28 » Apr 2024
Diario Río Negro
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Sofía Sandoval
Editora Responsable
 
  14 » Jul 2009
Residencia Universitaria
 
Permiso, por favor, perdón, gracias. Cuántas veces se repiten estas palabras en una residencia universitaria, una opción de alojamiento que cada vez se vuelve más demandada entre los estudiantes y que tiene cultura propia. Vivir en una pensión de estas características no sólo ayuda a conocer a los primeros amigos en un mundo tan nuevo, sino que enseña códigos de conducta basados en el respeto y el compañerismo.
Las residencias universitarias o pensiones para estudiantes parecen ser más populares cada día. Se trata de casas adaptadas específicamente para los jóvenes que llegan del interior: exigen a los inquilinos acreditar la regularidad de su cursada y ofrecen servicios como Internet y salas de estudio. A diferencia de las pensiones comunes, estas viviendas establecen un reglamento interno y hasta horarios de entrada y salida que permitan a los jóvenes rendir más en su carrera.
Este tipo de alojamiento se caracteriza por su diversidad. La oferta abarca desde casas pequeñas que albergan a cuatro o cinco estudiantes hasta edificios donde habitan casi un centenar de personas. Las hay para varones, para mujeres y mixtas. Algunas cuentan con un reglamento estricto y otras son más flexibles. En unas prima el estudio y en otras es difícil concentrarse antes de un parcial.
Son muchas las motivaciones que llevan a los jóvenes a preferir este modo de vida, sobre todo para la primera etapa de la carrera. En primer lugar, se trata de una opción más económica. Los precios varían entre los 300 y los 900 pesos mensuales, según los servicios que ofrezcan, las condiciones y la ubicación de cada casa. Además, el pago se establece en forma mensual, por lo que aquel alumno que no se haya adaptado a la vida universitaria puede volver a casa sin necesidad de rescindir algún contrato. Por último, la residencia ofrece la posibilidad de entablar las primeras amistades en un universo de desconocidos.
El contacto con el otro es una de las características a destacar de este modo de alojamiento. Acostumbrados a la vida en familia, los jóvenes deben enfrentar un nuevo cambio: vivir en una relación de pares con diez – o a veces más – personas desconocidas. Allí surge la necesidad de aprender a compartir y colaborar con el otro, a ceder en algunas cosas y pedir permiso para realizar otras.
Los compañeros de residencia se vuelven, muchas veces, en un sostén a la hora de enfrentar tantos cambios. Son los compañeros de estudio, los amigos con quien salir los fines de semana, los hermanos que consuelan las ganas de volver a casa o los parciales desaprobados y hasta los maestros que enseñan a cocinar nuevas recetas. Por más dura que se presente la universidad, los inquilinos saben que, cuando vuelvan a la pensión, tienen una ronda de mate esperándolos.
Muchos prefieren tener un departamento propio, con horarios y visitas irrestrictas, donde puedan planificar su rutina y propiciar un clima de estudio que no dependa de los compañeros de cuarto. De todas formas, las residencias universitarias funcionan como un buen nexo de transición para los recién llegados, donde se aprende a convivir y se conocen nuevos amigos.
 
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  17 » Jun 2009
Números que valen
 
Era físicamente imposible caminar más rápido. Miré el reloj otra vez: la clase había empezado hacía unos veinte minutos. No quería llegar tarde a mi segunda lección en esa materia, por lo que le supliqué a mis piernas que no me abandonaran. No ahora. Un esfuerzo más y llegaríamos.
Dos tramos más de escalera y ya estaba en el pasillo. El aula de Análisis de la Información tiene amplios ventanales que miran al corredor. Tanto mis compañeros como el profesor se fijaron en mi arribo incluso antes de que tocara el picaporte.
Traté de abrir la puerta con cara de disculpas pero el docente mantuvo su gesto de pocos amigos.
- Tarde, Sofía – dijo y me acercó una hoja.
Me quedé atónita. Durante años me habían dicho que en la Universidad sólo podían llegar a conocerme por un número de legajo. Ahora, no sólo me llamaban por mi nombre de pila sino que me devolvían en la mano mi trabajo práctico.
La historia tiene innumerables leyendas que se desmienten, pero este mito se rompió demasiado rápido.


