Medio Mundo
05 » May 2024
Diario Río Negro
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Editor Responsable
Claudio Andrade
Chic Money!
 
  18 » Aug 2008
Elvis, Pelvis
 


Elvis, la pelvis. Con esa breve definición bastó, durante muchos años, para retratar la figura del mayor cantante de rock, blues y country de la historia.
No siempre fue de este modo. Elvis Presley supo de la gloria, el ocaso y el renacimiento en vida. Luego, después de muerto en circunstancias poco claras, vendría su leyenda.
Este vertiginoso andar le permitió ubicarse en cada género según se lo dictaba un reloj interior de perfecto funcionamiento. Tratándose de música, no falló. Otra historia resultó de su lastimoso paso por el cine.
Su estilo vocal y su prestancia artística sobre el escenario, serían el nexo entre la cultura negra y la furia anglosajona. Nunca hasta la aparición de Elvis, el sonido afroamericano encontró un traductor tan exquisito, tan global y bien dotado para avanzar hacia una mixtura universal de su sonido. El rock hermanado con el soul y pariendo, por proyección y necesidad, al pop.


El artículo completo en "Río Negro"
 
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  18 » Aug 2008
Domingo: Una canción y un poema para irse a dormir.
  Perdida tu mirada, sobre la cúpula negra de la nada. Apenas el sonido de una canción atravesando tus oídos. Una copa de Martini con mucho hielo. Los amigos en el bar, esperando por ti. Pero tú que vives en Nueva York, entre las hojas de los libros y en el sur del mundo al mismo tiempo, permaneces ausente. Los pequeños demonios revolean tu cabeza. A alguien misterioso y conocido le dices: Cuando amanezca. Ven conmigo.


Discover Norah Jones!
 
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  16 » Aug 2008
Chet Baker, aquel disco
 


Fue un ángel caído. Y su derrumbe contribuyó a cimentar su leyenda. Aprendió como ser un mejor músico. Cuando ya había sido alumno presencial de todas las viles lecciones que puede darte esta vida, cayó desde el balcón de un edificio. Antes su rostro transfiguró del de James Dean al de Keith Richard. Probó la dulzura del sonido. También el sabor empalagoso y letal de la heroína. Entre dos mundos colosales repartió sus fuerzas hasta perder el alma. Bird, despidió a todos cuando supo que Chet Baker estaba en la sala. Nadie podía tocar como él. Fue la voz perfecta, fue la textura de una trompeta Zen. Fue el filo y el terciopelo. Nunca pretendió estar atado a las alturas aunque su existencia resultó un desafío propio de un equilibrista. Sin red, perdido, encontrado, Chet Baker, el niño hermoso, el anciano prematuro, quiso ser entendido por su audiencia.
Uno de sus discos consagratorios fue editado en la Argentina: “She was too good to me”. Estando en ninguna parte, Chet, vuelve a estar cerca.
Te queremos, viejo amigo.


"Levantate y Graba" de Diego Fischerman en "Radar"

"She was too good to me", el disco



Discover Chet Baker!


