Amy Whitehouse es el whisky de las buenas noches. El beso que te estremece. Los ojos que te pierden. Su voz ardiendo exhalta tus venas tibias. Como un tigre hambriento. Como un espíritu demoniaco. Y yo quiero que Amy sea como el viento y viva para siempre. Que su canción se escuche en mis sueños más intensos. Que me acompañe en mi último día sobre la faz de la Tierra. Quiero Amy venga al sur y harme un maravilloso despelote. Que cruja. Que reine. Que sea.
Eso: "I can't help ya if you won't help yourself
I can't help ya if you don't help yourself
You can only get so much from someone yeah
You can get so much from me
I can't help ya if you won't help yourself"
Elvis, la pelvis. Con esa breve definición bastó, durante muchos años, para retratar la figura del mayor cantante de rock, blues y country de la historia.
No siempre fue de este modo. Elvis Presley supo de la gloria, el ocaso y el renacimiento en vida. Luego, después de muerto en circunstancias poco claras, vendría su leyenda.
Este vertiginoso andar le permitió ubicarse en cada género según se lo dictaba un reloj interior de perfecto funcionamiento. Tratándose de música, no falló. Otra historia resultó de su lastimoso paso por el cine.
Su estilo vocal y su prestancia artística sobre el escenario, serían el nexo entre la cultura negra y la furia anglosajona. Nunca hasta la aparición de Elvis, el sonido afroamericano encontró un traductor tan exquisito, tan global y bien dotado para avanzar hacia una mixtura universal de su sonido. El rock hermanado con el soul y pariendo, por proyección y necesidad, al pop.
Domingo: Una canción y un poema para irse a dormir.
Perdida tu mirada, sobre la cúpula negra de la nada. Apenas el sonido de una canción atravesando tus oídos. Una copa de Martini con mucho hielo. Los amigos en el bar, esperando por ti. Pero tú que vives en Nueva York, entre las hojas de los libros y en el sur del mundo al mismo tiempo, permaneces ausente. Los pequeños demonios revolean tu cabeza. A alguien misterioso y conocido le dices: Cuando amanezca. Ven conmigo.
Fue un ángel caído. Y su derrumbe contribuyó a cimentar su leyenda. Aprendió como ser un mejor músico. Cuando ya había sido alumno presencial de todas las viles lecciones que puede darte esta vida, cayó desde el balcón de un edificio. Antes su rostro transfiguró del de James Dean al de Keith Richard. Probó la dulzura del sonido. También el sabor empalagoso y letal de la heroína. Entre dos mundos colosales repartió sus fuerzas hasta perder el alma. Bird, despidió a todos cuando supo que Chet Baker estaba en la sala. Nadie podía tocar como él. Fue la voz perfecta, fue la textura de una trompeta Zen. Fue el filo y el terciopelo. Nunca pretendió estar atado a las alturas aunque su existencia resultó un desafío propio de un equilibrista. Sin red, perdido, encontrado, Chet Baker, el niño hermoso, el anciano prematuro, quiso ser entendido por su audiencia.
Uno de sus discos consagratorios fue editado en la Argentina: “She was too good to me”. Estando en ninguna parte, Chet, vuelve a estar cerca.
Te queremos, viejo amigo.
Verano de 1952, Los Angeles. Chet Baker se entera que esa misma tarde Charlie Parker iba a tomar audiciones. Tenía 22 años.
Según el relato del propio Baker : “Fue por medio de Dick Bock. Creo que él le habló de mí a Bird y me mandó un cable avisándome de la prueba para trabajar con Bird trece semanas en el club Tiffany. Me presenté y después de estar unos minutos acostumbrándome a la penumbra, me percaté de que allí estaban todas las trompetas de Los Angeles: Jack Sheldon, los hermanos Candoli, todos… Bird acabó de tocar con uno de los trompetistas que hacía la prueba, cogió el micro y dijo: ¿Está ahí Chet Baker? Subí, tocamos juntos dos temas. Paró la audición, les dio las gracias a todos y dijo que me contrataba para este trabajo”. A Bird le quedaban tres años de vida.