Por supuesto que éste es sólo un caso extremo. En la Universidad siempre existen las clases teóricas donde asisten cientos de alumnos, con rostros que el profesor no puede distinguir desde su tarima o en el fondo de un aula anfiteatrada. Es claro, además, que los carnets o los números de legajo funcionan como un documento de identidad imprescindible para llevar a cabo cualquier trámite institucional. Es necesario numerar.
De todas formas, cuando se habla del alumno-número, se tiende a anular la relación humana entre estudiantes y docentes. Es la Universidad cada vez pesa menos el uso de clases magistrales dictadas por profesores de renombre, donde los jóvenes deben sentirse afortunados de sólo acceder a escucharlos. La tendencia actual se basa en el ida y vuelta, en el alumno distinto a los otros, el estudiante que participa, que responde, que importa.
Aunque cada institución tiene sus particularidades, hay que alejarse del mito que concibe a la Universidad como fría y despiadada. Entablar relaciones llevaderas con los docentes y ser tenido en cuenta como único y distinto dependerá de cada alumno. Lo importante, no obstante, es recordar que las facultades lo permiten.
 
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  03 » Jun 2009
Para darte una mano
 
Los estudiantes son los portagonistas en un proyecto de tutorías que se implementará en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata. El programa está liderado por docentes de una cátedra de primer año – Taller de Comprensión y Producción de Textos I-, quienes coordinarán a ayudantes alumnos para que se desempeñen como tutores.
De esta manera, a cada ingresante de la Licenciatura o el Profesorado en Comunicación Social se le asignará un alumno más avanzado en la carrera que se ocupará de escucharlo, ayudarlo y orientarlo en sus decisiones. El primer rol de los tutores es el pedagógico, destinado a facilitarle a los chicos su proceso de adaptación a la vida universitaria. El segundo es el de investigación, que tiene como fin conocer los motivos que hacen que los jóvenes abandonen los estudios.
El proceso es aún muy incipiente y no ha tenido resultados concretos. Pero no es un caso aislado: otras unidades académicas platenses, como la de Derecho, ya han avanzado en este tipo de programas que también se llevan a cabo en otras universidades como la de Buenos Aires y la del Comahue.
Los alumnos que ingresan a la Licenciatura en Turismo de la Universidad Nacional del Comahue ya tienen un sistema de tutorías bastante estructurado. Se trata de un programa de clases extracurriculares basado en ciertos ejes como toma de apuntes, técnicas de estudio, organización de horarios y clases de apoyo en las materias troncales de la carrera. En este caso, no se da la relación personalizada que busca la facultad platense pero sí se trata de ayudar a los alumnos en algunos aspectos que cambian en el paso del secundario a la educación superior.
Las características concretas varían según la realidad de cada casa de estudios y las exigencias de la carrera que lo implemente. Lo más importante de este programa no son esos detalles sino la voluntad de proponer una universidad más inclusiva. De este modo, la educación superior trata de alejarse del mito de los alumnos tratados como un número para empezar a pensar estrategias que retengan a los jóvenes en la institución.
El detalle fundamental, en el caso platense, es que los tutores no son empleados que cobran un sueldo para desempeñar esa función. Por el contrario, se trata de alumnos que se han destacado en la carrera y que trabajarán ad honorem, motivados por la creencia de que la Universidad no tiene que ser reservada para unos pocos.
Las tutorías son un ejemplo de las estrategias que buscan una universidad inclusiva desde la alianza, la cooperación y la construcción, y no desde el enfrentamiento.
 
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  25 » May 2009
Códigos cordobeses
 
Al igual que en la región metropolitana, adaptarse al lenguaje también es un desafío en Córdoba. Son muchos los estudiantes rionegrinos que deciden ingresar a la Universidad Nacional de Córdoba, la más antigua del país. Tal vez es esa provincia la que más conserva sus rasgos autóctonos y su particular tonada para hablar. Aunque no a todos se les pegue ese cantito tan propio del corazón argentino, sí es necesario que aprendan algunos vocablos particulares para manejarse en la ciudad.
Iván se mudó a esta provincia desde General Roca y nos cuenta algunas particularidades. Para cortar algún papel, se pide la trincheta y no el cúter y, a la hora de hacer alguna corrección, también rige la regla del liquid paper. En el plano social, es necesario recordar que los cordobeses le llaman gorrear a la acción de la infidelidad, los chicos se denominan changos y otarios es el calificativo para los estúpidos.
Aunque en Río Negro parezca vulgar, hasta los más ilustrados doctores llaman, cuando reina la confianza, a sus amigos con el artículo adelante. “El Juan” o “la María” son los ejemplos más típicos.
Ni en Córdoba ni en Buenos Aires se pueden rememorar la noche de nuestras bajadas, al terminar el colegio secundario, sin oír una sonora carcajada. Parece que los patagónicos son los únicos que denominan de esa forma a la fiesta de graduación.
En general, se trata de modismos que es divertido comparar, pero es importante destacar cómo las cosas más simples y cotidianas demuestran los rasgos diferentes que priman en cada región del país.
 
