David Mamet es un creador de pequeñas joyas cinematográficas. Sus paisajes a veces de tan breves resultan asfixiantes aunque siempre conmovedores. Una de sus películas más destacadas es una de acción llamada “Spartan” (Búsqueda desesperada”) que tiene a Val Kilmer como protagonista. Y si dos cosas podía pedir un cinéfilo amante de la acción es volver a ver a Kilmer en un papel de estas características (ya había hecho un trabajado tremendo en “Fuego contra fuego” de Michael Mann) y a Mament al frente de un policial con escenas de mucho dinamismo.
En “Spartan” nadie es presentado formalmente, ni siquiera la trama. Sólo se sabe que alguien, una chica ha desaparecido y, por motivos que ignoramos, hay que encontrarla antes del lunes. Los involucrados en la búsqueda no parecen policías y tampoco actuan como tales si bien son capaces de utilizar el largo brazo de la ley como aliado. De una intriga en otra el guión se va transformando en un viaje peligroso que desembocará en un punto de no retorno. Los finales de Mamet se caracterizan por dejarnos vacíos, llenos de una materia oscura que no estaba allí cuando comenzamos a ver la película. Esta no es la excepción.