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  16 » Dec 2009
Neuquén: otro ginecólogo investigado por abuso sexual
  Se trata de un reconocido profesional quien fue denunciado por una joven docente de la Universidad del Comahue. Había sido absuelto por el juez de instrucción Mauricio Zabala, pero la Cámara de Apelaciones resolvió reabrir la investigación el pasado 11 de diciembre.
La periodista de Página 12, Mariana Carbajal publicó una extensa e interesante nota acerca del caso titulada “Consultorio delito”...te invitamos a leerla.
 
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  15 » Dec 2009
No baja la tasa de mortalidad materna
  En la Argentina mueren 44 madres por cada 100 mil partos. Según el objetivo planteado por Naciones Unidas, la cifra debería bajar a 13 en el año 2015. Los expertos opinan que no será posible. La insuficiente información sobre salud reproductiva es una de las principales causas de muerte materna.

La Argentina lleva diez años sin lograr una reducción en las cifras de mortalidad materna. Para cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), pautados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para 2015, el país debería bajar a 13 la actual tasa de 44 defunciones maternas por cada 100 mil nacidos. A cinco años de la meta, los especialistas aseguran que el mejor número que se podría conseguir en 2015 sería una tasa de 38, es decir, casi el triple del planteo de la ONU.

En el año 2000, la Argentina fue uno de los 189 países que firmaron los ODM para mejorar sus índices en las áreas de salud, educación y pobreza. Las estadísticas sobre mortalidad materna comprenden los casos de muerte de una mujer durante el embarazo, parto o puerperio. El compromiso de los adherentes al acuerdo es acotar los riesgos para limitarlas a aquellos casos que no puedan prevenirse.

Con la caída de la convertibilidad, entre 2001 y 2002, la tasa de mortalidad materna local llegó a 46 mujeres por cada 100 mil nacidos. Hacia 2004 el país consiguió bajar la cifra a 40 y se propuso llegar a 37 en un plazo de tres años, según el método de progreso del acuerdo. Sin embargo, la Dirección de Estadísticas e Información del Ministerio de Salud admitió que la tasa de 2007 fue de 44 y ésa es la última cifra oficial a la que se tiene acceso –por inconvenientes en las bases de datos de algunas provincias. Equivale a decir que en 2007 hubo 306 muertes maternas.

“El estancamiento es un fracaso”, reconoció ante Crítica de la Argentina el ex ministro de Salud kirchnerista Ginés González García. “La mortalidad materna es el indicador más estancado de las 15 metas del milenio. Las estrategias no han sido suficientes. Durante mi gestión le dimos un especial énfasis pero no logramos mejorarla sustancialmente. Si el programa de salud reproductiva hubiera tenido continuidad y mayor inserción, tal vez no se habría retrocedido tanto”, analizó.

Un informe del Foro de Investigación en Salud de la Argentina (FISA), integrado por el Estado, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Academia Nacional de Medicina, reveló que con la tendencia actual “sólo se alcanzaría un valor de 38 por 100 mil nacidos” para 2015. Eso supone 260 muertes por año, en lugar de las 87 que tolera el convenio como techo. “Es seguro que no vamos a llegar a la cifra de los Objetivos del Milenio pero no hay que resignarse y hay que seguir trabajando”, opinó González García.

La investigación de FISA subrayó que los factores determinantes de las muertes maternas son la desigualdad de género, el desconocimiento y la violación de los derechos sexuales y reproductivos, la marginalidad social y la pobreza.

El ginecólogo Mario Sebastiani, del Servicio de Obstetricia y del Comité de Bioética del Hospital Italiano, tiene a mano una explicación contundente: “No hubo ningún cambio en las cifras de mortalidad materna porque no se modificó ninguno de los escenarios capaces de mejorarla”, opinó. Para el especialista, la falta de políticas en este aspecto se evidencia en los centros de atención sanitaria: “La salud reproductiva es salud pública, no es religión ni sociedad. Un gran porcentaje de los partos se concretan en instituciones que no están preparadas por su falta de bancos de sangre, anestesia y médicos de guardia entrenados. En este aspecto, Chile y Uruguay están muchísimo mejor que nosotros”, precisó.

