este hombre que vivía en las sombras.
Hace unas horas murió dejando tras de sí una enorme cantidad de protagónicos. "Mi filosofía es que tienes que creer de verdad en lo que estás leyendo, incluso si consideras que la película es un trozo de basura", dijo a la publicación Swindle.
El cine americano y su voz están atados en un pacto de sangre. Porque, al menos en lo que al público del cine se refiere, primero era LaFontaine y luego, la película.
Su timbre, su textura de angel caído, constituían la génesis del placer cinematográfico.
Si hubo una forma sin forma de expresar tensión, terror, ansiedad y misterio, esa fue la virtud de Don LaFontaine.
No están todos pero si algunos de lo más significativos. Podría haber utilizado también la palabra bochornosos, porque este término implica verguenza ajena. Sin embargo, patético tiene una sonoridad más efectiva. Con ustedes, los momentos más patéticos del Hollywood contemporáneo.
Triple X. Vin Diesel acaba de ser sometido a una prueba de habilidad en un bar. Después que golpeó a cada unos de los agentes secretos apostados como actores, les explica a estos entrenados muchachos como es que en menos de un segundo descubrió que era una farsa. ¡Mi tía trabajaba en un bar y jamás usó esos tacos!. Sencillamente dramático. Y una más: un grupo de mercenarios es la lanzado quién sabe donde desde un avión en movimiento: ¡Vivo para esta mierda!, grita Vin. En fin. Memorable.
Patch Adams. Son varios, superficiales y desgastantes los momentos recreados por el gran Robin Williams acerca de la vida del médico Hunter Adams. Leí por ahí que él mismo actor se lamentaba de esta performance que la mayoría de las veces se desarrolla al borde del ridículo. Por ejemplo, todo el pasaje que abarca la juventud del “doc sonrisas”, interpretada por un Willis supuestamente joven, pues, es sosa además de poco creíble. Desde el peinado hasta el gesto tierno que pretenden traducir sus ojos dormilones. La escena de la señora mayor metida en una tazón gigantesco de fideos, supera el subrrealismo mágico hasta alcanzar las fronteras desconocidas del mal gusto.
Este trailer de "El especialista" no revela el momento en cuestión pero alcanza para darse una idea del tono del film.
El especialista. Silvester Stallone y Sharon Stone, protagonizaron las más estúpida, lavada y pretenciosa escena de sexo jamás filmada en la historia de Hollywood. Fue en el transcurso de la pésima “El especialista”, que tiene una sóla cosa positiva: la actuación del James Wood. Con los años, Stallone se transformaría en una careta de sí mismo, obligado a resucitar sus propios monstruos, y la bella Sharon, padecería un aneurisma y volvería, sin suerte, al ruedo con “Bajos instintos 2”. O al revés.
Había olvidado lo tonta que es esta película hasta que repasé algo de ella en este trailer.
Batman y Robin. Una combinación fatal. Un director pro industria, un títere del mercado como Joel Schmacher y un actor mediocre y publicitable como Chris O'Donnell en el papel ¿de su vida?, haciendo de Robin. Un film innecesario, torpe, soporífero, recargado hasta lo indecible y un Robin, que al menos pudo tener el decoro de no resultar tan obvio. Pero no, ni eso. Y tal como dijo George Clooney, quedó claro que entre Batman y su ayudante había algo más que una entrañable amistad. La escena: Robin se roba una de las motos de su mentor y sale a hacer justicia. Su rostro puber, desnuda dolor e incomprensión. Ha sufrido demasiado, el héroe.
Volcano. El clímax de la película ha llegado a su final. La furia de la naturaleza arrasó con todos a excepción de los protagonistas. Además del dolor, al final de cuentas, quedan cenizas y barro. Entonces -oh boy!- un niño se da cuenta de que “buenos y malas onda”, están bañados por el mismo manjar místico, una rara mezcla de hollín, ceniza blanca, agua y polvo. No hay quién no tenga el cuerpo cubierto de esta sustancia viscoza. ¡Somos iguales ahora!, asegura un pequeño, entonces este insufrible film protagonizado por Tommy Lee Jones, nos regala una lección de vida: cuando llueve barro (o caca), todos son grises (o marrones).
Juan De Marco. Marlon Brando baila con una sonrisa falsa en los labios, con la hermosa y elegante Faye Dunaway. Algo no encaja, algo está muy mal con este psiquiatra convertido en paciente. Johnny Deep, fue el que más ganó con la partida, se hizo amigo del enorme Marlon y compartió noches de recuerdos.
The score. Otra vez Brando, ahora alrededor de un baño termal en Montreal. No se lo cree ni él, ni Robert de Niro, pero bueno, las leyendas también son fans de alguien.
El chacal. El personaje intepretado por Richard Gere, un ex soldado del IRA, se encuentra con su antigua amante. El tipo fue un duro de corazón tierno. Fuera de la cárcel gracias a un trato con el gobierno de los Estados Unidos se esfuerza por enmendar sus errores. Gere, no debería haberse puesto en una camisa que le quedaba enorme. Sus ojos, sus lágrimas de cocodrilo, no hacen sino iluminar lo obvio: que lindo y mal actor que es y ha sido siempre.
