“Faith” no es un álbum de canciones, es un verdadero himno pop dispuesto en pequeños y geniales fragmentos sonoros. El mejor George Michael fue el que brotó de ese puñado de temas que lo hicieron millonario y a nosotros sus secuaces. Todos fueron un hit, todos estallaron en la radios, todos y cada uno perfilaron a un nuevo prototipo de hombre que por entonces nadie conocía: Metroman. Barbita perfecta, pómulos suavizados por cremas de 80 dólares, aritos de oro en cruz, cuerpo afilado por una dieta vegetariana y un poco de trote, movimientos cordinados hasta para ir al baño, mirada de lobo estepario, herido pero entero. Faltaba el detalle que cierra el circulo de fuego: George era gay.
“Faith” es el primer álbum de George Michael después de su participación en el dúo Wham!. Salió a la calle en 1987 y alcanzó el número 1 en las listas del Billboard. Fue, además, el primer álbum en solitario de un artista de raza blanca en alcanzar el número 1 en las listas de Rythm & Blues.
Hay canciones que logran lo que nadie más: reflejan lo que sienten miles, acaso millones de personas. Definen momentos que se vuelven colectivos.
Y esperar a una chica mil horas, con un cohete en el pantalón, desesperado, es una actividad adolescente o juvenil que merecía una gran canción.
Todos, en algún momento, en algún lugar hemos sido ese perro mojado a la espera de la estrella del circo. Pero la chica no llega y nos hace pasar. No, la chica llega y nos dice loco, estás mojado ya no te quiero.
Andrés Calamaro puede dormir tranquilo. Algunas de las mejores letras escritas en los últimos 25 años le pertenecen. Esta forma parte de su vida junto a “Los abuelos de la nada”. Eran los 80.
La discusión podría perpetuarse. “Aliens, el regreso” es una pieza fundamental en la obra de James Cameron. Otra vez la teniente Ripley, Sigourney Weaver, está entre nosotros para combartir a la peor de las bestias imaginables. La primera edición de Aliens - “El octavo pasajero”-, de Ridley Scott, parecía imposible de repetir o emular. Cameron lo hizo.
Este filme probablemente tiene muchos menos elementos de tensión que su antecesor, pero todo el ambiente que consigue desarrollar Cameron, las toneladas de buenos momentos de acción, la estética tétrica tan inteligentemente lograda, la convierten en un joya de los filmes de ficción-terror de los 80. Se estrenó en 1986 y sorprendió. La tres contaría una historia distinta. Otra década.
Tenemos ganas de hacer una serie de clips temáticos (series de tv, golosinas, ropa, juegos, etc) y para ello te vamos a pedir que nos ayudes a recordar con algunos ejemplos:
Si viste Rambo, el Súper Agente 86, Flashdance, Brigada A, la Noticia Rebelde, Volver al futuro...y usaste las zapatillas Pony, los relojes con calculadora Casio, la lapicera Parker, las bicicletas Fiorenza, Pino Silvestre, la ropa deportiva Dipportto, los vasitos plegables, las botas de lluvia Topper...y probaste los chocolates Jack, el Zucoa, las pastillitas Punch, los cigarrillos Derby, el Añejo W, los chicles Jirafa...y jugaste con las bolitas japonesas, el cubo mágico, el pac-man, los autitos Duravit, el Ludomatic, a verdad o consecuencia, al Atari...entonces estas en condiciones de ayudarnos.
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Desde el principio todo es como debe ser un sueño. Demasiado perfecto para resultar real. El chico de la moto, la piba, el jopo, la ropa, la lluvia, el drama, la pasión, el escenario, la guitarra ¡y la canción!. ¿Quién otro sino Prince podía imaginar y conducir semejante locura cinematográfica? Nos enamoramos de él, de la chica y de la onda. Escuchamos cien veces la canción y se nos hizo poco. 6 minutos, 53 segundos y no sé cuantas milésimas de pura energía. Una de las películas más ridículas y adorables de los 80. Un signo de los tiempos. El nuestro de cuando todavía nos creíamos personajes de "Purple Rain".