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  19 » May 2009
Universidad y crisis global
 
En las últimas semanas, las luminarias de La Plata fueron acompañadas por las antorchas que llevaron los estudiantes a sus marchas frente al rectorado de la Universidad. El reclamo tenía varias aristas: mejoras edilicias para algunas facultades, el cumplimiento del ingreso irrestricto, el boleto estudiantil a 25 centavos, albergue e incremento de la cantidad de comensales en el comedor universitario, así como la apertura del mismo durante la noche.
Al parecer, ciertos pedidos fueron oídos por las autoridades de la institución educativa, ya que en el comedor universitario se abrieron las puertas a 400 nuevos estudiantes que se alimentarán en la semana a sólo un peso por almuerzo. De todas formas, las agrupaciones de distintas facultades – como la FULP (Federación Universitaria de La Plata)- siguen reclamando mejoras en el sistema de bienestar estudiantil. Los 4.400 cupos del comedor no son un número representativo para una Universidad que recibe a casi cien mil estudiantes.
Es claro que, en el contexto de crisis internacional al cual nuestro país no es ajeno, son muchos los inconvenientes económicos que afrontan los universitarios. De todas formas, la Universidad Nacional La Plata se destaca por sus políticas para retener a los alumnos con dificultades para mantenerse. Deportes gratuitos, servicio médico, asistencia legal, becas de ayuda económica y de transporte, el programa de la bici universitaria y los almuerzos a un peso son asignaciones presupuestarias que la Universidad decidió realizar para impedir la deserción.
A pesar de que estos servicios no parezcan suficientes para responder a todos los estudiantes que asisten a esta casa de altos estudios, es necesario reivindicar la voluntad desde las autoridades para colaborar con los jóvenes en el plano económico. Tal vez no es por falta de decisiones sino por una carencia presupuestaria que no pueden aumentar el apoyo que ya están otorgando. Porque una Universidad que se declara como inclusiva no puede decidir jamás no beneficiar primero a sus estudiantes.
Los nuevos edificios para la Facultad de Periodismo y la de Informática son una muestra de que se están realizando inversiones en la educación superior. También es de destacar que hace poco más de 5 años que el Comedor Universitario volvió a abrirse, luego de pasar décadas sin ofrecer sus servicios.
Si la inflación golpea a todos, es imposible pensar que no afecta también a la Universidad. Los alumnos que, en busca de mejoras para el bienestar estudiantil, boicotean los aportes de esta institución, se arriesgan a perder aquello que, aunque insuficiente, ya están recibiendo.
No es necesario jaquear los servicios actuales de la Universidad. Es hora de buscar soluciones más creativas para que la crisis no la paguen los estudiantes, porque son ellos quienes forjarán el país en el futuro. Es hora de plantear alternativas más constructivas, en donde toda la comunidad educativa, en lugar de enfrentarse, se alíe para combatir los problemas económicos.
 
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  12 » May 2009
Nuevos códigos
 
La panza llena, a la hora de la siesta, pesa más en los ojos que en el propio estómago. Tal vez era sólo yo, o estábamos todos adormilados mientras escuchábamos al profesor comentando las secciones de cada diario.
Mi compañera de al lado mantenía su energía juvenil: seguro no había almorzado aún. Me miró con una sonrisa tenue y disparó: “¿me prestás el liquid?”. Me moví un poco en la silla. No quería admitir que no sabía de qué estaba hablando. “Uhm, no tengo”, le contesté despacio.
La sonrisa de la chica fue desapareciendo al tiempo que mantenía la vista clavada en mi pupitre. Suspiró y volvió a mirar al pizarrón sin decirme nada, pero yo me quedé pensando en nuestra conversación y me centré en el único utensilio presente en mi banco.
Me desperté un poco más y me acordé, de pronto, de la denominación bonaerense para el corrector. Sin dudarlo, le toqué el brazo. La chica me miró de mala gana y yo le susurré: “vos me pediste el corrector, ¿no?” y me reí mientras le alcanzaba lo que necesitaba.


Arribar a un lugar nuevo supone una gama de cambios tan amplia que llega hasta los detalles más sencillos de la vida cotidiana. No sólo hay que enfrentarse a una mayor cantidad de responsabilidades, producto de la ausencia de los padres que se encargaban de todo; también es necesario aprender a moverse en una ciudad grande, alcanzar el ritmo de estudio universitario y adaptarse a infinidades de matices culturales en pos de integrarse socialmente y hacer nuevos amigos.
Al hablar de esta forma, parece que, más que lejos del nido, los jóvenes viajan a otro planeta. Pero no. A pesar de estar en el mismo país, hay muchos rasgos culturales que se presentan en forma diferenciada. Uno de ellos, y tal vez el más imperceptible, es el lenguaje.
En la región metropolitana, el colectivo se llama micro o bondi. Si un rionegrino declara que va a tomarse el cole, los bonaerenses suponen que va a tomar un colegio. Sin colectivo no hay colectivero; por lo tanto, los conductores reciben el extravagante nombre de micreros.
Comer también es un problema en el nuevo hogar: las masitas se llaman galletitas y las caras sucias, tortas negras. Para ubicarse, hay que recordar que las calles oblicuas son “los” diagonales, y las avenidas son las que tienen canteros en el centro que separan los carriles, ya que los bulevares son las calles curvas en la circunvalación de la ciudad.
Es probable que ésas no sean las únicas diferencias en el habla de rionegrinos y bonaerenses. Tal vez alguno de los lectores puede aportar con algún otro vocablo que demuestre uno de los rasgos culturales que nos distinguen.
 
