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29 » Jun 2009 |
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Novedades editoriales |
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Algunos libros que me parecieron interesantes de entre los que llegarán o están llegando a las librerías. Los textos corresponden a los departamentos de prensa de las respectivas editoriales.
Escritos de Antropología Médica
Viktor von Weizsäcker.
Traducido y compilado por Dorrit Busch
Prólogo de Luis Chiozza
Libros del Zorzal
Con la intención de reformular la medicina desde sus mismas bases, el médico alemán Viktor von Weizsäcker (1886-1957) propuso una Medicina Antropológica, que tuviera en cuenta al ser humano como un todo: cuerpo, alma y espíritu que, según pensaba, no son dos entidades separadas, sino distintos aspectos de un todo inseparable.
Weizsäcker creía que era imprescindible tener en cuenta el entorno social de los pacientes, intensamente afectados por factores religiosos, políticos, económicos y culturales. Su obra representa una contribución trascendental a la hora de superar el mecanicismo y el materialismo de las ciencias médicas. Es considerado como uno de los fundadores de la medicina psicosomática.
Además de haber desarrollado intensos estudios de medicina, el autor era un profundo conocedor de la filosofía y poseía también extensos conocimientos de psicoanálisis. Creía que sólo la introducción de la psicología profunda en la medicina podía ayudar verdaderamente a comprender el padecimiento de un enfermo.
Este libro reúne una selección de artículos escritos por Weizsäcker en distintas épocas de su vida. Traducidos por primera vez al español, representan un aporte especialmente valioso para el conocimiento y estudio de su obra.
La Lic. Dorrit Busch es psicoanalista, miembro asociado titular de la Fundación Luis Chiozza (dedicada a la investigación en psicoanálisis y medicina psicosomática), del Centro Weizsäcker de Consulta Médica, de la Asociación Viktor von Weizsäcker en Alemania y de la Internacional Neuro-Psychoanalysis Society en Londres. Estudia y traduce la obra de este autor desde hace más de treinta años.
Historia de la Patagonia
Susana Bandieri
Sudamericana
Historia Argentina
Si bien hay unas pocas obras históricas de carácter integral sobre el espacio patagónico, la mayoría de ellas están elaboradas sobre la base de variada bibliografía producida en distintas épocas, pero generalmente antiguas. Esta obra tiene la ventaja de incorporar resultados de las producciones más recientes, aquellas que, casi siempre desde el ámbito regional mismo, aportan nuevos conocimientos para la reconstrucción de un complejo proceso histórico. En ese sentido, intenta superar las tradicionales “historias provinciales”, elaboradas generalmente con gran erudición, pero que no alcanzan a reflejar cabalmente las problemáticas del conjunto. Asimismo, pretende aportar una mirada superadora de las fronteras entendidas como barreras, tanto las que se crearon por imposición de divisiones administrativas a la hora de formalizar la soberanía territorial de los Estados —en este caso Chile y Argentina—, como aquellas más difusas que pretendían diferenciar culturas aparentemente irreconciliables, como la llamada “frontera interna” entre la sociedad blanca y la indígena. En resumen, se trata de una obra de síntesis del conocimiento construido desde y sobre la región a lo largo de muchos años, pero con la preocupación constante de incorporar nuevas investigaciones que cambien las miradas muchas veces generalizantes de la historia nacional. Derrumbar fronteras y destruir mitos sobre la Patagonia es entonces parte sustancial de su objetivo.
Susana Bandieri es doctora en Historia, profesora titular de Historia Argentina en la Facultad de Humanidades en la Universidad Nacional del Comahue, en su sede central de Neuquén, donde desarrolla también sus actividades como investigadora del CONICET. Ejerció la presidencia de la Asociación Argentina de Historia Económica en el período 2005-2009. Es actualmente responsable del nodo Comahue y vicedirectora de la Unidad Ejecutora en Red ISHIR-CEHIR-CONICET. Es conocida su producción sobre historia de la Patagonia y sus aportes al tratamiento de la frontera argentino-chilena como espacio social, temas sobre los cuales ha publicado libros y numerosos artículos en revistas de la especialidad del país y del extranjero.
