Se llama Eliane Elias y no dejo, no puedo, dejar de escucharla. Hora tras hora. Quién sabe a dónde voy. Siempre es su piano y unos amorosos fraseos que no dejan nada librado al azar. Manos sobre mis manos. A veces una voz irrumpe sin permiso. Dice lo justo y necesario y me devuelve a un mundo sensual. Hago el amor a su tempo. Me siento en Nirvana. Una epifanía que se perpetúa. Un satori prolongado como una línea hacia un horizonte del sur. Es pianista, brasilera, vive en Nueva York.