Y luego en su autobiografía, “Como si tuviera alas. Las memorias perdidas de Chet Baker”, el músico revisa la anécdota:
“Un día de verano del 52 volví a casa y me encontré un telegrama bajo la puerta. Era de Dick Bock, creo recordar, y decía que Charlie Parker iba a realizar una audición para trompetistas, pues buscaba uno para unas cuantas fechas en diversos lugares de California. La audición iba a celebrase ese mismo día a la tres de la tarde en el Tiffany Club. Me apresuré todo lo que pude y llegué con un poco de retraso; desde afuera oí a Bird repasando un tema con algún trompetista. Al entrar en la penumbra del local adiviné a Bird en el escenario, volando en pleno blues. Me quedé sentado un par de minutos, mirando a mi alrededor. Reconocí a muchos trompetistas; había bastantes conocidos que de alguna manera se habían enterado de que Bird iba a estar allí. Vi que alguien se acercaba al escenario y le decía algo a Bird. Me sentí incómodo, mejor dicho muy nervioso, cuando preguntó al gentío si estaba yo en la sala y si estaba dispuesto a subir a tocar con él. Se había saltado a un montón de instrumentistas, algunos de los cuales tenían bastante más experiencia que yo y eran capaces de leer cualquier partitura. Tocamos dos temas. El primero fue The song is you y luego hicimos un blues escrito por el propio Bird en clave de sol, que titulaba Cerril. Por suerte, yo lo conocía. Después anunció que la audición había terminado, dio las gracias a todos y dijo que me contrataba para la gira. Hicimos dos semanas en el Tiffany tocando con Scatman Crothers, aunque la verdad es que bien pudo ser Harry The Hipster, no recuerdo bien. En cualquier caso, era increíble estar en el escenario con Bird”.
A pesar de su vida apurada Baker sobrevivió. En 1968 perdió la mandíbula, una paradoja siniestra para un trompetista. Se especula con que sus “camellos” le quisieron dar una eterna lección por no haberles pagado su dosis periódica de heroína. No es poco quitarle “esa” parte de su cuerpo a uno de los más brillantes trompetistas de todos los tiempos. Pero con la mandíbula partida y todo, y después de un duro purgatorio en una estación de servicio donde debió trabajar para ganarse el pan mientras se recuperaba, volvió a los escenarios. Y con un sonido nuevo. Su boca maltrecha creó matices de ensueño a partir de 1973.
Grabó a partir de ese momento en Estados Unidos. Alemania, Francia. Chet estaba de vuelta. El 13 de mayo de 1988 alguien o él mismo, lo lanzó por la ventana de un hotel en Amsterdam. Fue su último golpe contra la tierra.
Decía Chet, de su forma de tocar la trompeta, su estilo: “Opto por el lado oscuro, un poco por debajo de la tonalidad, no llegando realmente al bemol, pero sí un poco bajo. Prefiero afinar ligeramente bajo y luego tocar en el tono”.
Fabio Lacolla, de nombre profesional Dr. Poroto, es el hombre que atiende como terapeuta a bandas y figuras del rock. También es un pensador contemporáneo y un músico en pleno uso de sus poderes que dentro de unos días andará de gira por el Valle presentando su disco “Trapos al sol”. Con este pretexto charlamos hace unas horas.
-Dr. Poroto ¿me puede contar como a un chico un cuento de las últimas noches su álbum Trapos al sol?
