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Tenía la mirada perdida, pero estaba parada derechita. Estoica. Pese al frío, pese a la gran cantidad de gente que caminaba, a esa hora. Pleno mediodía, horario de recambio laboral y de últimos trámites de apuro.
Sostenía, junto a dos personas más, un cartel. Grande, con letras rojas. Cómo no verlo!
No pudo decir siquiera cómo se llamaba. Ante la pregunta, sólo atinó a señalar a otras personas para que hablen.
La mujer, una abuela mayor, de poco pelo y dentadura despoblada, prefirió no hablar. O no pudo.
Es una paciente de Salud Mental de un centro para adultos mayores de Roca, que caminó ayer, 15 de junio, por sus derechos junto a otros adultos mayores. Para reclamar, para hacer conocer la triste realidad de golpes, maltratos, indiferencia, abandono, olvido, estafas, desamor... que padecen a menudo los ancianos.
No habló. Esta mujer bajita de mirada perdida, sólo se aferró al cartel y buscó refugio en él de las miradas ajenas. Pero dijo mucho más, quizá hasta de lo que ella pudo imaginar.
Yendo hasta donde fue. Participando de una actividad para generar conciencia. Portando, estoica y sin pestañear, ese gran cartel que, en una sola palabra, resumía toda la escena: “Dignidad”.
Porque el pedido fue ese. Solo uno, en el Día Mundial de la Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez. Una fecha especial, establecida por la ONU, que no debería existir. |
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