Taringa! El libro
¿Qué es Taringa? Por favor….¡Qué pregunta! Es el sitio Argentino de Internet más visitado del MUNDO: más que los grandes diarios, más que las enciclopedias, más que cualquier blog!! Es el portal de Internet que más creció en Latinoamérica en lo que va del 2009, inclusive más que Facebook y You Tube.
Para fans del sitio, para curiosos de toda índole y también para desprevenidos, aquí llegó Taringa!: El libro. Una especie de enciclopedia de datos más o menos insólitos que serán de mucha utilidad para aprender algo nuevo, para afirmar una curiosidad o para entretenerse sin necesidad de prender el monitor.
La elección de los artículos del libro se realizó seleccionado los posts más relevantes, votados, comentados y favoritos de los usuarios de la comunidad. ¿Pero qué contiene exactamente el libro?: Desde las peores y más controvertidas calificaciones de sitios de subastas, las más insólitas frases argentas traducidas al inglés, un curso acelerado de chamuyo, juegos para emborarcharse entre amigos, recetas alocadas del estilo “como obtener una birra fresquita en dos minutos”, hasta cómo levantarse temprano o como estudiar mejor (o todo lo contrario).
¿Y de qué se trata Taringa!?: Se trata de Todo. Millones de usuarios que se autoconvocan a diario y que arman esa red de “inteligencia colectiva” que es el sitio, comparten, evalúan y seleccionan día a día la mejor información que encuentran en Internet de forma gratuita. La gente que busca gente se encuentra en Taringa! La que busca videos, pelis y música, también. La gente que anda detrás de emociones fuertes, lo mismo. Todo es posible en el Planeta Taringa!
Entrá, conocelo y formá parte.
Aquarium
Marcelo Figueras
Alfaguara
“Todos podríamos ser explicados mediante el estudio de las heridas que propinamos y nos propinaron.”
La mujer de Ulises huyó a Israel con los pequeños hijos de la pareja. Como Orfeo, como Dante y Virgilio, ahora Ulises Rosso tendrá que atravesar su propio infierno para tratar de recuperar lo que más ama. Emprenderá el viaje a una nación dislocada por la paranoia, rota por una violencia que no cesa. Sus guías serán Irit Rosenblum, una artista que ni siquiera habla su idioma, y el taxista Fayeq Haridi, tan astuto como entrañable.
Italo Calvino aseguraba que en este mundo es necesario “buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio”. De eso se trata Aquarium: cuando ya no quedan esperanzas, en medio del sinsentido, más allá de la alienación del lenguaje, contra toda lógica, contra el desamparo, contra la muerte y el odio, un hombre y una mujer, Ulises e Irit, reinventarán el amor.
Con sensibilidad y lucidez, Aquarium persigue un destello –de bondad, de tolerancia, de belleza– que atenúe la noche cerrada en la que caminamos.
Marcelo Figueras
(Buenos Aires, 1962) es escritor, cineasta y periodista. A fines del año 2000 visitó Israel para cubrir la segunda Intifada para la revista española Planeta Humano. De esa experiencia límite surgieron las historias que cuenta Aquarium.
Ha publicado las novelas El muchacho peronista, El espía del tiempo (Alfaguara, 2002), Kamchatka (Alfaguara, 2003) y La batalla del calentamiento (Alfaguara, 2006). Escribió con Marcelo Piñeyro los guiones de Plata quemada (Premio Goya a la mejor película de habla hispana, elegida por L.A. Times como una de las diez mejores películas del año) y Las viudas de los jueves.
