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Diario Río Negro
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Silvana Salinas
Editora Responsable
 
  20 » Jan 2010
Vale la pena
  Todo vale a la hora de salir a flote. La Nación publicó esto hoy:

Roy Charles Fierro se dedicó a la construcción hasta pasados los 40. Luego, una de las crisis argentinas lo dejó sin trabajo y sin la posibilidad de conseguir ninguno. Terminó en la calle, donde vivió más de cuatro años. Hoy, que desde hace dos está aprendiendo el oficio de marroquinero y que algunas de sus creaciones se vendieron en Europa, no se avergüenza de reconocer que "se portaba mal" para poder sobrevivir a la intemperie.
"Pude encauzar todo eso y mi vida es otra", aclara, y tiene sus evidencias: en el momento en que habla con lanacion.com está terminando de pasar la tinta roja a una cartera de cuero de cabra que diseñó, cortó y cosió a mano.
Como él, unas 200 personas que viven en la calle y que, con suerte duermen cada tanto en un parador nocturno, empiezan a tener la posibilidad de aprender un oficio.
Ricardo Muraro, coordinador del programa de reinserción laboral del ministerio de Desarrollo Social del gobierno porteño, recorre el Centro de Educación No Formal de Barracas y muestra los talleres que funcionan en el lugar: zapatería, marroquinería y costura. Agrega que, en diferentes centros de la ciudad, en marzo próximo estarán en marcha talleres de panadería, electricidad y de huerta.
"Buscamos capacitar en oficios a las personas que quedaron en la calle para que rearmen sus vidas, vuelvan a aprender normas de convivencia, se reinserten en la sociedad que los excluyó", comenta.
Entusiasmada, Alicia Llavería, la co-coordinadora de este espacio, revela lo que considera un gran logro: "Algunas de las producciones de marroquinería del taller se vendieron a Europa". Dice que hace tres años que un grupo interdisciplinario trabaja en el diseño y la instrumentación de esta propuesta de reinclusión social.
 
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  08 » Jan 2010
Aldo, entre el encierro y la libertad
  El barrio, la plaza, los chicos, la cárcel, personas privadas de su libertad, el estudio y muchas ideas. En algo de eso, y en todo para ser más exactos, se mueve, como pez en el agua, Aldo. En Allen, en Roca. Un poco más acá, un poco más allá. Y muchas de las cosas que hace, y que cuenta, nada tienen que ver entre sí, pero a él le resulta fácil hablar de todo a la vez.
Porque le gusta, porque lo hace, porque así lo siente.
"Me encanta lo que hago. Desde planificar y trabajar con los chicos, con los vecinos de un barrio, hasta lo que hago en el Servicio Penitenciario". Lo cuenta de un tirón, en un breve contacto en el que lo pude conocer, a raíz de un recital con el que logró una despedida diferente del año en la ex alcaidía de Roca.
Él es Aldo Acosta, un asistente social, de 36 años, que se recibió en la UNC y desde los últimos dos años trabaja en el Establecimiento de Ejecución Penal II (ex alcaidía), integrado al nuevo "Gabinete Técnico-Criminológico" (vaya nombre!, ríe)-donde comparte espacio y horas de labor con una psicóloga, una psicopedagoga, una asesora legal y una secretaria-.
Arrancaron hace varios años, literalmente "de cero" y debieron entrevistar uno a uno a los casi 400 detenidos -a veces más, a veces menos-, entre condenados y procesados- para conocer a cada uno de ellos. Su vida. Su historia.
De allí emergieron ideas, necesidades, y "ganas de hacer cosas para generar algo diferente". Pero desde otro lugar.
“Lo novedoso es poder hacer cosas adentro de la institución. Generar actividades desde adentro. La apuesta es generar algo diferente. En el caso del recital se hizo todo a pulmón, con pocos recursos y ayuda de amigos”, cuenta Aldo. “¡Y funcionó!”, acota.
Y no es la única experiencia. Por el contrario. Durante el 2009 también se pudieron concretar para todos aquellos que están privados de su libertad, un taller sobre ajedrez y un torneo de fútbol. Otras tantas actividades ya fueron programadas para el 2010.

La plaza y los chicos

Y como en otro mundo, cada fin de semana, en barrios alejados de Allen, Aldo también tiene tiempo para meterse de lleno en proyectos comunitarios.
Donde se involucra con chicos, principalmente, pero también con sus familias, donde sueñan y tratan de hacer posible, la realidad de una plaza propia. Un espacio abierto, verde, limpio, público y propio.
Es parte de un proyecto que nació con esa meta, pero con muchos otros objetivos. Valiosos todos ellos. Juntarse, conocerse, intercambiar experiencias.
En barrio Progreso y Colonizadora, idearon espacios verdes, nuevos, o mejoraron los que habían. Fue a través del proyecto "Con ojos de Niño" -coordinado por Julieta Ronzoni-.
"Trabajo con la gente, con los chicos, y la idea, en ese programa, es la construcción de una plaza. El programa convoca para trabajar en relación con los derechos humanos del niño y, con esa premisa, podemos conocerlos y ayudar a su formación social".

 
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