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03 » Mar 2008 |
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Haruki Murakami: “El año del spaghetti” |
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Hace un tiempo leí este relato en The New Yorker. Es de un escritor excepcional y adictivo, Haruki Murakami.
Por Haruki Murakami
1971 fue el Año del Spaghetti.
En 1971, yo cocinaba spaghetti para vivir y vivía para cocinar spaghetti. El vapor creciendo desde las ollas, eran mi orgullo y mi goce, la salsa de tomate burbujeando en la cacerola, la gran esperanza de mi vida.
Fui a un negocio especializado en cocina y compré un cronómetro y una enorme olla de aluminio lo suficientemente grande como para bañar a un pastor alemán dentro, luego fui a todos los supermercados que proveían a los extranjeros de variadas especias de extraña pronunciación. Conseguí un libro de cocina dedicado a pastas en la librería y compré tomates por docenas. Me aprovisioné de todas las marcas de spaghetti que pudieron sostener mis manos y cociné cada salsa conocida por el hombre. Delgadas capas de ajo, cebolla y aceite de oliva lanzado al aire, formaban luego una armoniosa nube que penetrada cada esquina de mi pequeño departamento, impregnando el piso, el techo y las paredes, mis ropas, mis libros, mis discos, mis raquetas de tenis, mis fardos de viejas cartas. Era una fragancia que se podría haber olfateado en los antiguos acueductos romanos.
Esta es la historia ocurrida el año del Spaghetti, 1971 A.D.
Por regla, cocinaba el spaghetti y, yo mismo, lo comía. Estaba convencido de que el spaghetti era un plato que se disfrutaba mejor en soledad. No puedo explicar porque sentía esto pero así eran las cosas.
Siempre tomaba té con mi spaghetti y lo acompañaba con una simple ensalada de lechuga y pepino. Por supuesto que yo tenía una gran cantidad de ambos. Colocaba cada cosa ordenadamente sobre la mesa y disfrutaba de una tranquila comida, dándole una hojeada al periódico. De domingo a sábado, un Día del Spaghetti seguía al otro. Y cada nuevo domingo comenzaba una semana dedicaba a una nueva marca de spaghetti.
Cada vez que me sentaba frente a un plato de spaghetti -especialmente en una tarde lluviosa- tenía la clara sensación de que alguien estaba por tocar a mi puerta. La persona que yo imaginaba iba a visitarme era siempre distinta. A veces era un extraño, a veces alguien que conocía. Una vez fue una chica de piernas delgadas con quien había salido en la secundaria, en otra, era yo mismo, el de unos años atrás, quien había venido a visitarme. En otra oportunidad, fue William Holden con Jennifer Jones del brazo.
¿William Holden?
Sin embargo, ninguna de esas personas se aventuró en el interior de mi departamento. Todos permanecieron del otro lado de la puerta, sin golpear, como fragmentos de la memoria, y luego se marcharon sigilosamente.
Primavera, verano, y otoño, cocinaba y cocinaba, como si cocinar spaghetti fuera un acto de venganza. Como una chica solitaria, a la que dejaron plantada, arrojando viejas cartas de amor al fuego, yo echaba una mano de spaghetti detrás de la otra dentro de la olla.
Tomaba las pisoteadas sombras del tiempo, las amasaba con la forma de un pastor alemán, las echaba en el agua hirviendo, y las espolvoreaba con sal. Luego permanecía atento a la olla, con palillos extra grandes en la mano, hasta que el cronómetro daba su quejumbrosa nota.
Los spaghetti son un grupo astuto y no podía dejarlos fuera de mi vista. Si les hubiera dado la espalda, podrían haberse deslizado fuera de la olla y desaparecer en la noche. La noche prepara una silenciosa emboscada con la que esperara atrapar a los spaguettis pródigos.
Spaghetti a la parmigiana
Spaghetti al cartoccio
Spaghetti aglio e olio
Spaghetti alla carbonara
Spaghetti Della pina
Y luego, también, el lamentable, inconfesable spaghetti sobrante echado con descuido a la heladera.