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  23 » Apr 2009
Simpático y ecológico: la bici universitaria
 


La Universidad Nacional de La Plata (UNLP) sigue obstinada en generar nuevas alternativas que garanticen la permanencia de los alumnos en la educación superior. No satisfecha con el descuento de transporte colectivo urbano, las becas de ayuda económica y la guardería para los alumnos que tienen hijos, decidió apostar a un beneficio más innovador.
Así fue como esta casa de estudios se transformó en la primera universidad del país en implementar el programa “La Bici Universitaria”. El proyecto consiste en la adquisición de 500 bicicletas, que serán entregadas en comodato a aquellos estudiantes que tengan necesidades de transporte, y está basado en una idea que ya fue implementada –en menor escala- en la Facultad de Informática de la UNLP.
En pos de generar seguridad, las bicicletas -250 con cuadro de hombre y otras 250 de mujer- se ofrecerán a los alumnos que las soliciten, junto con un casco y una cadena con candado. La Universidad contará también con “un seguro contra accidentes y de responsabilidad civil para los usuarios”, según trascendió en la página web de esta casa de estudios.
Tal vez la mayor desventaja de las bicis universitarias, que comenzarán a entregarse en junio, es el largo y engorroso proceso que hay que atravesar para conseguirlas. Los alumnos, que ya fueron preseleccionados después de la entrega de documentación, deben pasar ahora por una prueba de aptitud física y realizar un curso de humanización vial. De todas formas, se trata sólo de normas básicas que impone la Universidad para transparentar el otorgamiento de becas y no empeorar la ya complicada situación del tránsito platense.
Lo mejor del programa es que los alumnos tendrán las bicicletas en sus viviendas durante todo el cuatrimestre, lo que les permitirá moverse por la capital bonaerense sin inconvenientes y evitar largas caminatas o gastos en pasajes de colectivo. Además, esta propuesta se basa en una motivación de protección ambiental: estimular el uso de bicicletas ayuda a mitigar el calentamiento global. Mientras más ciudadanos pedaleen, menos serán los caños de escape de los automóviles que contaminen el aire con su dióxido de carbono.
La UNLP trata de desmentir aquellas voces que la definen como una institución elitista y restringida para convertirse en un espacio de inclusión, abierto a toda la población y que tenga como fin la formación plena de los individuos. Y parece que está transitando el buen camino porque cada día suma nuevos estímulos para que todos lleguen a la educación superior, ya sea caminando, en auto o en bici universitaria.


* La foto es de la iniciativa Pedaleando Buenos Aires. Más info aquí
 
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  16 » Apr 2009
Volar en colectivo: nuevos obstáculos
 
Para continuar con el tema tratado en la entrada anterior, les cuento una situación que experimenté al regresar a La Plata después de Semana Santa. Como no había muchas empresas de transporte con disponibilidad horaria en sus pasajes, decidí comprar el mío en Vía Bariloche.
Esta compañía declara hacer el descuento del 20% a los estudiantes, pero sólo en sus servicios de El Valle, Vía Tac y demás líneas agregadas a Vía Bariloche. Como la línea original de la empresa tiene un servicio ejecutivo, no la ofrecen con la descuento al no considerarla una oferta que elijan los estudiantes.
Mi viaje era en uno de los colectivos de El Valle, por lo que me correspondía el descuento estudiantil. De todas formas, la empleada del lugar me aclaró que sólo realizan cinco rebajas por cada unidad y, como en esa ya habían comprado pasajes cinco estudiantes, yo no tenía derecho a la bonificación. Por supuesto que no había forma de demostrar que, efectivamente, otros cinco universitarios viajarían en ese micro. Por lo tanto, la empresa puede utilizar esta excusa para promocionarse como una compañía que cumple con la regulación sin hacer ningún descuento real.
Como ya expuse en la entrada anterior, el descuento estudiantil no se trata de una promoción que las empresas de transporte de larga distancia puedan hacer como una estrategia de mercado. Por el contrario, es un derecho de los estudiantes dispuesto por una resolución que tiene como objetivo promover el acceso de todos a la educación superior, ya que genera una facilidad que aliviana los costos de la vida universitaria.
 
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