Una canción gospel, el coro de una iglesia, un barrio en New York. Y una nueva música da nacimiento. Uno de los mejores momentos de este documental llamado "Rattle and Hum" y que retrata un momento en la historia de U2.
Esta historia se sitúa en un lugar de nombre extraño, Reykjavík, capital de Islandia. Pensándolo bien, tampoco estoy seguro de que califique como historia. Es, en realidad, una canción interpretada en vivo en el otro extremo del mundo. Fueron la manera en que sus compositores la respiran, la vitalidad que imponen sobre el escenario y la estética que despiden en su transcurso, mezclada con una infantil alegría, algunos de los motivos que me llevaron a pensar que, así en vivo, “Gobbledigook”, del último álbum del grupo islandés “Sigur Rós”, merecía ser calificada como un relato literario o un acto de exquisita inspiración.
El disco se llama "Með suð í eyrum við spilum endalaust", que en castellano significa "Con un zumbido en los oídos tocamos eternamente". Al escuchar “Gobbledigook” por un momento pensé que se trataba de un grupo de electrofolk argentino que se había pasado de vino tinto. Pero no. Muy lejanos a nosotros estos islandeses juegan con una base que resulta sospechosa y maravillosamente, debo agregar, folclórica. Semeja un malambo. Sin embargo, justo cuando estaba por lanzarme en velocidad hacia el zapateo con una variable de frío, soledad y paisajes perfectos, pues ¡oh sorpresa!, ahí es cuando Jón Þór Birgisson, líder del grupo, irrumpe con una dulce melodía en otro tiempo. Su voz delicada y fugaz se superpone al primer telón rítmico y que remite a una balada de piano tocada junto al mar para delfines y sirenas. La combinación te deja atónito.
Del disco pasé al Youtube. Allí encontré la versión en vivo ocurrida en la capital de Islandia a mediados de este año. La escena parece sacada de un circo. Hay una banda de músicos vestidos de blanco que ocupan funciones diversas, unos aporréan bombos, otros hacen palmas en un contratiempo característico del flamenco y otros ayudan en los coros. Visten con ropas semejantes a los antiguos trajes militares de gala. Pero esto no es homogeneo. El resto de los integrantes lleva vestidos neo hippies. El baterista Orri Páll Dýrason, además, se ha puesto una especie de corona artesanal de varios colores.
Luego de las presentaciones formales por parte de Jón Þór Birgisson, que incluye una sonrisa cómplice y un puño en alto para una Bjork disfrazada de pájaro, la música da inicio. No. La música explota.
Un simpático “lalalalalala” precede al malambo enloquecido del que hablaba al principio. Luego la voz en falsete del cantante acompañada por una guitarra acústica a la que no deja de rasguear con energía se imponen a ese tiempo folclórico que queda repicando atrás. Pero cuando las frases acaban, los tambores, la batería y todos los instrumentos de percusión presentes revolucionan el escenario.
Jón Þór Birgisson también porta uno de esos trajes extraños aunque el suyo es negro, y atrás, donde comienza su cuello, uno puede descubrir un adorno compuesto de plumas. Jon es un ave que invita a la libertad. Su mirada es portadora de un éxtasis que entusiasma más aun tomando en cuenta las poses típicamente sombrías de los rockers de hoy. Hacia el final, cuando sus ojos otean el horizonte poblado por miles de personas, la banda se dirige hacia el último eslabón de un círculo sagrado. El universo de 4 minutos empieza a tomar una forma definitiva para luego desvanecerse. Otra vez estalla la tierra, ya no hay voces, sólo queda la percusión infernal pero llena de dicha.
La letra de la canción acaso es una anécdota que puedes traducir con la piel. Traducida del islandés al inglés al castellano, queda así: “Tu sombrero vuela en el aire/Cierras el paraguas por dentro demasiado seguido/Oh no, no, oh/Tus techos vuelan hacia un mar tormentoso/Pelo de accidente vascular y peinado al viento/viento en tu pelo/viento en tu pelo”.
Tiene el nombre de un amigo de la infancia: José Gonzalez. Es uno de los músicos suecos independientes más respetados de Europa y su nombre le viene de padres argentinos. Sus influencias son amplias y exquisitas: Chet Baker, Cat Power, Tortoise y Joy Division, entre otros. Sus canciones son simples aunque siempre andan tras la búsqueda de un sonido natural que nos hace quedar en trance. Ha recibido críticas sobresalientes de todos los medios europeos que uno pueda imaginarse y su nombre y su música fueron presentados por "The Guardian" y "BBC". Aquí puedes escuchar sus discos Una biografía de José Gonzalez
Esta es una entrevista que me debía y le debía en cierta forma a Luis Andrade. Buen amigo, fraterno compañero de charlas que se extienden en el horizonte del Valle, Luis y su música me hacen recordar del mejor modo posible por qué este rincón del mundo es tan bello y por qué vivo donde vivo. Hace ya un tiempo, escuchando su disco a miles de kilómetros de aquí, se me reveló el sonido de la sirena del tren y en apenas una fracción de segundo estuve otra vez en la Patagonia norte. Entre el desierto y los ríos. Afuera del bar mientras la noche avanza y nosotros ideamos formas de engañar a Dios. Así de fuerte es la energía que atraviesa cada una de las canciones y protocolos de Luis. Este domingo a las 23 presentará en Donato, Neuquén, su disco “Palmieri Beach”. Un disco excelente, por cierto. Lo hará junto a una banda de destacados músicos: Pepe Lusardi, en piano, Mario Silveri, en saxo y Mauricio Costanzo, en batería.
