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  22 » Aug 2008
Héctor kalamicoy, poeta amado y odiado por Neuquén
 


Arriba uno de los avisos gráficos que anuncian la participación de Héctor Kalamicoy en un festival de poesía.




La conversación telefónica que mantuvimos a propósito de la polémica por su obra.


Héctor Kalamicoy es un destacado poeta radicado en Neuquén. Hace unos meses su obra fue seleccionada para integrar una colección provincial dedicada a difundir la literatura local. A poco andar los consejeros escolares se dieron cuenta que su poesía no integraba el canon. Kalamicoy es pura fuerza y crítica sincera. Pero, claro, ¿deberían nuestros hijos leer su percepción ácida y real del mundo? ¿Debería la poesía limitarse a las odas al pago y desdeñar cualquier otro punto de vista? Kalamicoy piensa que no. Ahora hay un pedido a la legislatura para que el libro que contiene sus poemas sea retirado de circulación. Antonin Artaud brindaría por la polémica.


Lo ha hecho de nuevo. La poesía acaba de revolucionar el status quo. No es una cuestión menor en un tiempo en que medio país se delita en actividades tan discretamente constructivas como “El baile del Caño”. Lejos pero muy cerca de allí, Héctor Kalamicoy, refutó los argumentos de la normalidad, con un poema y algo que podría denominarse un acto poético a secas.
Esta extraña historia comenzó de un modo tradicional. Hace un tiempo la delegación neuquina de la Sociedad de Escritoras y Escritores Argentinos llamó a un concurso literario en el marco de la Campaña Nacional de Lectura del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación. Básicamente la idea consiste en recuperar la identidad literaria de la provincia.
Como tantos otros poetas, Héctor Kalamicoy, participó de la competencia literaria. Y ganó. Mejor dicho, su obra quedó seleccionada para integrar un libro que sería distribuido en Neuquén como parte de la colección “Escribiendo en la Patagonia”, que integra el “Plan de Reparación de la Cultura Escrita para la Patagonia Norte”.
Incluso se realizó un acto de premiación del que participó el ministro de Gobierno, Educación y Cultura, Jorge Tobares, donde este se despachó largo y tendido acerca de los beneficios del hábito de la lectura. Entonces algo impensado ocurrió: Acaso por primera vez los poemas laureados de Kalamicoy fueron leídos. No allí en la legislaturas, ni en los actos oficiales sino en las escuelas, al interior de los hogares de la comunidad toda, en espacios rurales y urbanos, y quienes leyeron se encontraron con esto:
“Neuquén es un lugar cálidamente hostil donde albañiles con las rodillas gastadas escupen piropos a oficinistas tan duramente explotadas como ellos y que sueñan con el concubinato a los 20. Neuquén, puto lugar seco en crecimiento con ese cristote de madera y esa impresentable banderota que veo cada vez que cruzo el puente en colectivo y Neuquén de los humos de las tomas y de los saqueos cada vez que la tradición de dinosaurios y aborígenes de un pasado glorioso de tan sólo cincuenta años mal vividos en una meseta con un poco de petróleo se desvía en una piedra contra las vidrieras de los comercios del bajo”.
El poema se llama “Introducción a un feo lugar”, y escandalizó de tal modo a varios consejeros escolares, entre ellos a Juan Carlos Solis, que estos no dudaron en solicitar que se retire el libro de las escuelas.
Tres miembros de MPN, enviaron una nota con un proyecto de resolución a la presidenta de la Legislatura neuquina, Ana Pechén, para que la Cámara se expida sobre la distribución de los textos.
Curioso destino el de Kalamicoy -con quien mantuvimos una entrevista horas atrás: primero se lo premia y ahora se lo castiga, o al menos eso pretenden los consejeros.
La poesía de Kalamicoy se caracteriza por un trazo grueso, fuerte, intenso, bien nutrido, un verbo que no se calla nada. He leído su trabajo en diversos blogs que lo han publicado sin escatimar elogios, y tal franqueza llena de estilo brutal es la que caracteriza su obra.
Está claro que si hubo un llamado a la poesía y un poeta acudió, no se debería menospreciar la materia con la cual apareció entre las manos. Y ni hablemos de si, ese artista fue reconocido, premiado y seleccionado para abrir los ojos a la literatura a niños, jóvenes y adultos.
Un poeta antes que un número en la pared, es un artista y como tal dice y actúa. Durante los 60 se vieron numerosas performances poéticas que asustaron a la sociedad de entonces (y ahora me pongo a pensar en las locuras que cometieron en París Alejandro Jodorowsky, Fernando Arrabal y Dalí en aquella época), estaban destinadas a ampliar la mirada del ciudadano común y corriente. Lo lograron.
Hace ya tiempo que un poeta no conseguía desordenar los peinados conservadores que exhibe la sociedad.
La mirada de Héctor Kalamicoy no sólo es talentosa -por su ritmo, su voluptuosidad, su simpleza y su prosa- sino que también es reveladora. El neuquén que presenta es tan cotidiano como personal. Es el mismo poeta el que se sube a un colectivo repleto y se siente una sardina en lata, es el que se muestra irónico y algo cansado de los laureles que supieron conseguir los ídolos de la literatura y el que descree de la posturas políticas y culturales de sus conciudadanos.
Pero atención ¿no es acaso la postura de muchos otros habitantes de esta parte del mundo con la única diferencia de que ellos no son poetas y elaboran su queja de un modo distinto?
Kalamicoy está en su derecho -y diría en su deber como poeta-, de retratar su tiempo. Y tiene además ahora el derecho de permanecer donde lo dejaron luego de premiarlo. En un libro.
Kalamicoy me contó que alguien le había pasado el dato de que sus poemas -estos de los que hablamos y que los consejeros no toleran- estaban siendo leídos en la cordillera y otros lugares por los jóvenes.
No es de extrañar. Su poesía es un signo de los tiempos y un llamado a no quedarnos quietos. Una inspiración.



