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26 » Feb 2008 |
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Raúl Núñez |
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Raúl Nuñez, fue un sobresaliente escritor argentino que vivió y murió en España. Publicó poemas, relatos y novelas. Dos de ellas figuran entre lo mejor que se ha escrito en nuestra lengua en los últimos años. Les recomiendo "Sinatra" y, mi preferida, "La rubia del bar". De ambas se hicieron películas. Falleció a los 50 años. Les dejo un relato que tomé de un sitio en el cual se recopilan sus trabajos para una publicación española.
Raúl Núñez: relatos
Cada día iba al colmado de Don León, salvo los domingos en que estaba cerrado, y le compraba alguna tontería que me hiciera falta.
Solía quedarme allí un rato, hablando con él, y era un viejo bastante agradable que vivía con su gato al que quería mucho.
Pero en los últimos días tenía problemas con el gato, ya que éste no dormía y hacía cosas raras por las noches. No hacía mucho se lo había encontrado sobre su cabeza y le daba por maullar para que le dieran comida.
Pero eso no era todo.
Una noche en que consiguió dormirse, Don León le vio moverse de una manera rara y agitar las patas como si tuviera un extraño sueño. En otra ocasión le pareció oírlo pronunciar alguna palabra.
- No se preocupe, ya se le pasará -intentaba conformarle.
- Los gatos son muy raros.
- Yo nunca he tenido animales pero le comprendo.
- Cuando nació era como una bolita de lana.
- Pues sí...
Una mañana que fui al colmado, vi a Don León con su gato muerto entre los brazos. Lo dejó sobre la barra y cerró la puerta.
- Pobrecillo... -no dejaba de murmurar.
- ¿Qué le ha pasado?
- Se ha muerto.
- Ya lo veo, pero quiero decir si fue de repente o qué le pasó al pobre animal.
- Sobredosis -dijo Don León.
- ¿Qué?
- Sí, le di unas cuantas pastillas y mira lo que ha pasado.
- ¿Pastillas al gato?
- Sí, para que durmiese tranquilo
- ¿Y cuántas le dio?
- Un montón.
Me costaba creerlo. Sólo le faltaba un cartelito con el precio.
- Ahora llamaré a la funeraria -dijo Don León.
- ¿Le parece necesario?
- Claro, quizá pida otro servicio para mí.
- ¿Para usted?
- Yo no puedo vivir sin mi gato, por ello he pensado que quizá sería mejor...
En ese momento el gato se agitó sobre la barra y soltó un maullido placentero.
- ¡Está vivo! -exclamó Don León.
- Sólo estaba dormido, demasiadas pastillas- le dije.
- Este es un mundo mágico.
- Tiene razón, Don León. Parece el sueño de un gato. |
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