Antes de que los chicos de Canabislito Funk se presenten en Urbano (Av. Roca 1469), hoy jueves 27 de noviembre a la medianoche, les hice algunas preguntas al azar. Aquí el resultado y nos vemos esta noche.
-¿En qué anda canabislito Funk?
-Canabislito no anda en nada, aguanta con lo que tiene, es viejo pero fresco. A nosotros como músicos nos gusta y a la gente parece que también porque va a los recitales y no sólo eso sino que además se quedan hasta el final...jejeje...Canabislito es casi imposible que muera. Canabislito es el fruto de una amistad hermandad de años que mantenemos bajista y guitarrista, mientras nuestra amistad perdure la banda va a seguir, nos salgan o no canciones nuevas. Sin ir mas lejos, Canabislito hace más de 3 años que no mete un tema nuevo y no se nos cae la cara de verguenza al tocar...je...al contrario, nos repetimos pero con lo nuestro que no suena muy repetido a nada. O algo así...¿se entiende?...
-¿Cómo ha cambiado su sonido en estos 10 años?
-El sonido se diferencia más que nada desde lo percusivo porque en sí Martín y yo seguimos interpretando los temas de la misma manera, con los mismos arreglos, es como que no nos atrevemos a cambiar aquello que un día nos sonó e hizo un clic y nos hizo pensar este tema es así y es imposible que algo lo embellezca más. Por la batería pasaron primero el Chula Fernandez, luego Hugo Piriz y actualmente Guille Ochonga. El Chula ayudó con el primer bosquejo, el Hugo los tocaba con el corazón en los huevos y el Guille se lo lleva por delante lo levanta y lo devuelve.
-Contame un sueño made in Canabislito Funk
-Canabislito en sí no se permite soñar porque eso hasta pondría trabas en su camino. Canabislito goza de buena salud porque no se preocupa demasiado de nada.
Será un jueves como la mesa servida de un rico banquete. De hecho tengo un querido amigo, Pablo, que justo ese día se marcha a Buenos Aires y no puedo creer que se va a perder este día especial en el Alto Valle.
Por un lado, el gran Hermeto Pascoal junto a Aline Morena se presenta a las 22,30 en el cine teatro Español de Neuquén. El músico llega a la región presentando su último disco "O som nosso de cada um" (El sonido nuestro de cada uno"). Como siempre, el recital será un misterio que se revelará sólo en su transcurso.
El mismo jueves actuará en Roca (Mal de Amores), a las 22, la sobresaliente cantaautora María Suárez, antes de iniciar su mini gira por La Plata y Buenos Aires. Suárez, trae consigo un puñado de canciones salidas de su disco “Río Madre”. Por su talento y singular creatividad que la hace involucrarse un poco con el folclore, otro poco con el jazz y quien sabe si con el pop y el rock, es que la recomiendo así, con fervor.
También en Roca, esa medianoche, se presentará en Roca (Urbano Bar), Canabislito Funk. Un grupo bien power, divertido y atento a un sonido logrado y diferente. Con más de 10 años de carretera, estos jóvenes músicos se ha dejado tentar por el funk y desde ahí incorporaron elementos propios del tango y el folclore. Lo suyo tiene mucho mérito y no debe quedar fuera del plato.
No podría decir con exactitud que es lo que me seduce más de esta canción. Si su breve aunque dulce estribillo o la variedad de acordes de guitarra que lo preceden, y que acompañan su intensidad final del mismo modo en que un cuento crece y desaparece en la voz de una madre.
Hay otros elementos involucrados. Como el hecho sorpresivo y, diría hasta esotérico, por el cual cada vez que la escucho siento que yo estuve allí: en un sendero junto a un río similar al que describe la letra, donde la tarde es caramelo, a la espera de los besos de una mujer.
Son elementos misteriosos los que me unen a una de las canciones flamencas más bellas que se hayan compuesto jamás. Perdido en su vaivén gitano, entre los brazos de una historia donde confluyen paisaje y deseo, color y textura sonoras, me olvido qué o quién soy. Es el sueño juvenil en el cual atraviesas un espejo de agua con el propósito de vivir una nueva existencia y mudar el alma.
La canción tiene dos momentos muy marcados. Por un lado, el prólogo hecho de perfectos acordes, punteos de guitarra típicamente flamencos y un coro suave y doliente que apura una historia que se revelará en unos segundos. Por el otro, el canto glorioso de “El Cigala”. Su interpretación profunda y vertiginosa se juega al borde del abismo: entre lo teatral y el acto desnudo. Un plano en el que Camarón de la Isla supo respirar lamentos.
La voz desgarrada de “El Cigala” es una de las tantas metáforas de la verdad.
Luego, el vacío, la guitarra y el contrapunto de las palmas.
Soy capaz de sentir la brisa que existe pero no describe el cantaor. El sol deshaciéndose sobre la tarde, impregnando de calor el pasto amarillo. No hay nadie en este camino rural. Sólo él y su sueño: un beso que lo transforme como hombre.
Del modo en que sólo ocurre con las obras maestras de la música, esta composición trasciende su origen para alcanzar el terreno voluptuoso e indescifrable de la imagen. Es cine y es música. Es poesía y es movimiento.
El título resulta a esta altura una obviedad: “La tarde caramelo” y forma parte del disco “Ciudad de las ideas” de Vicente Amigo, con el cual el guitarrista, heredero de Paco de Lucía, obtuvo un Grammy en 2001.
Su canción me recuerda que el amor no es amor si no hay decepción. Que el deseo está hecho de imposibilidad. De ausencia y, sobre todo, de enigma.
Un gesto de sutil tristeza se expande toda vez que “El Cigala” canta: “Cerca del río hay un sendero donde la tarde es caramelo. Cerca del río yo me pierdo, me encontraré cuando me encuentre con tu besos”. Entiendo que su voz es la llave hacia una experiencia superior.
Además de la versión original, en internet, encontré una en vivo que eriza la piel.
Después de que la escuches, me cuentas.