Nacidos al calor los spaghetti surcaban el río de 1971 y desaparecían.
Lloro todo por ellos, todos los spaghetti de 1971.
Cuando el teléfono sonó a las 3 PM yo estaba despatarrado sobe el tatami. Miraba el techo.
Un claro de luz invernal se había formado en el lugar donde estaba acostado. Como una mosca muerta permanecía ahí, distraído, bajo un foco de diciembre.
Al principio, no reconocí el sonido del teléfono. Era más como un trozo de memoria desconocido que aun tenía la indecisión de colarse por entre las capas del aire. Finalmente comenzó a tomar forma, hasta que el ring del teléfono se volvió inconfundible. Era un ring cien por ciento real en la indiscutible realidad del aire.
Todavía recostado, alcancé el teléfono y levanté el tubo.
Del otro lado estaba una chica, una chica tan indistinta que bien podría haber desaparecido completamente. Era la ex novia de un amigo mío. Algo había pasado entre ellos, este tipo y esta indistinta chica, que los había llevado a romper. Yo, lo admito, había jugado con reticencia un rol en el inicio de su relación.
“Lamento molestarte”, ella dijo, “Pero ¿sabes donde está él ahora?
Mis ojos corrieron a lo largo del cable del teléfono. El cable estaba conectado, podía asegurarlo. Dirigí una vaga respuesta. Había algo siniestro en la voz de la chica, y cualquiera fuera el problema que se estaba fraguando yo no quería estar envuelto.
“Nadie me dice donde está él”, me dijo en un tono frío. “Todo el mundo pretende ignorar su paradero. Pero hay algo importante que tengo que decirle, por favor, dime donde está y te prometo que no te meteré en nada de esto. ¿Dónde está?”.
“Honestamente no lo sé”, le dije. “No lo he visto por un largo tiempo”. Mi voz sonó como si no fuera mía. Estaba diciéndole la verdad sobre que no lo había visto hace rato pero no acerca de la otra parte, yo sabía su dirección y su número de teléfono. Cada vez que digo una mentira algo raro le pasa a mi voz.
No hubo comentarios por parte de ella.
El teléfono era como una columna de hielo.
Luego todos los objetos que tenía alrededor se convirtieron en columnas de hielo, como si estuviera dentro de una historia de ciencia ficción de J.G.Ballard.
“De verdad no sé”, repetí. “Nos alejamos hace ya bastante sin decir una palabra”.
La chica se rió. “No me tomes por tonta. El no es así de listo. Estamos hablando de un tipo que tiene que hacer un montón de ruido no importa lo que haga”.
Ella tenía razón. El tipo realmente tenía pocas luces.
Pero yo no iba a decirle donde ubicarlo. Hacía eso, y el próximo en el teléfono habría sido él, regañándome. Iba a terminar metido en los problemas de otras personas. Ya había cavado un pozo en el patio trasero y enterrado todo lo que necesitaba enterrar. Nadie iba a desenterrarlo nuevamente.
“Lo siento”, dije.
“Yo no te gusto ¿no es así?”, dijo ella repentinamente.
No sabía que decir. No sentía una particular antipatía por ella. Ni siquiera tenía una verdadera impresión. Es duro tener una mala impresión de alguien de quien uno no tiene ninguna impresión.
“Lo siento pero estoy cocinando spaghetti en este momento”
“¿Lo siento?”
“Dije que estoy cocinando spaghetti”, mentí. No tenía idea de porque había dicho eso. Pero la mentira se había transformado en parte de mí de tal forma que al menos en ese momento no lo sentí como una mentira.
Fui y llene un imaginaria olla con imaginaria agua, prendí una imaginaria cocina con un imaginario fósforo.
“¿Y”, preguntó ella.
Y espolvoree imaginaria sal en el agua hirviendo. Poco a poco deslicé un imaginario puñado de spaghettis en la imaginaria olla, y coloqué el imaginario cronómetro en ocho minutos.
“Y…no puedo hablar. El spaghetti se va a pasar”.
Ella no dijo nada.
