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25 » Oct 2007 |
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Poema de jueves por Jorge Castañeda |
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MI ESPERANZA BARCO SUR
Barco herido piedra soy
escorial prisma de luz
un color una substancia
por mis venas sangre azul.
Caballero solo nácar
corazón a contraluz
y una lluvia monocorde
de tristezas en azul.
Soy estrella de los cielos
me lastima la inquietud
pedregal picada abierta
y esta pobre latitud.
Viento torpe catedral
la meseta una virtud
caracolas y gaviotas
mi perdida juventud.
Sílice soy basalto
fogón de lumbre a la luz
distancias faldeos del monte
sordos galopes en cruz.
Araucaria en la espesura
sol amargo y lasitud
riscal perdido vertiente
busco mi escala de luz.
Amigo soy del viento
peregrino y al trasluz
bitácora navegante
mi esperanza barco sur.
EL HOMBRE
Un momento apenitas
como el río que se va
el hombre es puro paisaje
que camina y nada más.
Un arbolito que crece
ganándole al pedregal
no le falta mucha tierra
si altura quiere ganar.
Como la hierba que pasa
su verdor perecerá
por eso es que necesita
buscar en su inmensidad.
Una nube pasajera
que rauda suele viajar
así de corta es la vida
su vana fugacidad.
Un puñado de arenilla
que entre las manos se va
no se compensan las penas
al buscar felicidad.
Un firmamento estrellado
contará su vanidad:
arenas que el viento lleva
y las cambia de lugar.
Como cacharro de arcilla
es polvo y fragilidad
debe mirar para adentro
si huella quiere dejar.
RETORNO
Retorno,
se me torna familiar el paisaje
y su contorno,
recuerdo de otras tardes
se agolpan en mis ojos.
Retorno,
los conocidos sauzales
advierten los cascos de mi potro,
hasta la misma tarde
enmudece su asombro.
Retorno,
ya el querido valle,
ya el viejo arroyo,
ya los álamos familiares,
ya los sabidos recodos.
Retorno,
tantos años de andares
me han cambiado el rostro;
ya no soy el de antes:
¡Dios, soy otro!
Jorge Castañeda. Reconocido escritor, poeta y periodista argentino radicado en Valcheta, provincia de Río Negro. Tiene 9 libros publicados y ha recibido numerosos premios literarios. Es miembro de más de 30 instituciones culturales argentinas y extranjeras y su obra ha recibido elogiosos comentarios de la crítica especializada. |
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21 » Oct 2007 |
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Poema de Domingo: Lance |
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Cuando era un chico, mi madre
nos llevó a visitar sus parientes, mi abuelo
Lance y mi abuela La Vina.
Hubo un tiempo en que ellos tenían un perro llamado
Fritz,
un boxer marrón y blanco.
Pero no recuerdo que estuviera ahí entonces.
Cada uno se fue a algún lugar
y me quedé sólo en la casa. Por esos días
yo estaba muriéndome de pura curiosidad al fin que
comencé a buscar un tesoro.
Cuando uno es joven nunca piensa en que será atrapado
Encontré una caja en un armario
y la abrí.
En su interior había un montón de pequeñas
navajas y anillos y lapiceras
y piedras que deben haber sido tomadas
de quién sabe qué playa, lisas y pequeñas.
Justo en ese momento escuché la puerta
y vi a Lance parado
observándome muy silencioso
con la caja sobre la cama.
Se sentó junto a mi
por momento que se hizo largo. Luego dijo:
"Sabes que no deberías meterte
en las cosas de las otras personas". La cerré
y la puse en su sitio.
Lance se levantó y se fue por donde había venido.
Treinta años después murió
y mi madre me envió un documento
con su última voluntad y testamento.
Me dejó esa caja y
todo lo que estaba en ella.
Michael Madsen
Sitio oficial
www.michaelmadsen.com |
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05 » Oct 2007 |
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Poemas de amor |
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Los poemas de amor están condenados a nacer estériles. Las más de las veces tienen una dedicatoria que no alcanzará su propósito: conquistar el alma del otro. No siempre, claro. No siempre.
Tengo acá un poema dándome vueltas la cabeza. Es de amor, que si no.
La noche en que
Permaneces despierta
Y miras el techo
Y sueñas que vives
otras vidas
Que te fugas
Que creces
de otro modo
Que encuentras dónde,
Con quién, para qué
La noche
En que te sabes extraña
Bella
Perdida
Esa noche
Yo pienso en vos
En la luz que emanas
En la aventura de estar juntos |
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27 » Sep 2007 |
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Poemas de Leandro Domini |
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Leandro, un lector del Mediomundo me ha mandado sus muy bien escritos poemas. Los recomiendo. Aquí los tienen.