-Había un monito que tenía siete dedos en cada mano y eso lo convertía en ambicioso porque quería agarrar más cosas de las que podía. Si agarraba un taza también agarraba la cucharita y revolvía con una sola mano, si agarraba el lápiz lo hacía junto a la goma por las dudas. Lo que le pasaba en las manos también le empezó a pasar en la mente tanto que, poco a poco, se fue convirtiendo en un monito polivalente que canalizaba esa polivalencia a través de la composición y las letras, pero... cuando quiso grabar un disco tuvo que hacer gala de su especie y convertirse por unos minutos en monovalente. Encontró el nombre de su cd mirando una lianas con pieles de cordero colgando como trofeos y pensó que eso, que para algunos era una verguenza, para otros era un signo de valentía... un verdadero mono valiente. -Dicho esto ¿qué es lo que ha ventilado?
-"Trapos al sol" ventila mi hipótesis de que el humor es un recurso de amparo. Me valgo de la comedia para hablar de los dramas de la gente y convierto, a través de los diferentes estilos musicales, los dramas en comedia. Un pésimo optimista. -¿Cómo definiría su música y su arte?
-Mi música es un city tour. La canción Trapos al sol, que inaugura el álbum, le dice al oyente que se acomode en sí mismo porque empieza un viaje donde todos podemos ser cualquiera. Me gusta que un reggae sea visitado por una chacarera, un ska por unos compases funkeros y un tango por un punchi punchi. Des-generarse es liberarse de la severa solemnidad que tiene oculta el rocanrol, el purista es un albino en la playa. -Dijo usted: "Cuando grabás un disco ya no te podés morir. Las melodías y los acordes te hacen inmortal", ¿y ahora que queda?
- "El pez no sabe que vive en el agua" entonces después de un disco solo nos resta hacer vida de pescado, los peces nunca duermen por eso no tienen conflicto con los colchones. No hay objeto que angustie más que un colchón, por él se derraman todos los fluidos. El problema de la inmortalidad es no poder disfrutar de la gambeta a la muerte porque se produce lo que se llama
la caída en la inmediatez que es cuando un chico que camina olvida que gatea. Alguien inventará en unos años un disco cuyas canciones, después de ser oídas 5.000 veces, cambien automáticamente todos los arreglos y se conviertan en otra cosa, eso si que es ser inmortal carajo! -¿Con qué nos encontraremos en su serie de show por el sur?
-En principio conmigo, luego con show integral (porque me va acompañar el cuentista local "El Hache" decorando con sus relatos algunas canciones) e integrador porque con la banda estamos en permanente conexión con el público. Presentaremos un show divertido y diverso donde básicamente tocamos
los temas del disco y algunas sorpresitas preparadas para la ocasión. No es una gira más para mi, me liga con el Alto Valle un amor especial ya que hace diez años que vengo todos los meses a dar clases a las Escuelas de
Psicología Social de NQN y ROCA y tengo gente que quiero profundamente. Así que, a la adrenalina de tocar en tres ciudades, se le suma la emoción de hacerlo para la gente que aprendí a querer. -Fuera de libreto: ¿qué se puede hacer con Charly García?
-Lo de Charly trasciende la psicopatología, es claramente un problema sociopatológico. Sufre lo que yo llamo el "Síndrome Fade Out" que es cuando uno se va apagando porque no encuentra como darle un final a las cosas que le duelen. (Recomiendo escuchar "Subversivo" de "Trapos al sol"). A Charly hay que dejarlo descansar, creo que Bs. As. no le hace bien, debería pasar una temporada en otro lado. De nada sirve su autocrítica si además no la hace también el periodismo y sobre todo sus fans. Muchos de sus seguidores compulsivos siguen viendo en él lo que fue y le toleran cualquier cosa. Pasa que los genios están en franca extinción y el público no les perdona el reposo vitalicio en una silla de mimbre. -¿Le daría algún consejo profesional?
-Say More, say anything.
Fechas en el Valle
Neuquén
Viernes 15 a las 22, 16 en Juan B. Justo 646.
Roca
Sábado 16 a ñas 0,27 en Casa de la Cultura de Roca.
Cipolletti
Domingo 17 a las 23,14 en Irigoyen y Belgrano de Cipolletti.
Abajo, en pdf, el texto "Síndrome Fade Out", con el que Fabio Lacolla ha definido a García.
