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09 » Oct 2013 |
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Tesoro en las sombras |
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¿Cómo se llama?, le preguntaba a Antonio. Antonio, Antuco, Papascoraila, mi abuelo. “Campo Negro”, decía. Yo soñaba con ensillar dos caballos y viajar lento hacia Campo Negro, un valle entre dos montañas. Mis ojos infantiles no alcanzaban a descifrar el azul de los colosos de piedra y gratino y el verde de los bosques a sus faldas. Campo Negro todavía quedá allá, muy lejos, y yo mientras tanto continúo mi marcha. Testarudo. Viejo loco. Insisto. Por las sombras queda el tesoro, decía. La historia que no fue escrita aun, digo yo. Vibra en la sangre. Campo Negro Antonio. Campo Negro aunque ya no estás. |
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10 » Jul 2013 |
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Nuestros hijos |
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Los hijos son nosotros sin ser nosotros. Todo esto pienso mientras Soledad me pregunta con cierta prudencia en la voz cuantos tengo. No quiere sonar, hum, incorrecta. Lo aprecio. Sé que los hijos son una prolongación. Una conjetura difícil de explicar. Es un alivio que resulten diferentes. Parecidos pero otros. Llevan algo nuestro hacia el futuro donde los espera lo incierto. El final de los mapas que conocemos. No iremos, los padres, no iremos hasta allá, pero nuestros hijos si. Con su nombre y su apellido, con la carga de la historia que les legamos. Si somos sabios, si tenemos suerte, nos recordarán. Como yo recuerdo el nombre de mi padre, ese nombre estrambótico, Saturnino Andrade. No soy el último pero sí uno de los pocos que lo recuerda hoy. Llegará el día en que ya nadie recuerde quién fue o qué hizo o cuándo estuvo. Lo mismo ocurrirá conmigo. Un día, una noche, se irá de la faz de la tierra el único ser capaz de pronunciarme. Cuando nuestro nombre sea olvido no habrá dios. No habrá palabras. Me imagino que a cada momento alguien es olvidado para siempre, por toda la humanidad, por toda la eternidad. Aquel tipo que leía el diario en un café. El que vendía pan. No sé. Alguien. Los hijos compensan la limpidez del infinito. Cualquier cosa prolongada en el tiempo se vuelve nada. |
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29 » Jun 2013 |
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No soy |
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No soy quién,
soy dónde.
No soy por qué,
soy a cuál
No soy el que comienza,
soy el que termina
No soy un beso en tu boca,
soy el recuerdo del beso aquel
No soy un sueño,
soy el deseo de soñar
No soy un viaje,
soy la hostería en la que descansas, el café caliente y el pan casero con chicharrones
No soy un pecado,
soy la lujuria bendecida
No soy la muerte,
soy la verdad, la resurrección y la vida eterna
No soy un “llévame contigo”,
soy un aquí nos quedamos
No soy Kerouac,
soy los fragmentos de todos los escritores que he leído
No soy este poema,
soy algo que aun no fue escrito. |
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07 » May 2013 |
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El blues del cowboy bailarín |
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Mira como bailo, ¡Ma!
Vos y yo que sólo sabíamos llorar como leones heridos.
(que par de bandidos)
Mira como se elevan estos pies, abuela
Vos y yo que apaleábamos nieve y tierra
A pura suela y 20 grados bajo cero.
Mira, anciana, ¡me muevo!.
Vos y yo, viejita
Que vivíamos siempre tan cerquita de lo lejos.
Que no sabíamos mentir.
Que no sabíamos decir
excepto, salud, chico, salud.
Observa estas manos que alzo ahora como un pastor frenético, ¡pa!
¿soy patético?
Como imito tus pasos de loco.
Como yo también me aloco.
Y de lo mucho en la mesa dejo poco.
Mira como beso y muerdo.
Como olvido y recuerdo.
Y escuchando a Drexler, me voy silbando a los gritos.
Piel de pieles curtidas.
Puma, guanaco y caballo feo.
Sol de donde no te veo.
Amigo de estrellas remotas.
Negadas a los fisgones.
Garabato de los más negados callejones.
Naturaleza medio muerta de cuadro maldito.
Verbo de hipócrita exquisito.
Así me hiciste, gente.
Que perfecto demente. |
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08 » Mar 2013 |
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Libros |
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Detrás de mi cama.
La auténtica cabecera.
Se acumulan como películas
decenas de libros.
Una muralla sin sentido.
Una muralla de múltiples servicios y ninguna posibilidad.
Me hacen soñar estos estandartes de guerras inconclusas.
Medallero olímpico de un deporte que nadie practica.
O que práctica el más fuerte, el más débil, el más sabio, el tonto y el pequeño.
Incluso yo mismo.
Sus argumentos se confunden todas las noches
Como una enorme producción cinematográfica que posee recursos
más no una brújula.
Perdida entre billetes falsos, descree de su director.
¿Hacia dónde lleva todo esto?
El territorio de las palabras es extraño.
Sólo en apariencia luminoso.
Cada verbo, cada adjetivo, cada imagen
es dicha, cierto. Pero...que trucos tiene escondidos siempre.
Recurso del infinito sobre la piel de las palabras todas las historias son escritas en el agua.
Lo que has visto es una ilusión.
Tan verdadero como nosotros mirando el cielo de hace mil años atrás pensando que es el de hoy. |
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