Kenny Loggins, recostado en una cama, no desentona con la idea general del film.
Top Gun. Tom Cruise se sube a la moto o al avión y ya está. Llega a la cima del kitsch. Ya lo saben: “Highway to the Dangerzone”.
Mi vida sin mi. Es difícil, sino imposible, no enamorarse de Sarah Polley después de ver esta película. Aquí interpreta a una joven que en la plenitud de su vida, con marido y dos hijas, descubre que tiene cáncer terminal. Pedro Almodovar participó en la producción (fue su estudio el que acogió el guión) y fue dirigida por Isabel Coixet. A las 14 por Fox.
Spanglish. Algo tiene esta película. Un sabor, una textura cinematográfica que la hace especial y, tal vez, sincera. El amor en sus distintas formas expresado en un idioma ¿nuevo?. Dirigida por James L. Brooks. Con buenas actuaciones de Adam Sandler, Téa Leoni y Paz Vega. A las 23 por Hallmark.
Hoy estrenan en los Estados Unidos un nuevo film dedicado a "Los Expedientes X". ¿Conservarán su mística entre los millones de fanáticos que los seguían semana a semana? Ese archivo comienza a revelarse en estas horas. Mientras tanto aquí un sencillo homenaje y un adelanto de un artículo especial dedicado a la película y la serie que aparecerán el domingo en Espectáculos del "Río Negro".
De la nueva trama se sabe poco. Los responsables han dejado filtrar el secuestro de una mujer que fue víctima de diversos experimentos -acaso con virus extraterrestres- y la aparición de un sacerdote, Joe, quién ha establecido una conexión psíquica con ella. El resto es historia conocida: Mulder y Scully, quienes a pesar de la oposición de los que siempre están en contra, deciden indagar en un caso típico de un Expediente X. Esta vez, por fin, el argumento juega con la relación más íntima entre los protagonistas.
Más allá de los resultados de la flamante película, que se estrena este fin de semana en los Estados Unidos, “Los Expedientes X” dejaron un legado que reconocen entre otros, los creadores de la exitosa “Lost”. Por muchos años será difícil salirse por completo del molde.
“A nosotros nos corresponde vivir esto como si fuera un hecho individual, único. Si somos afortunados y la película lo hace realmente bien, podríamos llegar a tener conversaciones acerca futuros filmes”, explicó hace unos días Anderson en una entrevista con Anthony Breznican, del “USA Today”, dejando abierta la posibilidad de una tercera parte.
En la misma entrevista, Duchovny apuntó con ironía: “Cuando publicitamos el primer filme salimos a decir que no era necesario conocer la serie para entender la película. Lo cual era totalmente mentira. Sin embargo, esta vez no es así”. Sobra aclarar que miente.
Para Duchovny, el secreto de la serie es bastante simple. “La naturaleza humana no cambia. Somos similares a quienes vivieron hace 300 años. Estamos interesados en los mismos mitos y estamos lidiando con antiguos miedos. Más allá de que los dioses o los monstruos existan, es fundamental que la gente quiera creer”. De este modo, la voz de Duchovny cierra el círculo sagrado.
Las dudas acerca del éxito o el fracaso no son injustificadas para los Expedientes. En los seis años que lleva ausente del aire muchas cosas han cambiaron. Una de ellas, es la manera en que la sociedad observa los fenómenos sobrenaturales. La proliferación en televisión y en internet -leasé Youtube- de videos, filmes, producciones, e investigadores de toda calaña afirmando o negando tales experiencias ha saturado el tema.Ya no hay secretos.
No casualmente volvieron a florecer los superhéroes. No ya como una de las metáforas de la realidad, o la corporización de un mito sino como la prueba simpática, feaciente, de que no estamos hablando en serio. Los superhéroes son un chiste bien logrado, riamos juntos.
Tres años a la fecha, “Lost” vino a modificar la percepción del tópico paranormal. Durante sus primeras dos temporadas, los productores de la serie aseguraron incluso que no se aferrarían a una idea disparatada para justificar el lugar y las circunstancias en las cuales estaba envueltos sus protagonistas. Por supuesto, finalmente sus autores debieron ampliar el concepto hacia un territorio discutible: un quiebre en el espacio-tiepo, un experimento científico que abrió una brecha de energía. Algo.
“Los expedientes”, aun apelan a una fe colectiva que las series de hoy ya no necesitan. La fuerza impulsora de su boom estuvo sustentada en parte en un hecho de la realidad: los supuestos expedientes clasificados del FBI. Creyentes e incrédulos al menos podían coincidir en este punto: tal vez, existían.
Hacia el cierre de la serie, luego de 9 años, el secreto había sido develado por los protagonistas de carne y hueso de las cotidianas trifulcas de inteligencia. Los agentes del FBI y las agencias de Seguridad Nacional, ante la requisitoria obsesa de los periodistas, revelaron que les hubiera encantado pero que, no, jamás existieron unos archivos de ese tipo. ¿De otro tipo?, esos si. Top secret.
Después aterrizaron los superhéroes pixelados, y las series como “Lost”, que pueden explicar lo inexplicable a partir de la fusión del átomo. ¿Sobrevivirán Mulder, Scully y sus ET a las nuevas generaciones de incrédulos?