También escribió los guiones de Kamchatka (mejor guión del Festival de La Habana, elegida para representar a la Argentina en los Oscar) y Rosario Tijeras. Publicó además un libro para niños, Gus Weller rompe el molde, y El año que viví en peligro (Alfaguara, 2007), colección de textos difundidos por el blog El Boomeran(g) (www.elboomeran.com). Sus libros están siendo traducidos al inglés, francés, alemán, italiano, holandés, polaco y ruso. |
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28 » Jun 2009 |
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Los pro y los contra del sexo virtual |
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Hace un tiempo que venía reflexionando sobre este tema. Los avisos en los diarios, la irrupción de los más diversos sitios web dedicados al supuesto sexo online, en fin, me impulsaron a escribir algunas frases.
Aunque se presuponga lo contrario: no hay sexo en internet. No existe el sexo on line. Si acordamos que la sexualidad implica el establecimiento de un nexo, de una suerte de vínculo, aunque este resulte en uno perverso, el sexo virtual es apenas la métafora del sexo real. Tal vez menos que eso.
Alguien ha suspirado con alivio: con el sexo virtual se han acabado las pestes, ya no necesito usar preservativo, el sexo on line me ha liberado de todos los males, olvidando acaso que “tener” sexo virtual es “no tener” sexo en absoluto.
El sexo on line, ese que se desliza sobre la pantallla LCD, es el equivalente a manejar un Fórmula 1 en un videogame cuando, en realidad, lo que se quiere y se pretende es manejar un auto de verdad.
Pero, y aquí es donde los caminos se separan, a nadie se le ocurre que conducir un programa en 3D, es un acercamiento al circuito profesional. Es un juego, una diversión, una dispersión de la mente que no hiere a nadie. A partir de ese punto tampoco hay quien se sienta con derecho a pontificar acerca de cómo correr un Fórmula 1 o incluso un auto cualquiera. Pensemos en que un chico no le explica a su padre cómo agarrar una curva en velocidad sólo porque él lo hizo en un simulador.
El sexo virtual aparece como un consuelo a los miedos represivos, a las imposibilidades (tratables por un buen terapeuta) de quien no encuentra una salida auténtica a su deseo y como un reforzamiento de las conductas masturbatorias que en los últimos años parecen haberse expandido.
Establecer la validez de este consuelo lllevaría a un debate más aun extenso. Imagino que descubrirse parte de una caracterización (al estilo Matrix) después de haber tocado la piel ajena no debe ser una conquista menor.
Si los 60 se caracterizaron por una apertura de las costumbres sexuales, una apertura que a los latinoamericanos y a los hispanoamericanos parece haberles llegado en los 80, el nuevo siglo podría ser definido con el signo de la prevensión hipócrita.
Dudo mucho de que haya más sexo hoy que en los 80, lo que si es cierto es que a pesar de ello, ahora la sexualidad aparece revestida de empalagosos estereotipos que no se corresponden con los cuerpos y las almas de quienes andan por la calle.
El contacto erótico está precedido por un peligroso estado de decepción. No son pocos los torpes que creen religiosamente que el continente del otro, y por lo tanto la excitación en sí, debe homenajear de un modo u otro, a Pamela Davis.
Mientras, a su vez, Pamela Davis homenajea a su cirujano plástico.
Cuanto más insistimos en un sexo moral y definitivo (ese que le pide a los curas una castidad que no pueden sostener, y a las parejas a un plan de vida monogámico que los ata para siempre incluso más allá de la muerte), más arremetidas eróticas virtuales tendremos y probablemente, más escaramuzas, dolientes y despojadas de sentido, en el universo carnal. La ferviente actividad travestil, empujada hacia automóviles veloces manejados por hombres de cuello y corbata, debe tener una explicación que anda por ese lado.
Cuanto más insistan los medios en sacralizar fragmentos corporeos de las estrellas del momento (senos operados, músculos abdominales trabajados y maquillados, pieles y expresiones revizadas por la tecnología del computador), más chicos, jóvenes y adultos tendremos pegados a las pantallas como moscas a la luz potente de un proyector.
El padre familia obnubilado por la increíble plasticidad de una pareja de malabaristas chinos. El adolescente que no puede creer el tamaño del miembro de un actor porno. Son pasajes mentirosos tanto como una película de “King Kong” (y sabe dios cuantos King Kong andan sueltos en el “pornotube”). En tanto se queden en ese estrato, servirán como aventuras sin correlatos posteriores. Pero cuando esto se olvida, y uno puede suponer que ya está sucediendo, los prejuicios, los desengaños y la estupidez quedan a la orden del día.
