Medio Mundo
25 » Nov 2024
Diario Río Negro
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Editor Responsable
Claudio Andrade
Chic Money!
 
  24 » Mar 2011
Lo que te salva
  Nos salvan la perspectiva de algo divertido en el futuro más próximo.
Nos salva el asado del fin de semana. La parripizza. Una película que está por estrenar en cine o DVD.
Nos salva un libro entrañable que nos espera junto a la mesa de luz cada noche. Nos salva la amiga que nos regaló ese libro (por ejemplo: "Querido amigo" de Angélica Gorodischer).

Mediomundo: Te salva
 
Categoría : AL CONCIERTO DEL AÑO VOY | Comentarios [1]
 
  14 » Mar 2011
Mi primer libro
  Mi primer segundo libro aparecerá espero en breve. Ya voy redondeando. El primer primer libro lo publicamos con Ana Yalour y se llama "Así de una". Este tendrá por nombre "Chilote".
Haré la presentación en un espacio pequeño, mi casa, tal vez. Pero no será sólo una presentación, pienso que deberá haber más música que palabras. De modo que será un auténtico encuentro de amigos con música y palabras sonando en el aire.
Les avisaré cuando y dónde podrán anotarse para venir los que quieran.
Abrazo.

Adelantos aquí
 
Categoría : Libros | Comentarios [0]
 
  25 » Jan 2011
Capítulos del sentido de todo
  (Adelanto del Mediomundo que sale el jueves en "Río Negro")

Jazz de la vida. El músico no sabe exactamente hacia donde se dirige pero lo intuye. Es capaz de jugarse la vida por esa amalgama prodigiosa que provocan sus dedos y su inspiración. La vida no suele ser más sencilla que una partitura no escrita. Que digo, la vida es la partitura de Dios en eterno proceso de imaginación. Las notas son como hojas verdes distribuidas sobre el agua, flores de loto colocadas con ternura pero con desquicio en una manantial que fluye y se estanca, fluye y se estanca, fluye y se estanca. El músico, el artista, posa su pies sobre esta superficie frágil y pristina. La siguiente nota, la próxima escala, el diálogo futuro que emprenderan armonías divergentes pero al final hermanas, están, permanecen, existen en un limbo de galáctico, como estrellas que esperan su turno para caer y convertirse en sonido.

La lista del sentido de todo. Mi madre nos leía a mi prima Paola y a mi cuentos de la selva (no exactamente los de Quiroga sino cuentos, si, de la selva) en noches mágicas que transcurrían en los campos solitarios e inmensos del sur. La literatura llevó al viaje y el viaje a más literatura. Y mi hija Mercedes lee, como puede, como le sale, entre la ansiedad y la imprudencia, “Entrevista con el vampiro” de Anne Rice. El shock eléctrico, poderoso, hipnótico y espiritual de asistir a un concierto de Wynton Marsalis. Una lluviosa tarde de primavera, caminar por un pasaje improbable de Londres que conduce a un viejo club de jazz vacío. Y volver soñarlos al club y al empedrado mojado, siempre. Juramentos bajo el cielo negro, sagrado, de la Patagonia. Besos. Miles de besos. La piel contra la piel. La búsqueda sin fin porque sabes que hay un final. Y al final, el sentido de todo no ha sido otra cosa que sentir. Dejarse atravesar por los cuatro elementos: el agua de unos labios, el fuego del corazón, la tierra de tus manos y el aire de tus sueños.
 