Fragmentos de los poemas de la polémica

“Oh poeta" (homenaje a Berbel)

…el colesterol dañino no hubiese apagado tu remota y ancestral voz, graciosa, única grasosa con impostura de piñón que nunca comías, preferías el chivito que ahora los aborígenes exportan aunque los persigan. Oh cantor! Creador de simiente de música de poetas iguales a ti, funcionarios constructores de un pasado ideal a los que la tirita de novillo y las morcillitas les tapan los ojos. Y veo que yo sólo te entiendo y te escucho, porque no se leer como muchos acá en Neuquén (… ) los caramelos media hora tienen ciento veinte años de historia: deben ser neuquinos de pasado glorioso.

Cómo te quiero Ko Ko

El colectivo rojo con sus manzanitas un contenedor con ruedas y yo me acordé cuando trabajaba en las cámaras de frío y pensaba que iba a llegar un contenedor como un gran tupper con mil chinos podridos y remuertos adentro. Ahora el colectivo monopoliza y mete mil de nosotros dentro y el chofer puto aborto puto pasivo puto pendejo puto colaborador grita: ¡no hay cambio! ¡Atrás hay espacio!. Que qué se piensa la gente y la multitud que mira toda apretada como unos corderos colgados y yo pienso que si vamos a rebelarnos. ¿Ahora? Matemos al chofer y a los milicos que viajan sin pagar y ocupan asientos; matemos al chofer y después vayamos por el dueño de la empresa y colguémoslo también como a Mussolini, pero de las bolas!.
 
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  21 » Aug 2008
La última geografía por contaminar
 

La fotografía es una síntesis del contenido del artículo, Chuck Palahniuk, Hervé Kempf, su libro y una postal de un campo de la Patagonia en verano.

Primero fue el espacio físico, con consecuencias irreversibles. Ahora nos queda el espacio virtual. ¿Sobrevivirá a sus creadores?