El sexo irreal no nos ayuda a ver ni disfrutar del sexo a secas ¿Un disparador? Bueno, ya me dirás que tan maduros sos en el uso de tales estimulantes.
El sexo tiene virtudes que lo convierten en una epifanía: implica riesgo, descubrimiento, te desafía a transcurrir hacia lo ajeno para volverlo propio (aunque sea por un instante).
El sexo te desafía a vivir una aventura a punta de deseo. |
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27 » Jun 2009 |
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Naoko |
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Me invitaste a seguirte. Y me sedujiste con 3 cosas.
No tuve tiempo para negarme.
Caminamos. Estuvimos afuera y por fin adentro.
Lograste más que cualquiera.
Sos un hada me dijiste. Un hada.
Yo simplemente esperaba. Y te iba borrando.
Y te hice desaparecer.
Volví afuera. Seguí caminando y esperé.
Esperé al próximo. Y lo hice desaparecer.
Y al próximo y al próximo.
Hasta que perdí la cuenta.
Entonces me reí. Y decidí seguir. |
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26 » Jun 2009 |
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Escuchar a Michael, estudiar y trabajar |
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Esta columna fue escrita por Guillermo Muñoz, destacado periodista chileno que además trabaja en el área de Comunicación de la Universidad de Magallanes (XII Región, Chile). Una mirada del Rey del Pop desde el sur-sur del mundo.
Por Guillermo Muñoz
Es cerca de la medianoche cuando empiezo a escribir estas líneas y me doy cuenta son las mismas que inician la canción Thriller. Hace pocas horas se acaba de anunciar la muerte de Michael Jackson y CNN se vuelve demasiada entretenida cuando acontecen noticiones como estos. Me llama mi hermana para felicitarme por mi santo y de paso me dice que Catalina, su hija más pequeña, también le gusta Michael Jackson y le ha pedido que le regale un disco. Cualquiera. Lo importante es que sea… de Michael Jackson.
Jackson ha muerto a los cincuenta años, hermosa edad para morir. Ni más, ni menos. No fue a los 51, 60, ni 72. Inaudito sería un siglo, pero todos sabemos que no existe artista pop que dure cien años. Por eso, cincuenta está más que bien. Ni más ni menos.
Exactamente hace veinticinco años yo tenía catorce e ingresaba a la enseñanza media. Había aprendido a bailar en fiestas hace poco menos de un año con la canción “Eyes of the Tiger” del grupo Survivor que era el tema principal de Rocky 3 cuando se enfrentaba a Clubber Lang y por fin me enteraba quién era el famoso Mister T de la serie Los Magníficos que no llegaba a la televisión de Natales. Después lo haría con Flashdance, Yazoo y Stix con su famoso Mister Roboto. Aparecería nuevamente Travolta ahora dirigido por Stallone en Sobreviviendo con “Far from over” cantado por su hermano Frankie. Todo eso. Y bueno, si bien yo no era Gene Kelly, al menos sabía lo esencial: marcar el paso. Creo haber sido uno de los primeros adolescentes de natales en saber algo de Michael Jackson. Hojeando revistas casi un año antes (1983) descubrí la foto de un muchacho negro con un traje blanco atravesado de lado a lado por la palabra Thriller escrita en letras manuscritas con la iconografía de un autógrafo. Guardé silencio y recordé el nombre. Meses después a este mismo muchacho lo vería subir una y otra vez a los estrados de entrega de los Grammys en una transmisión diferida presentada por Rodolfo Roth en el Magnetoscopio Musical. Me llamó la atención el vestuario colorido y brillante, no porque lo desconociera, sino porque me recordaba irremediablamente los vestuarios que utilizábamos en la enseñanza básica para las representaciones teatrales sobre la Independencia y las arengas de Bernardo Ohiggins. Tiritas de lana colgando desde unas hombreras y el color azul azulado. Después de él aparecería Boy George, Club Country, Herbie Hancock con sus extremidades mecánicas interpretando Rock it. A pesar de lo poco que me importaban los grammys, se volvería un mundo alucinante que yo propondría como idea para elegir al