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Aunque no lo necesite, a partir de hoy Keith Richards ya puede viajar gratis en el metro y en el resto de la locomoción pública de Londres. El hombre del eterno cigarrillo en los labios, el del riff de "(I can't get no) satisfaction", el más rebelde de los Rolling Stones o, como dice la canción, el peor de todos, acaba de cumplir 65 años.
Nadie sabe, y incluyéndolo a él mismo, como es que alcanzó tan longeva edad tomando en cuenta que su biografia se ha caracterizado por un estilo de vida que podría haber matado a poblaciones enteras de seres humanos comunes y corrientes. Incluso en este aspecto Richards es definitivamente excepcional.
Lo ha bebido todo, lo ha ingerido todo, no queda un sólo químico distorcionante de la conciencia por introducir a su cuerpo y ahí lo ven, recuperado de incontables comas y sobredosis, ataques de locura y ridículos accidentes, como cuando se cayó de una palmera y casi (otra vez casi) muere entre un coco y otro.
Como un dibujito animado, Richards sigue resistiendo el paso de las décadas y de las anécdotas. Su cuerpo permanece y su mente, vaya a saber uno que sucede en ese cerebro que ha alimentado y revolucionado parte de la música contemporánea.
A tu salud, Keith.
Un artículo biográfico en El Mercurio
Una entrevista en GQ
Sitio oficial de Keith Richards |
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