Cuando Chet se encontró con Bird

Verano de 1952, Los Angeles. Chet Baker se entera que esa misma tarde Charlie Parker iba a tomar audiciones. Tenía 22 años.
Según el relato del propio Baker : “Fue por medio de Dick Bock. Creo que él le habló de mí a Bird y me mandó un cable avisándome de la prueba para trabajar con Bird trece semanas en el club Tiffany. Me presenté y después de estar unos minutos acostumbrándome a la penumbra, me percaté de que allí estaban todas las trompetas de Los Angeles: Jack Sheldon, los hermanos Candoli, todos… Bird acabó de tocar con uno de los trompetistas que hacía la prueba, cogió el micro y dijo: ¿Está ahí Chet Baker? Subí, tocamos juntos dos temas. Paró la audición, les dio las gracias a todos y dijo que me contrataba para este trabajo”. A Bird le quedaban tres años de vida.
Y luego en su autobiografía, “Como si tuviera alas. Las memorias perdidas de Chet Baker”, el músico revisa la anécdota:
“Un día de verano del 52 volví a casa y me encontré un telegrama bajo la puerta. Era de Dick Bock, creo recordar, y decía que Charlie Parker iba a realizar una audición para trompetistas, pues buscaba uno para unas cuantas fechas en diversos lugares de California. La audición iba a celebrase ese mismo día a la tres de la tarde en el Tiffany Club. Me apresuré todo lo que pude y llegué con un poco de retraso; desde afuera oí a Bird repasando un tema con algún trompetista. Al entrar en la penumbra del local adiviné a Bird en el escenario, volando en pleno blues. Me quedé sentado un par de minutos, mirando a mi alrededor. Reconocí a muchos trompetistas; había bastantes conocidos que de alguna manera se habían enterado de que Bird iba a estar allí. Vi que alguien se acercaba al escenario y le decía algo a Bird. Me sentí incómodo, mejor dicho muy nervioso, cuando preguntó al gentío si estaba yo en la sala y si estaba dispuesto a subir a tocar con él. Se había saltado a un montón de instrumentistas, algunos de los cuales tenían bastante más experiencia que yo y eran capaces de leer cualquier partitura. Tocamos dos temas. El primero fue The song is you y luego hicimos un blues escrito por el propio Bird en clave de sol, que titulaba Cerril. Por suerte, yo lo conocía. Después anunció que la audición había terminado, dio las gracias a todos y dijo que me contrataba para la gira. Hicimos dos semanas en el Tiffany tocando con Scatman Crothers, aunque la verdad es que bien pudo ser Harry The Hipster, no recuerdo bien. En cualquier caso, era increíble estar en el escenario con Bird”.
A pesar de su vida apurada Baker sobrevivió. En 1968 perdió la mandíbula, una paradoja siniestra para un trompetista. Se especula con que sus “camellos” le quisieron dar una eterna lección por no haberles pagado su dosis periódica de heroína. No es poco quitarle “esa” parte de su cuerpo a uno de los más brillantes trompetistas de todos los tiempos. Pero con la mandíbula partida y todo, y después de un duro purgatorio en una estación de servicio donde debió trabajar para ganarse el pan mientras se recuperaba, volvió a los escenarios. Y con un sonido nuevo. Su boca maltrecha creó matices de ensueño a partir de 1973.
Grabó a partir de ese momento en Estados Unidos. Alemania, Francia. Chet estaba de vuelta. El 13 de mayo de 1988 alguien o él mismo, lo lanzó por la ventana de un hotel en Amsterdam. Fue su último golpe contra la tierra.
Decía Chet, de su forma de tocar la trompeta, su estilo: “Opto por el lado oscuro, un poco por debajo de la tonalidad, no llegando realmente al bemol, pero sí un poco bajo. Prefiero afinar ligeramente bajo y luego tocar en el tono”.
 
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  15 » Aug 2008
La era de los billonarios
 


Gastar cuando se tiene todo el dinero del mundo es un verdadero desafío. Los nuevos millonarios han encontrado diversos pretextos para sacar la billetera: aviones y submarinos de lujo, islas y palacios con piletas incrustadas con diamantes, relojes de un millón de dólares y más.

