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23 » Nov 2007 |
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Truman Capote: A sangre fría |
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En más de una oportunidad Truman Capote aseguró que nadie sabía el infierno por el cual había pasado durante los años en que escribió “A sangre fría”. Bueno, al menos en parte, nos llegó la oportunidad a sus lectores de fisgonear el Cadalso del escritor norteamericano. Dos películas ayudan a entender la trama secreta del personaje. “Capote” y “Infamous”. Ambas están brillantemente interpretadas y ambas poseen momentos estremecedores. Lo curioso de este asunto, y perturbador además, es que luego de que Capote atravesara con su persona la historia del crimen de los Clutter, ya no se pudo jamás dividir la crónica policial en sí, de la novela de Capote. Una y otra están poderosamente conectadas. Y, para ser exactos, lo están de un modo trágico.
La “verdad” de los asesinatos cometidos por Dick Hickock and Perry Smith ha quedado, para bien o para mal, registrada bajo la pluma de Truman Capote.
Suponemos que el relato de Capote es de una exactitud tan pasmosa que ya no hace falta indagar por otras zonas. En rigor, no hay dos versiones noveladas de la matanza de lo Clutter más si dos filmes sobre la vida de Capote con este metido de lleno en la investigación.
Capote consigue la morbosa proeza de transformarse en el locutor y en el testigo oficial de un crimen espantoso. Han habido una enorme cantidad de crímenes a lo largo de la historia pero este en particular atravesó el tiempo porque un genio de la escritura decidió prolongarlo como un hecho artístico. “No me importa si el crimen se resuelve o no”, practicamente le grita Capote al policía local Alwin Dewey, el día en que el oficial no quiere revelarle información clasificada.
La manera en que Capote se encontró con el asesinato de esta familia de granjeros fue de lo más pueril: mediante un artículo en el diario que ocupaba apenas el pie de una página. Capote llevó ese acontecimiento al nivel de super noticia por el hecho, en principio, de ser él quién terminó dándole color y forma al rompecabezas del crimen.
Capote consiguió su mayor anhelo para ese momento de su carrera acaso algo quebrada por la inercia del reconocimiento: desarrolla gracias a su talento un producto literario inédito a partir de una instancia de no ficción. Con ello, el autor de “Plegarias atendidas”, escaló a un pico de popularidad comparable al de las estrellas de cine y virtualmente se hizo rico. Fue su gran obra, su novela regidora, y luego de esta vino el declieve.
Lo que le ocurrió a Capote, salvado las distancias de dramatismo, le ha pasado a otros genios del firmamento rockero y científico. Personajes que por unos años se muestran productivos e inteligentes y luego de tocar el cielo con las manos se derrumban para jamás encontrar la manera de volver sobre sus pasos.
Capote dejó de escribir novelística para centrarse en aquello que su espíritu podía concebir luego de la tarea colosal que le significó “A sangre fría”. Por eso se refugió en el periodismo, y en la crónica. Sus relatos reunidos en “Música para camaleones” conforman una selecta prueba de que su capacidad para percibir la realidad, sopesafrla y traducirla con un ritmo y una textura sobresalientes no había desaparecido.
Lo que gritaba ausencia en la humanidad de Capote, era su espíritu, el sentido último por el cual él, o cualquiera, debía seguir con vida después de retratar la obra cruel de unos hombres con los cuales estableció un pacto de colaboración que se convertiría en un laberinto sin salida.
A su modo, Capote terminó siendo partícipe de la muerte de los Clutter, en tanto testigo a posterior.
Ambos filmes son recomendables y, por supuesto, la novela es un paisaje que no podemos eludir.
Este invierno comencé a leerla por segunda vez, pero la dejé por la mitad. No soy capaz de entender que sucedió en mi interior. Salvo que esta vez, con mi curiosidad ya saciada, la novela me afectó, me hizo mal.
“A sangre fría” se transformó en el diario de vida de un crimen. Un libro sagrado y maldito al mismo tiempo. Un templo de recursos para quienes pretenden acercarse a los vericuetos del periodismo y un lugar de conmoción para los que buscan emociones fuertes.
Son dos los infiernos que allí se relatan: el de quien lo refirió para el resto del mundo, y el los involucrados, esos hombres y mujeres que un día asistieron a la cita del odio y la locura.
Truman Capote en Wikipedia |
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Categoría : Cine | Comentarios [0]
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