“Lo siento mucho pero cocinar spaghetti es una operación delicada”.
La chica permaneció en silencio. El teléfono en mi mano comenzó a congelarse otra vez.
“¡Podrías volver a llamarme?”, agregué apresurado.
“¿Porque estás cocinando spaghettis?”, preguntó.
“Si”.
“¿Estás cocinando para alguien más o vas comértelos solo?”.
“Me los comeré solo”.
Ella mantuvo la respiración por un largo rato, luego lentamente exhaló. “No hay manera de que lo supieras pero estoy en problemas realmente. No sé que hacer”.
“Lo siento, no puedo ayudarte, le dije.
“Hay dinero involucrado, también”.
“Entiendo”.
“El me debe dinero”, ella dijo. “Le presté dinero. No debería haberlo hecho pero lo hice”.
Permanecí en silencio por un minuto con mis pensamientos dirigiéndose hacia los spaghetti. “Lo siento”, le dije. “Pero tengo unos spaguettis para cocinar, de modo que…”
Ella emitió una risa lánguida. “Adiós”, dijo. “Saluda a tus spaguettis de mi parte. Y espero que te salgan bien”.
Pensar sobre spaguettis que bullen eternamente pero nunca están listos es triste, un asunto triste.
Ahora lamento un poco no haberle dicho nada a la chica. Tal vez debería haberlo hecho. Quiero decir, ella no tenía mucho de qué aferrarse: el cascaron vacío de un tipo con pretensiones artísticas, un gran conversador en quien nadie confiaba. Sonaba como si realmente estuviera apretada por el dinero, y, no importa cual sea la situación, uno debe devolver el dinero que pidió prestado.
A veces me pregunto que habrá pasado con la chica, este pensamiento aparece por lo general cuando estoy frente a un humeante plato de spaghetti. Después de que ella colgó el teléfono, ¿desapareció para siempre chupada por las sombras de las cuatro de la tarde? ¿Era yo en parte culpable de eso?
Sin embargo, Quiero que entiendan mi posición. En aquella época no quería estar envuelto con nadie. Por ese motivo me mantuve cocinando spaghettis, todo para mi. En esa enorme olla lo suficientemente enorme para contener un a pastor alemán.
Fuente: The New Yorker |
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27 » Feb 2008 |
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Novedades editoriales: Libros del Zorzal |
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Nacionalismo
Craig Calhoun
El nacionalismo es uno de los desafíos globales más acuciantes: exacerba conflictos étnicos, fomenta las guerras, pero también puede constituir una fuente de inspiración y de solidaridad social. A través de una descripción fascinante, Craig Calhoun considera las diversas manifestaciones del nacionalismo, su historia y su relación con el imperialismo y el colonialismo.
Desde una perspectiva moderna, el nacionalismo se diferencia del parentesco y de la pertenencia étnica. Constituye un discurso que influye sobre la política doméstica y las relaciones entre los Estados. Tomando ejemplos que van desde Eritrea hasta la ex Yugoslavia , pasando por China, Francia y Alemania, Calhoun explica el modo en que los límites nacionales y las identidades han llegado a resultar centrales para la era moderna.
Craig Calhoun es investigador y profesor de Ciencias Sociales en la Universidad de Nueva York. Asimismo, ha enseñado en China, Francia, Inglaterra y Noruega. Entre sus obras se destacan: Critical Social Theory: Culture, History and the Challenge of Difference (Blackwell, 1995), Hannah Arendt and the Meaning of Politics (Minnesota, 1997), Understanding September 11 (New Press, 2002), y Lessons of Empire (New Press, 2005).
India, Brasil y Sudáfrica
Compilador Juan Tokatlian
Este libro desarrolla una descripción profunda y exhaustiva de las nuevas potencias emergentes del Sur, India, Brasil y Sudáfrica que han constituido una iniciativa tripartita (IBSA) aspirando a influir en la política internacional mancomunando recursos, compartiendo intereses y consensuando políticas. En ese contexto, uno de los principales desafíos que confronta IBSA es la cuestión del liderazgo. Por ello, los poderes intermedios en las áreas donde operan dichas potencias deben entender las nuevas dinámicas regionales y mundiales y definir una estrategia correspondiente para que el Sur, en su conjunto, gane más incidencia en las relaciones internacionales contemporáneas.
