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17 » Jun 2009 |
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Números que valen |
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Era físicamente imposible caminar más rápido. Miré el reloj otra vez: la clase había empezado hacía unos veinte minutos. No quería llegar tarde a mi segunda lección en esa materia, por lo que le supliqué a mis piernas que no me abandonaran. No ahora. Un esfuerzo más y llegaríamos.
Dos tramos más de escalera y ya estaba en el pasillo. El aula de Análisis de la Información tiene amplios ventanales que miran al corredor. Tanto mis compañeros como el profesor se fijaron en mi arribo incluso antes de que tocara el picaporte.
Traté de abrir la puerta con cara de disculpas pero el docente mantuvo su gesto de pocos amigos.
- Tarde, Sofía – dijo y me acercó una hoja.
Me quedé atónita. Durante años me habían dicho que en la Universidad sólo podían llegar a conocerme por un número de legajo. Ahora, no sólo me llamaban por mi nombre de pila sino que me devolvían en la mano mi trabajo práctico.
La historia tiene innumerables leyendas que se desmienten, pero este mito se rompió demasiado rápido.
Por supuesto que éste es sólo un caso extremo. En la Universidad siempre existen las clases teóricas donde asisten cientos de alumnos, con rostros que el profesor no puede distinguir desde su tarima o en el fondo de un aula anfiteatrada. Es claro, además, que los carnets o los números de legajo funcionan como un documento de identidad imprescindible para llevar a cabo cualquier trámite institucional. Es necesario numerar.
De todas formas, cuando se habla del alumno-número, se tiende a anular la relación humana entre estudiantes y docentes. Es la Universidad cada vez pesa menos el uso de clases magistrales dictadas por profesores de renombre, donde los jóvenes deben sentirse afortunados de sólo acceder a escucharlos. La tendencia actual se basa en el ida y vuelta, en el alumno distinto a los otros, el estudiante que participa, que responde, que importa.
Aunque cada institución tiene sus particularidades, hay que alejarse del mito que concibe a la Universidad como fría y despiadada. Entablar relaciones llevaderas con los docentes y ser tenido en cuenta como único y distinto dependerá de cada alumno. Lo importante, no obstante, es recordar que las facultades lo permiten. |
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Categoría : Primera Persona |  Comentarios [6]
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  pasa... pasa... |
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Por : Lucre | 24 » Jun 2009 | 06:16 pm |
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Aunque suene increible, estas cosas en la facultad pasan. Yo voy a la UBA... Y si bien estoy en el CBG de económicas (lo cual reduce al curso a 90 personas aprox.), en la clase de economía me pasó algo similar!
Este martes tuve parcial, y antes de mostrarle el doc. como de costumbre cuando entregas como suelos hacer en todos los exámenes, la profesora me dice (sin siquiera leer ver el examen) "Colletti, no es necesario... Vaya, vaya. Que tenga buen viaje, y llegue a votar". Sonreí sorprendida, y salí del curso. Internamente pensaba "Wow... Esto en la UBA no es muy común, q onda? No solo sabe mi apellido, sino q se acuerda q soy del interior, y q me voy a votar este finde"...
En fin... No se cómo me recuerda, quizas porq como dice Ud. srita editora, cuando uno participa, a veces deja de ser un número.. Pero de todos modos.. No era la imagen de la facu q me habían hecho, y mucho menos de la UBA. |
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No siempre es así |
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Por : Marquitos | 03 » Jul 2009 | 02:02 am |
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Comparto que no siempre se trata de ser un número, pero no es un dato sin importancia que estés hablando de la facultad de Periodismo.
Hice un año de Ingeniería, y -lejos de querer sentar un chiste- uno estaba muy cerca de ser un número!
La facultad de perio tiene ese nose qué, que qué yo...y no es algo menor. Claro que hay muchas maneras de pasar desapersivido, y que si no participásm nunca te vas a hacer notar, pero como curso perio, sé que se trata -de alguna manera- ed un clima más familiar que en otros lados.
De todos modos, muy bonita la nota. Para sacar de circulación, al menos de manera absoluta, el mito del alumno-número.
Y en cualquier momento la invito, seórita, a que pase por mi humilde blog.
Saludos.
PD: Definitivamente, ayer (miércoles 1-7) fue el íltimo saludoen vaya a saber cuánto tiempo, lástima que no huvo tiempo de charlar un rato... |
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Periodismo es distinto |
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Por : Ro | 10 » Jul 2009 | 02:32 pm | Email
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Hola!! Yo les cuento q tb soy de Río Negro y me fui a estudiar a La Plata periodismo. Y coincido con Marquitos en que en periodismo la cosa es distinta. Tengo amigas que se fueron a La Plata a estudiar otras carreras y ellas en general son números, pero ahí la diferencia la marca el profesor: si es bueno y se interesa por sus alumnos y que ellos aprendan, es mucho mejor a que se sepan tu nombre pero no les importe nada más de vos. En periodismo sí se saben tu nombre, de hecho yo hasta tengo el celular de una profesora para avisarle si falto o lo que sea. Ahí tb la diferencia la hacen los profesores. Hay muchos que se saben tu nombre, pero de ahí a que les intereses como estudiante es un gran tramo.
Sofía (editora), quería ver si me podía comunicar con vos, pero no sé cómo conseguir tu mail. Si lees esto me podés escribir? Gracias!! |
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muy bueno |
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Por : Ro | 10 » Jul 2009 | 02:44 pm | Email
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Hola Sofía, recién escribí un comentario sobre este texto pero no sé por qué no se publicó. Lo más importante es que quería hablar con vos, pero no sé cómo conseguir tu mail. Espero que leas esto y me escribas. Gracias |
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Aclaración |
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Por : Sofía Sandoval | 10 » Jul 2009 | 05:42 pm |
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Ro:
Coincido con tu postura. La idea era usar un ejemplo extremo para demostrar que es posible llegar a entablar una relación un poco más humana con los docentes. Si observás el comentario de arriba, verás que hasta en la UBA puede lograrse.
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Ahora te escribo así estamos en contacto, saludos!
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Una sonrisa y una disculpa no cuestan demasiado... |
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Por : Cinthya | 11 » Jul 2009 | 08:13 pm |
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Tengo el placer de estar firmando este Blog y además de compartir mi experiencia con ustedes. En la misma unidad académica y casualmente en el mismo taller (Análisis de la Información) tuve un percance con el horario. Cursabamos a mitad de semana a las ocho de la mañana. Era complicado no quedarse dormido o perder el micro que pasa a las siete. ¡Terrible! Además en una de las tantas clases el profesor había llamado la atención a un chico por llegar tarde y su enojo perduró varios minutos.
Así fue que unos de aquellos días en que la cama me pidio que me quedara un ratito más jajaja llegue como un pollito mojado, quizá hasta hice puchero y dije: - Permiso profesor. La verdad es que me quedé dormida. Puedo quedarme a participar de la clase; si quiere me pone ausente. Por supuesto la respuesta fue positiva y a mi cara se le dibujó una sonrisa por no haber sido rependida y por poder seguir siendo parte del Stuff.
Gracias por su espacio, saludos!
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