estudiante más popular, el más intelectual, el profesor más simpático, la pareja más popular y que imaginaba con alfombra roja, glamour nocturno y al cual bautizamos junto a la Paola y el pato como los premios “Clase”. Lo mejor de todo, es que era en tiempo de los milicos, cuando no se podía votar y sin embargo votó todo el liceo y el premio era: un lápiz parker.En definitiva, le mandamos un gol de media cancha a las autoridades del colegio gracias a Magnetoscopio, los grammys y por supuesto..a Michael. Un mundo alucinante que después se repetiría en nuevos grammys, music awards, mtvs y todas las “awards” venidos y por haber. De ahí a natales y las fiestas liceanas solo un paso. Comenzó todo muy tímidamente. Algunos calcetines blancos, pantalones negros ajustados entre el tobillo y el peroné. Podrían ser mocasines o zapatos negros caña baja. Que más da. En la oscuridad nadie nota la diferencia. Después sería el Yoki estilo cafiche de Koyak o Las calles de San francisco y una caminata menos encorvada con leve movimiento de manos a la altura de la cintura. Nunca adherí a esa moda, por dinero e introversión. Porque estaban quienes bailaban mejor que yo y era habitual escuchar que el chico más popular del liceo era aquel que bailaba igualito a Michael Jackson, de igual forma como escuchaba años atrás en las fiestas de los amigos de mi hermana que ese otro chico bailaba a lo Travolta. Pero en la clandestinidad de mi humilde pieza y frente al espejo del comedor, bailaba como él, golpeaba la rodilla con la palma de mi mano como él y fuí el adolescente más feliz cuando aprendí ¡¡después de mucho esfuerzo!! A deslizar los pies hacia atrás ¡¡paso mágico y deslumbrante que nos hacía sentir como en la superficie de la luna!! Me fanaticé por Beat it, después Thriller y finalmente Billi Jean..seguí con Say Say Say y volvía una y otra vez a Billi Jean. Después algo nos pasó. Un poco de saturación, más información y ruido adolescente. Yo me fui hacia Duran Duran, otros marcharon a Cindy Lauper y hay quienes emigraron hacia Iron Maiden o Judas Priest. Pero también fue el tiempo que aprendí que las pandillas llegaron a Magallanes o quizás siempre existieron, pero ahora tenían símbolos y nombres del cual aferrarse y construir una identidad. Así supe de los Thriller, famosos porque destruyeron un quilombo una noche de juerga. De espaldas en los titulares de los diarios. Jóvenes que se juntaban en las esquinas y que podrían haber sido identificados simplemente como los de la dieciocho, pero decidieron llamarse como el disco y el tema que más los representaba ¿Acaso no ha de pertenecerles aquella línea que dice “It's close to midnight and something evil's lurking in the dark…”
También recuerdo a Moisés, atleta natalino de los que entrenaba Penchi, que nunca llegó a un sudamericano, tan solo a un patagónico y que lo veías correr entre la bruma natalina a eso de las once de la noche con una camiseta musculosa tal Marlon Brando escapado de la pantalla en “Un tranvía llamado Deseo”. Moisés fue leal por varios años. En él no paso ni llegó moda nueva. No llegó el heavy metal ni el rock latino. Solo fue para uno. Para él. Para Michael. Lo recuerdo llegando al funeral de Aníbal, un liceano muerto en un paseo de fin de curso. No llegó como un chico cualquiera. Mientras nosotros escoltábamos la entrada del liceo, desciende de un taxi tal artista arribando a la entrega de los premios Grammy. Iba vestido con el traje típico de él. De Michael. Y esa caminata¡¡ oh Dios!! ¡¡Y esa caminata!! Para Moisés faltaron los flashes que nunca tuvo en sus triunfos como atleta y la alfombra roja que nunca llegó cuando salió del liceo. Tampoco estuvieron cuando lo sacaron de urgencia tras haber quedado su mano atrapada en la maquina amasadora de la panadería donde trabajaba a altas horas de la noche. Las malas lenguas dicen que entre tanto footing, escuchar a Michael, estudiar y trabajar, se quedó dormido con la mano en el mentón. La misma que cayó en desgracia hacia el abismo de la expresión natalina de la revolución industrial.