-Hablemos de Palmieri Beach, ¿por qué no me lo cuentas como el hijo artístico que es?
-El disco es fruto de una vida cantando, de haberme animado a sentir y expresarlo en una cancion, es un resumen de maestros, de los grupos que tuve, de los artistas que me impactaron, de los libros que leí, las peliculas, los cuadros, un montón de cosas. Dicen que el primer disco es el más complejo por la cantidad de sensaciones que uno desea contar, a veces se abarroca pero llendo más a tierra fue la inquietud de Andrérs Fuhr la que disparó el comienzo. Me dijo: luis, hagamos tu disco, loco. Y lo hicimos.
-Hay una canción que te represente especialmente y una que te resulte ajena en este disco.
-Hay canciones de distintas epocas, algunas de antes del viaje -a Europa donde Luis permaneció por espacio de 3 años entre Bélgica y España-, otras que me traje de allá, y luego las que salieron por estar ya en la cocina de la preproducion, creo que “Mitades en el sur” me representa en lo melodico y poético. Es una mirada muy cercana a lo que sentía estando afuera, conociendo, creciendo pero extrañando mucho. “La vida en una cornisa” es mi favorita orquestalmente pues de una canción con guitarra sola tipo cantautor aparece el arreglo para piano contrabajo bateria y saxo. Los chicos hacen un trabajo hermoso vistiendo la canción y dejándola lucir. Y “La zamba mía” porque cuenta como me atravieza el folclore, mi paisaje, los espacios y esa necesidad de hacerlo de acá, con la meseta, y el rio y el viento. Que suene a sur. - “Palmieri Beach”, es también, creo, una deuda pagada con vos mismo pero ¿cual es tu idea de un próximo disco que sería distinto en muchos sentidos?. En principio, vendría después del viaje a Europa, después de la sensación de lo "debido", y de la paternidad, claro.
-Exacto, la paternidad, viajar, el disco. Tendría que plantar el sauce que me debe nuestro amigo en común Fernando Genoud. Estoy ya pensando en ese disco y creo que va a ser austero. Me imagino guitarra contrabajo y percusión, utilizando un instrumento de color en cada tema, un acordeón, un violín, un clarinete. Seria bárbaro, mucho espacio y cantar -Disculpa la intromisión, pero te veo capaz de elaborar una idea de folclore electro dance, es decir, una modalidad de folclore, fusión, rock and pop, combinatoria que es dificil de encontrar en muchos músicos. ¿Qué me cuentas?
-Ja, me suena fuerte, pero no le tengo miedo a la electrónica ni a texturas que te brinde ese recurso si hace a la trama del sonido que persigo. Es cierto que un tema con esa instrumentacion no entraría en el disco que te dije arriba pero me gusta investigar y explorar con musicos que dominen otras estéticas y aportar lo que uno trae. -¿Qué es lo mejor que te han dicho de Palmieri Beach?
-Algo lindo me escribio Jesús Fernandez, muy buen pianista que anda por el mundo, en myspace. Me dice no sé como suena la musica de estos lados (sur, Patagonia) pero me gustaría que fuera asi: muy generoso. -Te dejo este espacio en blanco para que invites a tu público a escucharte este domingo en Neuquén
-Este domingo invito a la gente que se quiera acercar a ver cinco musicos haciendo “Palmieri Beach”, y otra canciones. Nos llevamos muy bien, y celebramos abordando cada tema. Pero lo recrean frescos y nuevos cada vez. Estoy feliz de haberlos juntado para que compartan este trabajo conmigo y es un orgullo mirarlos elevar mi musica.
Y cada tanto nos pasa. Que escuchamos una canción, leemos un libro, vemos una película, y queremos que algún amigo sea parte del ritual. Que experimente a su modo, lo que el arte nos ha hecho vivir. Eso me pasa por estos días con Sigur Rós, que me quedaría en la esquina diciendo lo bueno que son. Acá un video en vivo, junto a Bjork, en el que interpretan un tema que escuché días atrás y que también recomendé en el blog.