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24 » Nov 2010 |
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Tu recuerdo |
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Perdí sus señas en el camino. Era un tipo gracioso. De voz aflautada. Vivía en una pensión y atendía una zapatería. Lo acompañaba los lunes, muy tarde, a ordenar nuevas partidas de zapatos. No sé qué fue de él. Cuando partió ni hacia dónde. No fue mi amigo con todas las letras. Sin embargo, esa simple anécdota me permite viajar al tiempo en que escuchaba “Sometimes it Snows in April” de Prince y a toda la gente cuya imagen atraviesa esa música y esa letra.
Ricardo amaba el fútbol y el rock pero se transformó en sociólogo. Me buscó en Facebook. Y ahora sé que el chico con el que bailaba hasta desmayarme canciones interpretadas en castellano por David Lee Roth, trabaja en el departamento de marketing de un banco. Una vez lo quise. Fue casi un primo para mi y su familia mis tíos. Hace 20 años que no hablamos. O menos si es que un mail puede considerarse una conversación.
Salvador ponía en el éter a Charly García y a Sumo en las fiestas del invierno. Sus parlantes estallaban en las noches bajo cero del sur. Después marchó a estudiar filosofía o algo así, se hizo comunista o conservacionista o revolucionario (era un “algo así” definitivo). Protagonizó protestas estudiantiles, despeinó peinados a la gomina, sacó caspa rabiosa, enervó ánimos ajenos. Al final, volvió a nuestro pueblo donde hace radio y lucha por causas humanitarias. Sigue siendo un Buda de las provincias. Un iluminado. Un par años atrás nos cruzamos en la calle y me habló del diario de Kurt Cobain, de la Fierro y de Bob Dylan.
Claudia fue mi mejor amiga. Mi alma protectora en el tiempo en que yo era un frágil proyecto de hombre. Sus padres han fallecido. Sus raíces están en otro lado. Es la pareja de un cubano hermoso, Francisco. Tuvo una hija. Estudió psicología. Vivió y sufrió para contarlo. Para inspirarme. Por una breve fracción de tiempo recuperamos horas perdidas. Vimos pasar nuestras vidas como a un liebre asustada en un camino oscuro apenas iluminado por un relámpago. La extraño mucho y tengo la incómoda sensación de que no nos volveremos a encontrar.
Murciélago trabaja en un servicentro y es la exacta réplica del Murciélago de los 15, el que fumaba Hilton y jugaba al arco con reflejos de gato.
La Caty, la chica más linda del barrio, murió en un accidente de motocicleta.
Paola tampoco ha cambiado mucho. Lamentablemente dejó de tejer unos corderitos fantásticos que pensé la iban a transformar en millonaria. Goyo está demasiado lejos para que continuemos nuestras interminables y apasionadas conversaciones sobre cine.
Y odio eso, que algunas de las personas que amo y respeto, se encuentren a millones de años luz. La verdad, es que no entiendo que fue de todo aquello que una vez fue. La materia, la energía luminosa que sostuve con mis manos. Entre mis 17 y mis 40 no pasaron 23 años sino 23 segundos, 23 segundos que no tengo guardados en ningún lugar. Cuando te dicen que vivas tu momento, te lo dicen en serio.
Tantos rostros, tantas historias, tantas personas. De la gran mayoría he olvidado sus rostros y sus nombres. Espero que haya quien rememore a los ausentes. Que cada cual tenga seres queridos que aun los conservan grabados en sus corazones. Como yo conservo estas postales que escapan de una canción de Prince. |
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Categoría : Mediomundo | Comentarios [1]
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Tu recuerdo |
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Por : Clara | 28 » Nov 2010 | 04:41 pm | Email
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Me encantó lo que escribiste, Claudio. (Los recuerdos son así: imprecisos, simples..., pero nunca intrascendentes). Seguí escribiendo. |
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