Los ensayos acá incluidos fueron presentados y discutidos en un seminario internacional organizado por la Universidad de San Andrés y Le Monde diplomatique y realizado en el Auditorio de la Fundación OSDE en Buenos Aires a fines de mayo de 2006. En esencia, se trató de analizar y debatir la evolución de la iniciativa conjunta de India, Brasil y Sudáfrica, tanto desde una perspectiva conceptual como empírica, y con especial énfasis en su proyección regional, en los temas de seguridad y en los vínculos con la política mundial.
Juan Gabriel Tokatlian (1954): Sociólogo argentino (1978) obtuvo una Maestría (1981) y un Ph.D. (1990) en Relaciones Internacionales de The Johns Hopkins University School of Advanced International Studies en Washingon, D.C. (Estados Unidos). Se desempeña actualmente como Profesor de Relaciones Internacionales en el Programa de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad de San Andrés (Victoria, Provincia de Buenos Aires, Argentina). Sus últimos textos, publicados en Buenos Aires se titulan Hacia una nueva estrategia internacional: El desafío de Néstor Kirchner (2004) y Globalización, narcotráfico y violencia: Siete ensayos sobre Colombia (2000).
La sociología sagrada del mundo contemporáneo
Georges Bataille
“¿Quién pretendería responsabilizar en Alemania a este inocente, a este estúpido hombre del montón por todo lo que se agita bajo el cuero cabelludo de Adolf Hitler? Está tan recorrido como cualquiera por corrientes de una intensidad extrema de las cuales no comprende sino pocas cosas, que él no ha elegido y cuyas consecuencias mide de manera equivocada. Ahora bien, lo que pido aquí con insistencia es que estas corrientes sean estudiadas y que dejemos de hablar tanto de Adolf Hitler como de los hombres del montón que el día de hoy lo aclaman.”
Este texto, inédito en español, fue pronunciado por Bataille en un ciclo de conferencias presentadas en el Collège de France. La fecha: 1938, un poco antes de los acuerdos de Munich y de la Segunda Guerra Mundial. A través de rodeos que le son familiares, el autor logra dar cuenta de la gravedad del tiempo que le toca vivir.
Georges Bataille nació en Billom, Francia, en 1897. Fundador de numerosas revistas y grupos de escritores, dejó una obra abundante y diversa: cuentos, poemas y ensayos. Durante su vida fue relativamente poco conocido, pero ejerció una influencia considerable sobre autores de generaciones posteriores, como Michel Foucault, Philippe Sollers y Jacques Derrida. |
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26 » Feb 2008 |
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Antonio Orlando Rodríguez, ganador del Alfaguara |
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Hace un rato se anunció el nuevo ganador del Premio Alfaguara de Novela 2008:
El escritor cubano Antonio Orlando Rodríguez ha sido galardonado con el Premio Alfaguara de Novela 2008, dotado con 175.000 dólares (unos 118.150 €) y una escultura de Martín Chirino, por la obra Chiquita.
El jurado, presidido por Sergio Ramírez y compuesto por Ángeles González-Sinde, Jorge Volpi, Guillermo Martínez, Ray Loriga y Juan González, ha destacado que «es una novela a la vez elegante y llena de vida, con una notable gracia narrativa y una imaginación sin descanso, que despliega, como una inmensa partitura de ejecución precisa, la época y la vida de un personaje extraordinario, la liliputiense cubana Espiridiona Cenda, bailarina y cantante de los teatros de variedades de principios del siglo xx, llamada en su vida artística ‘la muñeca viviente’. ‘La novela, concebida como una autobiografía dictada en la vejez a un periodista que trata de cotejar verdad y exageración de cada peripecia, avanza desde la infancia de Chiquita en la Cuba del esclavismo y la colonia a su salto, en la primera juventud, a los escenarios más importantes de Estados Unidos y Europa, con el trasfondo a la distancia de la guerra de los mambises por la independencia y las intrigas diplomáticas que envuelven a la protagonista. Por detrás del afán de Chiquita en retratarse como una gran estrella siempre brillante, se deslizan de a poco las sombras de la decadencia, los desengaños amorosos, la lenta relegación a las ferias de freaks, y el drama íntimo de una artista que no quiere resignarse a ser exhibida como un mero fenómeno de circo. Una novela ambiciosa que reconstruye la época de máximo esplendor de los teatros de variedades, y logra traer otra vez a la vida, en todo su genio, su crueldad y su encanto, a un personaje inolvidable».