Hace unos meses, un amigo, me comentó que su familia quería vender algunas hectáreas de sus campos. El precio: alrededor de 1000 dólares la hectárea. Un regalo. Claro, son tierras en el fin del mundo y de difícil acceso, pero ubicadas en zonas de increíble belleza inhóspita.
Me sorprendió. No hay mucho de eso por estos días. Tal vez hoy alguien venda tierras a tales precios aunque en el desierto. En lo profundo de la selva. O junto a los glaciares en zonas inaccesibles. Tal vez.
Con los años el espacio físico se ha vuelto escaso y oneroso. La realidad de un mundo en crisis y contaminado no hace más que profundizar la tendencia. Al punto de que en muchos casos no hay espacio justamente porque se encuentra envenenado.
Existe un paralelo entre aquellos años en que un pedazo de tierra, un río, un lago, hasta una montaña podían costar apenas unos pesos, y estos, en los que el espacio virtual tiene el valor de una baratija. Me pregunto si un día recordaremos con nostalgia, los años en los que podíamos subir en cualquier momento y bajo cualquier denominación un sitio personal en la blogósfera. Si añonaremos la época en que nos proclamábamos reyes de fragmentos del espacio virtual.
Tal vez, vuelvo con los “tal vez”, estemos saturando también esa parte del universo. Siglos atrás el hombre supuso que la tierra no tenía fin y cuando se lo encontró, apostó a que al menos su riqueza sería interminable. Ambos supuestos resultaron falsos.
Hace unos días que estoy leyendo un libro muy interesante y de un título que no deja espacio para la duda: “Como los ricos destruyen el planeta”, del periodista especializado en temas ecológicos Hervé Kempf. Si se leen las estrelíneas de este informe estremecedor, se encontrará uno además del salvaje abuso por parte de diversas empresas para con el medio ambiente, así como también el retrato de la abundancia que una vez fue nuestra. De todos. Porque, aunque no lo sabíamos, la calidad del aire, del agua y la tempratura del planeta, constituían y constituyen un asunto global pausible de ser afectado seria y definitivamente por particulares. Es decir, aquella historia de la mariposa que aletea en China y hace que las cosas cambien en Brasil, es verdadera. Curioso, mientras China desplaza a Estados Unidos como potencia económica mundial, también se sube al triste podio del país más contaminado. Porque si bien los chinos poseen una basta geografía, es su propia polución la que lo está segregando a una velocidad pasmosa.
También era falso entonces el supuesto de que al pervertir un río, por ejemplo, estábamos en realidad afectando sólo a ese río. Sin mayores implicancias externas. La naturaleza ha dado muestras de que todo está conectado y de que no existen fuerzas individuales que subsistan por sí mismas y que no dependan de otras mayores o menores a lo largo de una maravillosa cadena de causalidades sobre la que existimos sólo a título de invitados y no como dueños.
En uno de los capítulos del libro “Error humano”, de Chuck Palahniuk (que comenté hace un par de días aquí), encontré un pasaje que viene a cuento y es muy interesante para entender el principio de una contaminación en todos los órdenes: “El filósofo Martin Heidegger señaló que los seres humanos suelen considerar el mundo una reserva permanente de materiales que podemos usar. Como unas existencias que podemos procesar para convertirlas en algo más valioso. Arboles que dan madera. Animales que dan carne. A ese mundo de recursos naturales brutos lo llamó Bestand. Parece inevitable que la gente sin acceso a las formas naturales del Bestand como son los pozos petrolíferos o las minas de diamantes recurran al único stock de que disponen: sus vidas. Cada vez más, el Bestand de nuestra era es nuestra propiedad intelectual. Nuestra ideas. Las historias de nuestras vidas. Nuestra experiencia”. Y más abajo continúa Palahniuk: “El problema de ver el mundo como Bestand, dijo Heidegger, es que te lleva a usar las cosas, a esclavizar y explotar las cosas, a las gente, para tu beneficio personal”.
Ahora bien, ¿Qué nos hace suponer que no está ocurriendo ahora mismo algo parecido con el espacio virtual sobre el cual vertimos tanto nuestras ideas como basura de la más diversa? ¿Llegará un día también en que la red que ahora nos sirve de pañuelo y refugio se convierta en una geografía apretada y falta de espacio por nuestra propia acción? Hay al menos una posiblidad de que el espacio que creemos sin fronteras, en rigor, las tenga.
Hay síntomas. El International Herald Tribune publicó un artículo acerca de la posibilidad de un colapso en 2011. Uno de los argumentos que sostiene esta teoría apunta al uso creciente de internet y sobre todo a la creciente demanda de una “web multimedia”. El eje de la web 2.0.
Sin embargo, más inquietante aun es reflexionar acerca de si existe un correlato entre la contaminación de la naturaleza, que termina afectando nuestros organismos -diversos estudios en Europa han demostrado cómo los jóvenes del Primer Mundo cargan en sus cuerpos con muchas más toxinas que sus antepasados y según la Agencia Europea para el Medio Ambiente en Europa, cada año, mueren alrededor de 60 mil personas como consecuencia de una prolongada exposición a las partículas contaminantes que se encuentran en el aire-, y la contaminación de los espacios audiovisuales y lo que esto le produce a nuestra mente generación tras generación.
Damos por sentado que décadas de basura audiovisual, en el futuro nos dejarán un saldo igual a cero. Fuera de toda consecuencia. En parte por eso la admitimos. Bajo la denominación de entretenimiento nos permitimos exponernos a todo. Hace unos años le escuché decir a Rodolfo Mederos que su médico de cabecera le había prohibido escuchar cierto tipo de música. Desafinados abstenerse. Podría aplicarse esto mismo a la literatura, al cine y a la televisión, ni hablemos.
Pero el juego de lo políticamente correcto nos impide admitir que hay espacios, reductos tanto mentales como tecnológicos que están agotando sus posibilidades y que establecer de la familia hacia dentro determinadas pautas, digamos sanitarias, de uso de lo que escupen los medios no vendría mal.
Se reduce el mundo, se reduce también el ancho de nuestra sobrecargada banda mental.
Mal que nos pese, no somos infinitos ni nos expandemos a medida que un increíble volumen de información entra por nuestros sentidos.
Así como existen reglas para cuidar el lugar donde acampamos o nos tomamos un copa, así como son conocidas las prevenciones acerca de no comer un kilo de asado por día, también es una realidad, que toda esa sustancia no física pero que tiene forma y textura que nos estamos metiendo dentro y que de un modo otro expulsamos, por ejemplo, a la red, está obrando en nuestro espíritu.
Una vez más estamos frente a una encrucijada.
 
