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Bien lo dice el refrán: “si hay miseria que no se note”. Y así deben haberlo pensado también los policías de una comisaría roquense, enclavada en medio de una humilde barriada, que decidieron asumir por cuenta propia, el desafío y la necesidad de trabajar en un lugar mejor, adecuado y digno. Tanto para ellos, como para las personas que día a día atienden.
Porque cuando hay escasez, pareciera que la voluntad sobra. Y con eso alcanza.
Más de cuarenta efectivos que prestan servicios en la Comisaría 31, ubicada en las 250 Viviendas, decidieron hace meses cambiar la cara de la institución policial en el sector y por eso, cuando cuelgan el uniforme, se visten diariamente de albañiles, soldadores, plomeros, electricistas y “todo lo que haga falta” para intentar poner de punta en blanco la sede policial.
El edificio que ocupan desde hace años está muy deteriorado y desde que lo recibieron prácticamente, las mejoras nunca llegaron. De hecho, era un local comercial, por lo cual ni siquiera las dependencias son las adecuadas para la nueva función. Hay dos construcciones, separadas por un patio al aire libre, no contaban con un garage cerrado y mucho menos con las oficinas necesarias.
Cómo será que una de las oficinas donde se realizan tareas administrativas, aún conservan, como huellas de su pasado, los azulejos blancos de una carnicería que funcionó allí.
“Decidimos mejorar y arreglar esto y lo estamos logrando de a poco. Con mucho esfuerzo de todos, los muchachos cuando están de franco vienen a pegar ladrillos, a hacer instalaciones de luz y buscamos cosas por todos lados”, cuenta el comisario Gustavo Luna, a cargo de la dependencia, y mostrando una vieja ventana de madera, arreglada, que provino de una escuela ubicada en calle Palacios que fue demolida recientemente.
Los ladrillos los consiguieron, donados, en un horno ubicado en la zona norte de Roca, y ahora están planificando cómo van a hacer para poner el techo. Pero ya hay gente que prometió ayuda, dice Luna. Lejos de las críticas y reclamos, el comisario destaca que “desde la Jefatura (policial) también nos ofrecieron ayudarnos con todo lo que necesitemos. De hecho pedimos una computadora, y enseguida la mandaron”, sostiene, “pero es cierto que nosotros no pedimos nada (en obras), porque sino todo demora mucho, hay que iniciar expedientes y demás, y decidimos hacerlo nosotros mismos, por nuestra cuenta. Muchos pasamos más de horas del día acá que en nuestras casas, entonces esto es necesario”.
El hall de entrada es pequeño pero ahora más confortable. Lo pintaron y le pusieron unos sillones de madera. Atienden gente que va a hacer trámites, pero a muchos los derivan a la comisaría de las 500 Viviendas por falta de lugar. En un espacio contiguo aún resta dar forma a una nueva oficina y en varios sectores falta que aún llegue el revoque pero, “si Dios quiere”, admiten los laboriosos efectivos, “antes de fin de año esperamos terminar con todo”. El “todo” incluye un garage que acomodaron y cerraron para poder guardar las nuevas motos que les enviaron desde provincia, el techado y refacción general y pintura. |
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