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25 » Feb 2008 |
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Poema de lunes |
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Dime que no he sido yo quien te hizo sangrar. Que no fueron mis palabras. Dime que no te he hecho daño con mi torpeza y mi ansiedad. Dime que no lo he arruinado todo llevándote de un lugar al otro detrás de sueños imposibles. Dime que soy más responsable de tu felicidad que de tu angustia. Dime que contestarás mis cartas. Mis indirectas. Dime que volveremos a brindar y planificaremos fines de semanas sentados en el pasto. Dime que hay tiempo. |
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25 » Jan 2008 |
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Poema de jueves |
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Luz de verano por donde pasa el tiempo. Afuera las paredes de granito que no escalo. Adentro 10 mil libros escritos en no más de tres idiomas. Repaso mi pobre alemán. Escucho películas de un inglés imposible. El calor lo explica todo. Pero no es cierto que no eres perfecta. Arriba de una bicicleta. Perdida en la tarde mirando como cae el sol sobre un mar infinito. No es cierto que seas accesible. Tu pasaporte tiene todos los timbres que figuran en mi mapa. Afuera dos hombres construyen una pirámide. Adentro uno solo teje sus posibilidades arquitectónicas. Ron Wood toca la guitarra. La paz sea contigo. En la siguiente reencarnación será el truco y la suerte. El sonido de los árboles en la noche. Y la furia capaz de robar tu alma. En esta etapa del largo camino soy quien descubre tus fotografías y se fascina. El torpe. El intento y la búsqueda. |
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20 » Jan 2008 |
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Poema de domingo |
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No vendrías hasta el fin del mundo si no me quisieras. Con tu vestido de flores. Tu cabello negro al viento. Tu mirada sabia. No vendrías a conocer el temblor de las nubes que caen sobre nuestras espaldas. No vendrías a encontrarte con los imposibles que te asaltan a cada minuto en cada camino. No tendrías el gesto del primer conquistador en el rostro. La electricidad en el cuerpo de quien lo está entregando todo. El corazón. El iris de los ojos. Todo. No serías un angel en el cuerpo de un demonio. No sabrías quien soy ni quien eres tú cada mañana. |
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01 » Dec 2007 |
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El sur, el norte |
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Hace unos años escribí este relato que insisto en cambiar para darle un mejor tono. Nunca lo consigo. De modo que albergo muchas versiones de la misma idea.
El norte era todo el resto. Lo ajeno. Era el opuesto a nuestras vidas ordinarias.
El sur era frío, el norte caliente. El sur el margen, el norte el centro. El sur era blanco y negro, el norte en colores. El sur triste, el norte alegre. En el sur sólo había casas chatas, en el norte los edificios.
Todavía hoy, una parte de mi insiste en pensar en esos términos. Todavía me siento un personaje de película vieja, mientras el norte es puro estreno.
El norte era la conjunción de todos los elementos que pululaban lejos del sur.
En el norte vivían los personajes que conocía por cine y televisión. El norte eran esas postales de nuestros tíos ricos.
Tardaría mucho en entender que el norte como el sur no son un punto geográfico clavado en el mapa sino una cuestión afectiva y un estado espiritual.
Hasta los 11 años creí con fe ciega que los colectivos de dos pisos, color rojo eran comunes en el norte. Pensaba que todo el norte, ciudades como Santiago, Buenos Aires o Madrid, estaban repletas de ellos porque en una serie inglesa los veía circular por la calle.
Y Buenos Aires, por ejemplo, al igual que Santiago, queda al sur. Puede decirse que están ubicadas al norte del extremo sur.
En el norte todos hablaban inglés o castellano doblado al caribeño. En el norte había ponys, vaqueros y pistolas.
El norte era el arco iris. Tan inalcanzable e inconsistente como un rayo de luz. Tan fuera de nuestras vidas como unas vacaciones a Marte.
El norte era el final y nosotros la génesis. |
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28 » Oct 2007 |
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Poema de domingo: Hugo Vera Miranda |
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La que no conocía a neruda
la conocí un día de un mes en despojos,
ella tenía la premura de la pasión
y yo el furor de las cosas presentidas;
hablamos de asuntos sin importancia
y pronto se produjo el silencio y la agitación,
un relámpago, un rayo, y ese frenesí agónico,
luego retornó la calma, el cigarrillo y el desgano.
en el entreacto, le recité un verso de neruda,
ella me dijo entonces que no conocía a neruda,
que nunca había oído hablar de neruda;
luego quedamos en vernos al día siguiente, en donde yo,
fiel a la noble causa de la poesía, le regalaría mis
veinte poemas de amor y un orgasmo desesperado.
Hugo Vera Miranda, destacado poeta chileno, autor de "El tigre de la memoria", entre otros libros.
Milodón City Cha Cha Cha
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