Ya lo dijo Marilyn Monroe en uno de sus raptos de sabiduría: “El dinero no hace la felicidad, pero es mejor llorar dentro de un Rolls Royce”.
La nueva aristocracia del dinero ha entendido el concepto y se muestra completamente distinta a la que en tiempos pasados gobernó el planeta por medio del ejercicio de la fuerza y la posesión de la tierra. No todos los ricos son dueños de un castillo (alguno que otro si, claro), ni todos cuentan con alucinadas fábricas de chocolate (¿Recuerdan a Willy Wonka?). Tampoco les resulta necesario almacenar sus monedas de oro en gigantescas cajas fuertes al estilo de Rico Mac Pato. Es más algunos de estos millonarios concentraron sus fortunas en recipientes virtuales que a su vez les permiten acceder a bancos de monedas virtuales aunque capaces de comprar objetos bien concretos: un avión 747 o una isla en el Caribe.
La figura del millonario ha quedado devaluada. Para ingresar al flamante Olimpo de la ganancia y el gasto, se debe ser billonario. Rico a secas, no alcanza.
Hasta hace un par de décadas el sueño de cualquier operador de Bolsa de Wall Street, era cosechar un millón de dólares antes de los 40 años y llamarse a retiro a la campiña francesa. Bueno, olvidense de una vocación tan escasamente ambiciosa. El club de los ricos del siglo XXI sólo admite clientes que arrancan con una cifra de “suscripción” de 1000 millones de dólares. Parafraseando a Noami Campbell, por menos de eso, nadie se levanta de la cama en este equipo.
En la era de los libros de autoayuda al estilo de “Padre rico, padre” de Robert Kiyosaki, la sociedad contemporánea ha visto surgir al mayor número de millonarios de toda su historia.
Según la revista “Forbes”, en la actualidad existen 1.062 personas que poseen una fortuna superior a los 1.000 millones de dólares -hace 10 años había 209 billonarios-, mientras que otros 10 millones de personas tienen más de un millón de dólares. No es de extrañar que este selecto conjunto de personalidades adineradas busque signos de distinción: un objeto (un submarino reacondicionado), una acción (volar alrededor del globo y perderse en el camino) que los ayude a diferenciarse de sus pares con billeteras tan abultadas como las suyas. Y esta gente si que sabe ir de shopping.
“Hay cosas que el dinero no puede Comprar. Para todo lo demás, MasterCard”. Todo lo demás es de un rango muy amplio. ¿En qué gastaría usted si su fortura fuera lo suficientemente enorme como para comprar cualquier cosa que se le venga a la mente?
Una lista de lo que algunos magnates hicieron ya con su dinero sirve de ayuda e incentivo: podría hacer como el magnate indio Lakshmi Mittal y comprarse una mansión en Londres por 165 millones de dólares, que tiene una pileta incrustada en piedras preciosas, una sala de fitness y un garage para 20 vehículos.
O como Vijay Mallya, compatriota del primero, quien hizo su fortuna al frente de la cervecera United Breweries Group, y adquirir una colección de 260 automóviles, 14 yates, un Airbus A380, que él considera su casa, y porqué no, viñedos en Francia y California, además de una escudería en Fórmula 1: Force India.
O como el príncipe saudita Al-Walid bin Talal bin Abdul Aziz Al Saud, que posee dos ejemplares idénticos de cada modelo de Rolls Royce, uno para él y otro para sus guardaespaldas.
Ya lo dijo Marilyn Monroe en uno de sus raptos de sabiduría: “El dinero no hace la felicidad, pero es mejor llorar dentro de un Rolls Royce”.
La figura del millonario ha quedado devaluada. Para ingresar al flamante Olimpo de la ganancia y el gasto, se debe ser billonario. Rico a secas, no alcanza.
Hasta hace un par de décadas el sueño de cualquier operador de Bolsa de Wall Street, era cosechar un millón de dólares antes de los 40 años y llamarse a retiro a la campiña francesa. Bueno, olvidense de una vocación tan escasamente ambiciosa. El club de los ricos del siglo XXI sólo admite clientes que arrancan con una cifra de “suscripción” de 1000 millones de dólares. Parafraseando a Noami Campbell, por menos de eso, nadie se levanta de la cama en este equipo.
En la era de los libros de autoayuda al estilo de “Padre rico, padre” de Robert Kiyosaki, la sociedad contemporánea ha visto surgir al mayor número de millonarios de toda su historia.