El fallo de la XI Edición del Premio Alfaguara se ha celebrado en el Salón de Actos del Grupo Santillana en Madrid.
La novela: Chiquita
Espiridiona Cenda, a la que todos llaman Chiquita, es una enana nacida en 1869 en la provincia cubana de Matanzas. Pese a sus 65 centímetros de altura, alcanzó la gloria en París y Nueva York y en otras muchas ciudades. Su presencia aseguraba el éxito. Trabajó en circos, espectáculos de vaudeville y teatros, viajó por todo el mundo, conoció a Sarah Bernhardt, y tuvo innumerables amores y pretendientes. Su tamaño no obstaculizaba su espléndida y proporcionada belleza que la convirtió en modelo para los artistas. Destacó también por su inteligencia. Sin instrucción alguna, empezó a leer a los tres años y llegó a dominar varios idiomas. Gozó de la fama tanto como del misterio. En un colgante esférico de oro macizo que le regaló el tercer hijo del zar Alejandro II, veía su futuro. Al final, el depositario de sus memorias escribe su apasionante vida.
Desde el principio la novela engancha al lector por su frescura narrativa, por el interés de tan singular personaje y por su capacidad para, mezclando la verdad histórica y diversos guiños al realismo mágico, desplegar múltiples circunstancias, ámbitos y caracteres en una trayectoria que abarca casi cien años.
Chiquita es la historia de un sorprendente triunfo, de una época entre dos siglos y de las dos ciudades que representaban la modernidad. Chiquita es la gran historia de sus amores, sus aventuras y desventuras. La de su familia y, a través de ellos, la de la guerra entre Cuba y España. También la de la hermandad secreta de enanos a la que Espiridiona forma parte, incluso sin proponérselo. Y, en general, la del fogoso comienzo del siglo XX en Nueva York y en París, la de los artistas más famosos de la época y la del asombro de un mundo que, aún pleno de magia y misterio, se enfrenta a todos los milagros de la tecnología y de la mecánica.
Antonio Orlando Rodríguez nació en Ciego de Avila, Cuba, en 1956. Escritor, editor y periodista. Licenciado en Periodismo en la Universidad de La Habana. Ha residido en Costa Rica, Colombia y, actualmente, en Estados Unidos. Es autor de la novela para adultos Aprendices de brujo (Alfaguara, 2002, Rayo/HarperCollins, 2005), de los libros de cuentos Strip-tease (1985) y Querido Drácula (1989) y de la obra de teatro El León y la Domadora (1998). Su bibliografía incluye también investigaciones literarias como Literatura infantil de América Latina (1993), Panorama histórico de la literatura infantil en América Latina y el Caribe (1994), Puertas a la lectura (1993) y Escuela y poesía (1997). A lo largo de su carrera ha publicado numerosas obras para niños y jóvenes, entre las que se encuentran El rock de la momia, Mi bicicleta es un hada y otros secretos por el estilo, La isla viajera, ¡Qué extraños son los terrícolas! y La maravillosa cámara de Lai-Lai |
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26 » Feb 2008 |
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Raúl Núñez |
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Raúl Nuñez, fue un sobresaliente escritor argentino que vivió y murió en España. Publicó poemas, relatos y novelas. Dos de ellas figuran entre lo mejor que se ha escrito en nuestra lengua en los últimos años. Les recomiendo "Sinatra" y, mi preferida, "La rubia del bar". De ambas se hicieron películas. Falleció a los 50 años. Les dejo un relato que tomé de un sitio en el cual se recopilan sus trabajos para una publicación española.
