En respuesta a la consulta de Liliana, se publica el enlace a un reglamento de una
residencia universitaria femenina en particular. Se trata de una reglamentación demasiado estricta en relación a la de otras casas. Sin embargo, muchas veces los artículos de los reglamentos sirven como respaldo para los dueños de la residencia cuando deciden que uno/a de los estudiantes no debe permanecer allí porque la convivencia no es buena.
En general, las residencias universitarias imponen una especie de depósito que se hace el entrar y que se usa en caso de una eventual rotura de las instalaciones. Si todo sigue en condiciones cuando el estudiante deja de alquilar el lugar, se le devuelve el dinero.
Además, estos alojamientos imponen ciertos horarios o espacios exclusivos para las visitas. Lo más común es que sólo puedan ingresar visitantes durante el día y en los espacios comunes, pero no en las habitaciones. En muchas ocasiones, se establecen ciertos horarios de descanso, durante los cuales los estudiantes no pueden hacer demasiado ruido. Además, se prohíbe fumar y el ingreso de animales y bebidas alcohólicas a la casa.
No obstante, es necesario recordar que los reglamentos son sólo una formalidad. Una vez en la casa, son los mismos estudiantes los que imponen un código de convivencia. Entre ellos deciden, por ejemplo, si van a compartir o no la comida, cómo cubren los gastos de productos de uso común, como el detergente, y en qué momentos hacer ruido o no.