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17 » Nov 2008 |
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La vida secreta de las palabras |
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La frase no me pertenece aunque la pronuncié, como si fuera la primera vez, ignorando que otros ya la habían hecho suya: “Tengo miedo de ponerme a llorar y llorar hasta que todo se inunde”. Palabras más, palabras menos, se la escuché a una amiga y hace unas horas al personaje de una película maravillosa: “La vida secreta de las palabras”.
Son las palabras que negamos al aire aquellas capaces de desatar el llanto infinito. Vivir para llorar. Llorar viviendo. Salida del personaje del filme dirigido por Isabel Coixet, su significación no está enteramente revestida de amargura. También hay detrás un ingrediente de esperanza y de búsqueda. La clave del enigma se resuelve al saber que la chica, Hanna, se las dirige a un hombre. Su declaración es un reto. Un desafío amoroso que no puede esbozarse de un modo distinto. Tómalo o déjalo. Si lloro te ahogas vos y yo. ¿Me quieres aun?
¿Qué sucedería si dijéramos todo lo que tenemos guardado en la punta de la lengua o incluso más abajo, en el pecho, en los intestinos? Si nos rebeláramos de nuestra condición de seres pudorosos veríamos crecer las aguas. Y la aguas serían producto de las lágrimas.
Cada sensación, cada experiencia vivida imprime una palabra en nuestra psiquis al tiempo que un acertijo en nuestro corazón que debemos resolver. Somos hijos de los deseos y los sueños de otros y portamos estandartes, medallas y obsesiones que no siempre nos identifican. Hasta que nos llega el turno de mover las fichas sobre el tablero. El problema radica en que no conocemos realmente el juego y tardamos demasiado en entender que cada movimiento implica una serie de otros movimientos y que esa energía que se desdobla y triplica en la fricción, que se expande y crea colores, finalmente volverá a nosotros con la potencia suficiente para herirnos o iluminarnos.
Vivir es decir y ser dicho. Llorar es la erupción de un lenguaje contenido. La lava de las emociones. Llorar como una reacción, como un efecto que nos devuelve a un espacio natural: somos seres amantes y buscamos calor. Cuando niños, berreamos por leche y besos. En eso estamos, aun si la adultez nos ha agarrado de las solapas.
No son necesarias miles de experiencias para provocar una grieta en el alma de cualquier persona. Basta una. Un momento. Un paisaje. Una línea sobre la tela blanca y poblada de manchas que nos refleja para que lo cotidiano tiemble. Por lo general, no somos capaces de decir qué es exactamente “eso”. Lo soslayamos. Le pasamos por el costado. Lo vestimos de seda o con harapos y nos hacemos los que no tenemos la más remota idea de quién o qué es aquel espantapájaros. ¿Lo conozco, señor dolor? No, de ningún sitio.
Las palabras siguen vertiéndose sobre la herida. Unas arribas de las otras. Un número de circo en el que los malabaristas usan como punto de apoyo los hombros y los antebrazos de sus compañeros. Al final, después de muchos años de callar, se hace obvia una escena ridículamente peligrosa: miles de tipos subidos a dos ruedas famélicas. Una troup que se sostiene por obra y gracia de un milagro. A punto de desplomarse. Entonces, la frase: siento que si lloro ya no voy a parar jamás.
Luego, sólo queda llorar y ver que pasa.
Acerca de la película "La vida secreta de las palabras" |
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Categoría : Mediomundo |  Comentarios [6]
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  SANA SANA... |
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Por : HUMANO | 18 » Nov 2008 | 01:02 am |
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Bueno, parece ser que somos unos cuantos los que nos apropiamos de la frase. En mi caso personal, ignorando que ya estaba hecha. Veré la pelicula. |
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LAGRIMAS |
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Por : rios azules | 18 » Nov 2008 | 05:41 am |
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"No son necesarias miles de experiencias para provocar una grieta en el alma de cualquier persona. Basta una. Un momento. Un paisaje... "
Me permito agregar...: también con un par de palabras podemos provocar una grieta en el alma de cualquier persona.
Impecable, su escrito...me acordé también de una bellísima película "Como agua para chocolate" en donde la protagonista (Tita)trasmite sus emociones a través de la comida que prepara. Hay una escena en la que todos rompen en llanto al comer un pastel preparado por Tita que está ahogada en su tristeza.
Y también ahí están, dolientes, muchas lágrimas mías, contenidas para no ahogar a nadie y lanzadas alguna noche, mezcladas en el agua dulce de la ducha, sin ser oídas, haciendo como si desaparecieran.
Gracias, y no deje de escribir! |
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Palabras |
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Por : ANA Y. | 18 » Nov 2008 | 03:39 pm |
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Tomo tus palabras con las puntas de mis dedos (no quisiera dejar mis huellas en ellas) y las guardo para leerlas la próxima vez que llore. Entonces, tragarme el llanto y volverme sal (o sacarlo y despertarrme en sal, cual la diferencia) tendrá el consuelo mágico de aquel dolor que afloja cuando lo besan con palabras. Precisas palabras. |
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Fabio |
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Por : Fabio | 18 » Nov 2008 | 03:51 pm |
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hola claudio, justo la vi el finde. habra que aprender a nadar para tener las cosas que se quieren no?
siempre digo, no hay que parar de llorar sino poder terminar de hacerlo.
saludos, fabio |
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ama |
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Por : mónica | 18 » Nov 2008 | 03:58 pm |
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cOMO TODAS TUS PALABRAS... LAS MEJORES... LLEGAN AL ALMA... Y TAMBIÉN HACEN LLORAR
Ama... como si nunca te hubiesen herido... Besos mil... Mónica |
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palabrasaladas |
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Por : mariana | 21 » Nov 2008 | 11:04 pm |
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ya no le tengo miedo a las inundaciones....despues de haberme animado e inundar un hermoso campo de natales, el adriatico, mi cama, un sauna,mi bañera.....descubri que ciertas heridas siempre nos van a recordar lo solos que estuvimos................que nunca se cierran.... que el dolor duele siempre y que las lagrimas nos sanan porque nos alivian y acompañan......hummmm no estaba tan sola.................entonces....... |
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