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  20 » Aug 2008
Ernesto Pugni y años de jazz
 

Se cumplen tres años del Ciclo de Jazz en el bar Mal de Amores, de Roca. En esta ocasión se presentará un grupo de músicos convocados por Ernesto Pugni, destacado percusionista y baterista quien en el video explica en qué consiste el espectáculo. Que siga la leyenda.

Ninguna noche de jazz es igual a otra. Sin embargo, esta será especial. En principio, se cumplen tres años del “Ciclo de Jazz” auspiciado por el bar Mal de Amores (ubicado en Pampa y Mitre), y que coordina el músico Luis Cide.
Pero como un elemento extra y muy adecuado para la ocasión, el baterista y percusionista Ernesto Pugni, presentará un espectáculo junto a un grupo de destacados artistas locales.
No es que estuviera preparado como un acto de magia o una fiesta sorpresa, pero el jazz tiene estas cosas, y Ernesto, que ha venido tocando el último año aquí y allá, sin permanecer en ninguna banda, decidió reunir a un puñado de buenos amigos y músicos, y hacer juntos una noche de melodías que luego se expanden en variadas improvisaciones.
“Queremos, más que tocar standars, groovear sobre melodías que nos gustan. Muchas tienen una estructura muy rica pero nuestra idea es esbozar la melodía y luego ir para adelante”, dice en una conversación que se desarrolla en su casa.
De modo que en el jueves por la noche nos encontraremos muchos solos y toda la gama de posibilidades sonoras que ofrece una banda de las dimensiones que armó Pugni en esta oportunidad.
Serán: Víctor Valdevenito, en saxo y bajo, Andrés Furh, en contrabajo, Mauricio Constanzo, en batería Mauricio Lusardi y Ernesto Amstein, en piano y Pugni, en percusión. Entre los temas que interpretarán figuran: “Invitation” de John Coltrane, “A night in Tunisia” de Dizzy Gillespie y “Milestones”, de Miles Davis.
Tres años. No es una cifra menor para un ciclo dedicado a una música que crece con al tiempo y que gira sobre sí misma aunque sin egoísmos.
Si hay un género que aprende de las otros ese es el jazz. Un club en el cual también puede tener membresía el flamenco y acaso el rap.
Por el ciclo pasaron: Andrés Furh, Enrique Nicolás, Gustavo Gianinni Quinteto, Enrique Caneo, la Sureña Jazz Band, Hernán Lugano, Diego Rappoport, Steven Zings, Roberto García Quinteto, Mario Jiménez, Del Hoyo Trío, Daniel Corso, Walter Lusarreta, Marcelo Strech, Miguel angel Barcos, Guillermo Lancelotti, Nelson vargas, Diego Bazcur,, Ernesto Amstein, Jairo Queupul y, una noche por demás rara, los Ratones Paranoicos.
 
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  20 » Aug 2008
Jorodowsky
 
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  19 » Aug 2008
Programa de La Conrado
  Abajo les dejo el programa de la sala neuquina La Conrado Centro Cultural

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