Raúl Núñez: relatos
Cada día iba al colmado de Don León, salvo los domingos en que estaba cerrado, y le compraba alguna tontería que me hiciera falta.
Solía quedarme allí un rato, hablando con él, y era un viejo bastante agradable que vivía con su gato al que quería mucho.
Pero en los últimos días tenía problemas con el gato, ya que éste no dormía y hacía cosas raras por las noches. No hacía mucho se lo había encontrado sobre su cabeza y le daba por maullar para que le dieran comida.
Pero eso no era todo.
Una noche en que consiguió dormirse, Don León le vio moverse de una manera rara y agitar las patas como si tuviera un extraño sueño. En otra ocasión le pareció oírlo pronunciar alguna palabra.
- No se preocupe, ya se le pasará -intentaba conformarle.
- Los gatos son muy raros.
- Yo nunca he tenido animales pero le comprendo.
- Cuando nació era como una bolita de lana.
- Pues sí...
Una mañana que fui al colmado, vi a Don León con su gato muerto entre los brazos. Lo dejó sobre la barra y cerró la puerta.
- Pobrecillo... -no dejaba de murmurar.
- ¿Qué le ha pasado?
- Se ha muerto.
- Ya lo veo, pero quiero decir si fue de repente o qué le pasó al pobre animal.
- Sobredosis -dijo Don León.
- ¿Qué?
- Sí, le di unas cuantas pastillas y mira lo que ha pasado.
- ¿Pastillas al gato?
- Sí, para que durmiese tranquilo
- ¿Y cuántas le dio?
- Un montón.
Me costaba creerlo. Sólo le faltaba un cartelito con el precio.
- Ahora llamaré a la funeraria -dijo Don León.
- ¿Le parece necesario?
- Claro, quizá pida otro servicio para mí.
- ¿Para usted?
- Yo no puedo vivir sin mi gato, por ello he pensado que quizá sería mejor...
En ese momento el gato se agitó sobre la barra y soltó un maullido placentero.
- ¡Está vivo! -exclamó Don León.
- Sólo estaba dormido, demasiadas pastillas- le dije.
- Este es un mundo mágico.
- Tiene razón, Don León. Parece el sueño de un gato. |
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25 » Feb 2008 |
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Novedades 2: Anagrama |
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Pétalos y otras historias incómodas
Como vistos a la luz de una radiografía, los personajes de este libro muestran todo aquello que el ser humano desearía ocultar. Cada uno de los relatos pone de manifiesto una locura inquietante y distinta, la excentricidad inconfesable en que se cifra toda una existencia: un fotógrafo parisino al que sólo le interesan los párpados, un oficinista japonés que descubre su extraña afinidad con las cactáceas, una modelo que oculta un tic desde su infancia, una niña que intenta, a su manera, luchar contra la muerte, un olfateador de sanitarios para damas... Con un estilo irónico y de falsa ingenuidad, la autora nos introduce en la vida de hombres y mujeres en apariencia normales que sin embargo conforman ese enorme ejército de inadaptados. Este libro defiende la idea de que la verdadera belleza se encuentra precisamente en todo aquello que incomoda a la vista.
Guadalupe Nettel nació en ciudad de México en 1973. Es autora de dos libros de cuentos: Juegos de artificio y Les jours fossiles. en 1992 obtuvo el Prix de la Meilleure nouvelle en Langue Française para países no francófonos de Radio France Internationale. Colabora, desde hace varios años, con distintas revistas y suplementos literarios francófonos e hispanoparlantes como Lateral, Paréntesis, La Jornada Semanal, L'atelier du roman, L'inconvénient. Recientemente se ha doctorado en literatura en la Universidad de París. El huesped es su primera novela, publicada simultáneamente en castellano y francés (Actes Sud). Pétalos, ha sido galardonado con el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen en México. |
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