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13 » Aug 2008 |
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La leyenda del tuerto incorruptible (que no es Néstor) |
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Por Pablo Nori
El tedio durante los días de lluvia interminables en Las Grutas se mataba con una sola cosa: sobredosis de El Tony o D’artagnan. Desesperados hurgábamos en una librería de viejo para hacernos de algunos números que no teníamos, momento en que el inefable Don Barreto nos estafaba permutándonos dos revistas a cambio de cinco ( ¿ y si no dónde está el negocio, pibe ? -sonreía-). De vuelta en casa a leer con fruición la saga de Nippur de Lagash, El Errante, El Incorruptible, El Tuerto ganador con las mujeres…
Siempré admiré el talento de Robin Wood, guionista estrella de editorial Columba y seguí a casi todos sus personajes: Or-Grund, Gilgamesh, Dago, Kevin, El Cosaco, Savarese y por supuesto a Pepe Sanchez.
La historia de este clásico se extendió por tres décadas y dejó una legión de fanáticos. Juntos odiamos a Luggal Zagizi, combatimos espalda con espalda con el enorme Ur-El, pero no pudimos hacerlo con Hattusil porque era jorobado. Amamos a Karien, la amazona pelirroja y fuimos compañeros de su hijo Hiras.
La leyenda del Errante comienza en Lagash, ciudad donde Nippur era general de Urukagina, rey traicionado por Luggal Zagizi quien se queda con la ciudad. Nippur huye y jura venganza. La historia se desarrolla en ciudades y con personajes de la historia antigua mesopotámica. Nippur integra cortes, libra batallas ajenas y se frecuenta con reyes y reinas, pero no se queda mucho tiempo en ningún lado. Siente la necesidad de partir en un camino que mucho después lo llevará de regreso a donde comenzó todo, a Lagash ¨la de las blancas murallas¨.
Alguna vez fui el feliz propietario del libro de oro de Nippur, aquel que tenía las tres espadas que formaban la ¨N¨ en la tapa. Una mudanza de más de quinientos kilómetros lo hizo desaparecer para siempre. De todos modos a principios de los noventa compré una recopilación que atesoro hasta hoy. Por aquella época Nippur, cansado y cubierto de cicatrices, no soportó la quiebra de la Editorial Columba y pasó a integrar nuestra mochila de recuerdos. |
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Categoría : lectura |  Comentarios[5]
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06 » Aug 2008 |
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Una historieta a la parisién |
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Por Pablo Nori
Dicen que la biblioteca personal es el reflejo del dueño. Que hurgando en ella se puede escrutar la personalidad y las vivencias de quien la armó. La mía, detrás de un aparente caos temático, esconde capítulos de mi vida. Algunos que recuerdo con profundo cariño y otros con tristeza absoluta. Pero sin duda hay un rincón que merece mi atención permanente, que me transporta a aquellos años imborrables en que, a mitad de camino entre los últimos años de la primaria y el ingreso a la secundaria no encajábamos en ningún lado. Casi niños, casi hombrecitos, casi nabos, vagábamos por las veredas de un Roca que ya no existe. A esta época decía, corresponde mi querida colección de Asterix.
La saga relata las aventuras de dos galos – uno enano y muy inteligente y otro obeso e ingenuo – ambos de fuerza sobrehumana, en lucha permanente contra el Imperio Romano en tiempos de la ocupación de la Galia. Guionada por René Goscinny- en Francia considerado un héroe nacional- y dibujada por Uderzo, es a esta altura una obra de arte desde los detalles exquisitos de sus dibujos hasta la calidad de su texto y sus juegos de palabras, aún considerando que puede haber perdido algo de chispa a partir de su traducción del francés.
No sólo está construida como novela histórica con algunas fechas, lugares y personajes de la historia universal, sino que aporta un toque costumbrista al reflejar los diferentes arquetipos nacionales. Están los flemáticos británicos, los inescrutables corsos, los alegres hispanos y junto a ellos los galos, haciendo de la amistad y la joda un culto. Se muestra también la organización militar y administrativa romana junto a la corruptela de la clase patricia y los senadores.
Por los vaivenes de la economía argentina, a principio de los 80' eran carísimos y difíciles de conseguir. Inclusive la producción abarcó muchos años y algunos títulos fueron publicados luego de fallecer el guionista y en su homenaje. Pero en definitiva aunque están desvencijados, leídos y vueltos a releer y que algún alma indigna jamás me devolvió los que le presté, todavía recurro a ellos cuando quiero reencontrarme con Asterix, Obelix, Panoramix, Abraracurcix y el insoportable Asuranceturix. Y también desde aquella época, y siguiendo la lógica impecable de Obelix, recorro la vida con una convicción: ¡ estos romanos están majaretas!
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Categoría : lectura | Comentarios[11]
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