Según la revista “Forbes”, en la actualidad existen 1.062 personas que poseen una fortuna superior a los 1.000 millones de dólares -hace 10 años había 209 billonarios-, mientras que otros 10 millones de personas tienen más de un millón de dólares. No es de extrañar que este selecto conjunto de personalidades adineradas busque signos de distinción: un objeto (un submarino reacondicionado), una acción (volar alrededor del globo y perderse en el camino) que los ayude a diferenciarse de sus pares con billeteras tan abultadas como las suyas. Y esta gente si que sabe ir de shopping.
“Hay cosas que el dinero no puede Comprar. Para todo lo demás, MasterCard”. Todo lo demás es de un rango muy amplio. ¿En qué gastaría usted si su fortura fuera lo suficientemente enorme como para comprar cualquier cosa que se le venga a la mente?
Una lista de lo que algunos magnates hicieron ya con su dinero sirve de ayuda e incentivo: podría hacer como el magnate indio Lakshmi Mittal y comprarse una mansión en Londres por 165 millones de dólares, que tiene una pileta incrustada en piedras preciosas, una sala de fitness y un garage para 20 vehículos.
O como Vijay Mallya, compatriota del primero, quien hizo su fortuna al frente de la cervecera United Breweries Group, y adquirir una colección de 260 automóviles, 14 yates, un Airbus A380, que él considera su casa, y porqué no, viñedos en Francia y California, además de una escudería en Fórmula 1: Force India.
O como el príncipe saudita Al-Walid bin Talal bin Abdul Aziz Al Saud, que posee dos ejemplares idénticos de cada modelo de Rolls Royce, uno para él y otro para sus guardaespaldas.
Se puede seguir la huella de Richard Branson, propietario del imperio Virgin, y adquirir una isla privada de 30 hectáreas en el Caribe.
Cuando el dinero no es problema hay que encontrar verdaderos desafíos para gastarlo. Uno de los más nuevos son las propiedades de alto, altísimo perfil. El paradigma es una sofisticada serie de edificios pensados para personas a las que el planeta les queda chico. El jeque Hamad bin Jassem bin Jabor al-Thani, viceprimer ministro de Qatar, pagó u$s 230 millones por un departamento de 1.800 m2 con terraza frente al Hyde Park, en Londres. Se trata de un hogar dulce hogar que forma parte del One Hyde Park, un suntuoso complejo para ultra-millonarios. Entre sus beneficios incluye un sistema de ventilación que difunde aire purificado, un spa en cada departamento, un equipo de seguridad integrado por ex comandos y panic rooms. El edificio está comunicado por un túnel con un hotel de cinco estrellas que proporciona el room service.
Ultimamente se han puesto al tope de las elecciones los medios de transportes. Un Airbus A380, con diseño interior de Hermès, cuesta 300 millones de dólares (al menos eso es lo que pagó el príncipe saudita Walid bin Talal por el que guarda en el garage). Por unos 30 millones se puede adquirir un helicóptero también con diseño de Hermès. Y si se pretende ir más lejos, un submarino de lujo Phoenix 1000, se cotiza en 56 millones de dólares. Incluye 454 m2 de superficie habitable en cuatro niveles, con varios suites para los invitados.
Ultimamente se han puesto al tope de las elecciones los medios de transportes. Un Airbus A380, con diseño interior de Hermès, cuesta 300 millones de dólares (al menos eso es lo que pagó el príncipe saudita Walid bin Talal por el que guarda en el garage). Por unos 30 millones se puede adquirir un helicóptero también con diseño de Hermès. Y si se pretende ir más lejos, un submarino de lujo Phoenix 1000, se cotiza en 56 millones de dólares. Incluye 454 m2 de superficie habitable en cuatro niveles, con varios suites para los invitados.

(* En el Suplemento Económico de este domingo podrás leer más sobre el tema)


A continuación les dejo, como material complementario y no directamente relacionado, la introducción de un libro sobre economía y sociedad que puede iluminar la mente de muchos. Se llama "Freakonomics", una forma de explorar la realidad de un modo muy original.



El blog Freakonomics en The New York Times

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  14 » Aug 2008
¿Qué harías con 1000 millones de dólares?
 

Discover Michael Jackson!



Mientras escribía un artículo para el suplemento Económico del "Río Negro" -que se publicará este domingo-, se me ocurrió hacer un ejercicio de libre expresión. Puse sobre la pantalla todas las cosas que vinieran a mi mente con la consigna: ¿Qué me compraría con 1000 millones de dólares? Lo hice escuchando "You rock my world" de Michael Jackson. Y lo que resultó fue, creo, una especie de poema delirante que dejo abajo.

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