Y así pasó Michael Jackson por Natales, como bien dice el título de una película italiana que anuncia que Cristo Pasó por Evoli. Se le recordó con cariño hasta antes de salir del liceo en el año 1987. En esos meses de crepúsculo, sale a la venta su disco Bad. Pero ya nada era lo mismo, nuestros vestuarios, peinados y formas de caminar. El rock latino había calado hondo en nuestras conciencias y patear piedras se convertía en una palabra peligrosa. Sin embargo, reconozco que me gustaron más sus discos, más sus singles, más sus extravagancias y no puedo desconocer que aprecié enormemente sus baladas, aunque dijera puras huevadas ¡¡que tremendas baladas!! No sé si fue Rey del Pop, porque el pop es tan cambiante que difícilmente se puede ser monarca absoluto de un reino que nunca es igual.. Así como tampoco creo que Madona sea la Reina del Pop. No..no..no..no…..Y así fue pasando Michael Jackson y lo único que escuché de él en Santiago fue el verso inspirado de Ubiergo cuando canta que “…Michael Jackson es más blanco y más negro mi pulmón…”. De ahí al 93. Estaba en Santiago, pero no tenía plata. Pronto me iría a la Ufro y cambiaría radicalmente mi vida. De ahí no supe más hasta que llegó Dangerours ¿Por qué siempre un monosílabo Thriller- bad- dangerous. Invencible- history???? y pensé ¿será rey del pop? Me respondí que no. No había escuchado a ningún otro intérprete cantar sus temas como las de Elvis, Bob Dylan o John Lennon. Solo me extrañó que Caetano Veloso sustituyera el Bossa Nova y decidiera interpretar con su guitarra una carnavalesca versión de Black and White. Y lo demás es historia conocida. Sus escándalos, fracasos y abierto descenso al mundo de su denigración. Y ese rostro de mimo resquebrajándose en el apocalipsis de la cirugía plástica. Había escuchado de sus nuevos conciertos. Serían cincuenta. No pagaría por uno de ellos. Pero pagaré por los titulares de mañana y agregaré un nuevo titular a mi colección de titulares históricos: las muertes del. 11 de septiembre del 2001, la de Christopher (Superman) Reeve y la de Pinochet. Quizás soy un morboso con la muerte ajena. Hace unos meses le regalé a mi amigo Héctor un afiche con el titular del Diario The Sun que anuncia KING ELVIS IS DEAD. No haría lo mismo con el titular de la muerte de Michael. Quizás mi hijo Samuel se lo regale a alguien en 25 años más, cuando Jackson sea lo que en pocos minutos ha comenzado a ser: un ídolo. Pero no pagaría por eso. Sí pagaría por volver a natales 25 años atrás, estar en una fiesta liceana y volver a ver a todos aquellos que hoy dicen ser metaleros hasta la muerte, madonneros hasta el final o vanguardistas hasta la inconciencia. Porque los ví en cuerpo y alma vestidos con mocasines, calcetines blancos y un joki de segunda sobre sus cabezas. Los ví caminar chocando las rodillas, levantar el pie y mover las manos como repartiendo naipes en un partido de truco. Pagaría por ese momento y después de eso recordaría la carcajada de Vincent Price que finaliza “Thriller” y anuncia que después de la medianoche los muertos se levantan de sus tumbas. |
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26 » Jun 2009 |
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Un homenaje a Cascioli |
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Ilustración: Chelo Candia
http://chelocandia.blogspot.com/ |
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