Por Leandro Domini
Diez segundos
Diez segundos más tarde
El devenir preciso para que la frase pierda todo sentido
Fuera de tiempo, espacio y momento
Diez segundos antes habría enamorado un corazón
El síndrome de la valentía tardía
Las palabras se reinventan y suenan en armonía
Siempre diez segundos más tarde
Siempre cuando es tu espalda yéndose quien las escucha
Están en guerra la mente y la boca
Sólo firman la tregua cuando la batalla la perdió el no hacer algo
Y sólo quedan arrepentimientos por callar
Una secuencia que diez segundos más tarde era feliz
Si pudiera congelarse el momento
Cuantas parejas se dirían “te necesito”
Antes que las dudas acaben los silencios
Los maten con la espada de la desidia
Diez segundos más tarde tantas cosas habría de decir
“te extraño”, “quiero tu boca”, “me duele tu ausencia”
Pero prefiero callar, creyendo que la cobardía más tarde te devolverá
Y así duelen sentimientos, que se derriten por la espera desesperada
Sin ti
Inimputable, como la seducción del paciente que agoniza para con su enfermera,
Silencioso, como el amor de dos enfermeros en terapia intensiva
Cursi, como las coplas susurradas al oído
Doloroso, como los esquives de tus besos
Perspicaz, como tu mirada errante en el horizonte gris
Incierto, como las verdades que dices nunca
Oscuro, como las frases de amor eterno
Pálido, como la luna el día después de San Valentín
Eterno, como el engaño del segundo día
Atroz, como los crímenes del desamor
Redundante, como el bautismo del recién nacido
Desconfiado, como la limosna de un pobre a otro
Ajado, como el día en madrugada y con resaca
Flaco, como la esperanza del refugiado
Vacío, como el vientre del exiliado
Rencoroso, cono la primera princesa de la fiesta nacional
Pensativo, como el astronauta en el espacio,
Autista, como novio el primer mes
Lívido, como el que reconoció a la muerte en su propio espejo
Ausente, como estudiante en día de examen final
Contrariado, como filósofo ante el ser de la inexistencia
Insolente, como adolescente en reunión familiar
Ácido, como crítica con argumentos legítimos
Descortés, como político al finalizar la elección
Aburrido, como quinto año de matrimonio obligado
Herido, como soldado de primera fila
Ajeno, como galán de telenovela tras la filmación
Idiota, como ángel en el infierno del Dante
Errante, como el caminante que no va a Roma
Iracundo, como Hamlet lejos de Dinamarca y sin revancha
Débil, como convaleciente con el suero sujetando su brazo
Amigable, como un perro de caza detrás de la reja
Solo, como socialista en New York
Solo, como suicida premeditado
Solo, como el traicionado por la espalda
Solo, sin ti |
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19 » Sep 2007 |
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De poemas y de árboles |
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Una amiga, una poeta radicada en Las Grutas, Ana Yalour, ha tenido la estratoférica idea de colgar poemas desde los árboles de una plaza.
Días antes de que me llegara su mail, mi hija, Mechi, me había hablado de un mundo fantasía en el que todo estaba hecho de libros: los autos, las casas y, por supuesto, los árboles. “¿Te imaginas?, las ramas estarían hechas de hojas de libros”, me relató. Y luego aparece Ana con su proyecto.
No ofreció demasiados datos. Salvo que lo haría en breve y que para empezar necesitaba un poema de modo que pedía mi colaboración. Es todo lo que sé.
Me pareció una locura estupenda, una que establece un puente entre los sueños de mi hija y el de los de Ana, artista intensa y original.
Escribí para la ocasión con alegría, y en unos minutos tuve en la pantalla esto que les dejo. Se lo dediqué a Gabriela, como corresponde.
Ojalá que muchos más vean florecer sus palabras entre los árboles de Ana.
Tu eres
Eres, perdón por decirlo frente a tanta gente, la imagen que no pueden congelar mis palabras.
La fotografía que perdura. El aroma que me recuerda quien soy, cuando me encuentro lejos.
Eres el fuego que me consume en lenta espera.
El beso con sabor a frutas que eriza mi piel.
La definición perfecta de todo lo que tiene sentido.
Y el infierno hecho un minúsculo pasaje mientras te poseo. Y el color del cielo inmenso la tarde en que el invierno dice adiós por última vez.
Eres, perdón amor por dejarlo aquí escrito, la flor por la que lucho. La copa por la que levanto mi espada. Mi vocación. Mi patria. Mi exilio.
¿Vendrás a mí un día?
¿Dejarás que mis sueños se cuelen por entre tu pelo negro?
¿Seré el que provoque tu perdón y tu pecado?
Tú eres, dulce pasión, la respuesta pendiente.
El único propósito. |
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