Don LaFontaine estuvo en “Batman, regresa”, en “Taxi Driver”, en “Terminator 2”, en “Los Simpson”, en “Día de la independencia”. Hay más.
Toda película que puedas recordar de los últimos, uf, 30 ó 40 años, comenzó con las palabras introductorias de Don LaFontaine. Muchas, sobre todo las de acción y ciencia ficción, eran presentadas con la frase: “In a world...”. Esa voz de ultratumba, esa maravillosa voz capaz de hacernos temblar hasta con el argumento más estúpido que haya sido jamás filmado, permanecía a este hombre que vivía en las sombras.
Hace unas horas murió dejando tras de sí una enorme cantidad de protagónicos. "Mi filosofía es que tienes que creer de verdad en lo que estás leyendo, incluso si consideras que la película es un trozo de basura", dijo a la publicación Swindle.
El cine americano y su voz están atados en un pacto de sangre. Porque, al menos en lo que al público del cine se refiere, primero era LaFontaine y luego, la película.
Su timbre, su textura de angel caído, constituían la génesis del placer cinematográfico.
Si hubo una forma sin forma de expresar tensión, terror, ansiedad y misterio, esa fue la virtud de Don LaFontaine.