Categoría : Mediomundo | Comentarios [2]
 
  18 » Jan 2011
El arte de conquistar chicas
  Adelanto del Mediomundo del jueves en "Río Negro"

Nadie sabe que tan lejos puede llegar un hombre o una mujer por conquistar a esa persona de quien se ha enamorado. Lo único cierto es que lejos siempre es lejos.
Patrick Moberg, por ejemplo, en 2007 vio (apenas eso, “vio”) en el populoso metro de Nueva York a la chica de sus sueños y desde entonces no ahorró esfuerzos para conocerla. Pero ¿quién era la chica en cuestión? ¿Dónde vivía? ¿Tenía novio? ¿Volvería alguna vez a usar el metro a esa hora o se trataba de un mero paréntesis en su agenda cotidiana?
Patrick comenzó (imagino que con cierta premura y ansiedad) a colgar creativos identikits de la piba con la frase: “I saw the girl of my dreams on the subway tonight”, por toda la Gran Manzana, incluyendo al pie su teléfono y su mail. Existía la posibilidad de que ella misma o alguien la reconociera en el pastiche. Patrick incluso replicó el dibujo en una página web en la que se los ve a él y a ella en su versión cómics, con una serie de datos anexos que podrían ayudar en la pesquisa de un eventual detective del amor.
La historia tuvo un final digno de la realidad pero indigno de los cuentos de hadas: Patrick encontró a la chica y le avisó a todo el mundo, a través de su web, que ya estaba, que muchas gracias por los numerosos signos de apoyo que recibió. En el sitio hoy en día aun se puede leer: “Found Her!”. El resto es una incognita. Patrick prefirió dejar el relato amoroso justo en el capítulo en el que él y la chica zarpaban hacia tierras desconocidas.
 
Categoría : Mediomundo | Comentarios [1]
 
  10 » Jan 2011
Un amigo, un hermano
 


Yo no tenía un peso. Y el tenía medio. Me lo prestó. Y comí.
Aun recuerdo el hecho, porque me encontraba al borde del colapso.
Eramos amigos, aunque a veces nos gustaba llamarnos “hermanos”.
Aunque él tenía sus hermanas y yo mi hermano pequeño.
En Buenos Aires, en noches eternas, le dabamos vuelta a la pelota imperfecta y accesible que para nosotros era el mundo del arte.
Visitábamos librerías, asistíamos puntuales a las más impuntuales fiestas porteñas, gritábamos como tantos otros en los cines under donde estaba permitido gritar y se exhibía “The Wall” y “9 semanas y media”, observábamos a la gente pasar con el ceño fruncido y el alma entumecida, sentados en la vereda, en el banco de una plaza, vestidos con jeans rasposos, remera negra y zapatotes de trabajo punta de acero. Y un libro, infaltables libros de Nicanor Parra, Shakespeare, Capote, Rulfo y Bukowski.
Tomábamos licuados y café, escuchábamos a Sumo y The Clash en departamentos tomados o por tomar, siempre ajenos, de un amigo de un amigo, en edificios o “deptos” en los que nadie más quería vivir.
No hablábamos de irnos porque recién habíamos llegado.
Con las mujeres, a él, le resultaba fácil. Siempre alguien se volvía loca con sus palabras dulces y extrañas. Con sus heridas de guerra. Con su paz de Buda electrónico.
Yo buscaba trabajo sin buscarlo. Quería escribir y que me pagaran por eso. Quería el vértigo de ir detrás de una noticia con un libretita en la mano. Quería tener dinero para comprar libros. Quería leer todos los libros de la biblioteca de Alejandría. Todos los libros de Gandhi, todos los de Losada, todos los de Liberarte, todos los de Fausto.
El me decía que yo era un irreverente, un fucking punk.
No sé, no estoy seguro. Ahora mismo no estoy seguro de nada.
Nos desencontramos muchas veces y nos encontramos unas pocas.
Volvimos a charlar y a recapitular en el fin del mundo.
Tan lejos, tan cerca.
La vida pasa. Y la suya queda a millones de años luz de la mía y viceversa.
Lo quise, me quiso, fue mi hermano. Sin comillas.
El cada tanto me aclaraba que tenía dos amigos-hermanos, uno en la Patagonia, el otro en algún lugar de los Estados Unidos.
Aquel también era un jodido punk letrado.
 
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