El punto que subraya Sebastiani tiene que ver con que, además de los embarazos que terminan en aborto –deseado o involuntario–, hay otras razones obstétricas que desencadenan una muerte materna, como la hipertensión, la hemorragia o una sepsis, y esas causas a veces son evitables.

La legisladora porteña Diana Maffía (CC), presidenta de la Comisión Especial de Igualdad Real de Oportunidades y de Trato entre Mujeres y Varones, advirtió que hay un factor que complica la implementación de políticas de salud: “No es un tema religioso sino económico. La escasez de estas políticas tiene como contraparte un ingreso privado considerable en la práctica profesional. Por eso hay profesionales que se manifiestan en contra de estas medidas”. Maffía, en sintonía con Sebastiani, señala un problema de base: “Hay una salud para ricos y una para pobres. Para partos de alta complejidad se requiere una atención y un lugar en condiciones. Pero eso no se consigue tan fácil”.

Cifras que vienen de mal en peor

El último registro que detalla la situación del interior del país corresponde a 2007 y estuvo a cargo de la Dirección de Estadística del Ministerio de Salud de la Nación. Formosa, La Rioja y La Pampa son las tres jurisdicciones con mayor tasa de mortalidad materna por cada cien mil nacidos –133, 130 y 112, respectivamente–. Las tasas por provincia se calculan según los habitantes de cada zona. Por eso no siempre aquellos lugares con tasas más altas son los que albergan la mayor cantidad de fallecidas. Sin embargo, la provincia donde más muertes maternas se registraron durante 2007 fue la de Buenos Aires, donde hubo 97. La cifra de 2007 en la zona bonaerense apenas mejoró la del año anterior, que estaba en 99, y era notablemente peor que la de 2005: 71. En cambio, la cantidad de muertes en las provincias que registraron sus tasas más altas fue de 15 en Formosa, 8 en La Rioja y 6 en La Pampa. En la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, el número de muertes maternas en 2007 fue de 14, lo que representa una tasa de 33 muertes cada 100.000 nacidos.

El Gobierno promete reducirla en un tercio en sólo un año

Guillermo González Prieto, subsecretario de Salud Comunitaria del Ministerio de Salud de la Nación, reconoció ante este diario que ya no es posible que la Argentina llegue a las cifras de mortalidad materna pautadas por los Objetivos del Milenio. Pero aseguró que su cartera, comandada por Juan Luis Manzur, se propuso, para el año 2011, reducir un tercio de la cifra actual, lo que sería llevarla a 33 muertes cada 100 mil nacidos, en lugar de 44.

Para explicar el estancamiento de la tasa, el funcionario destacó: “No se ha trabajado intensamente en cuatro puntos fundamentales: que haya bancos de sangre para curar las hemorragias, la detección temprana de las hipertensas, el tratamiento oportuno para las que tienen infección y la reducción de daños de aquellas que tuvieron un aborto. Además, el 60% de los embarazos de la población no son deseados”.

González Prieto aseguró que el Ministerio de Salud ya puso en marcha el Plan de Reducción de Mortalidad Materno Infantil. “Trabajamos provincia por provincia, dejamos un plan para llegar a cumplir con esa meta, y cada tanto viajamos para verificar que se están consiguiendo los objetivos”, precisó.
Florencia Halfon-Laksman
15.12.2009
 
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  08 » Dec 2009
Violaciones 2010
  En el año 2006 el Ministerio del Interior creó un programa para la atención de víctimas de violencia, coordinado por la reconocida psicóloga Eva Giberti. Cuando la Policía Federal detecta un caso de violencia familiar o de abuso sexual, convoca a una “brigada móvil de emergencia”, integrada por un psicólogo y una trabajadora social que, en un plazo no mayor a 20 minutos, está junto a la víctima para acompañarla y explicarle la importancia de mantener la denuncia contra el agresor. En el siguiente artículo Giberti hace un balance de lo actuado, una radiografía de la situación y ensaya un pronóstico para 2010.

"¿Cuántas violaciones de mujeres y niñas se esperan para el año 2010? No resultaría complejo ensayar un cálculo, una proyección según la tendencia actual, si tuviésemos en cuenta las estadísticas que nos permiten elaborar las víctimas atendidas mediante la Brigada que las asiste y que forma parte del Programa Las Víctimas contra las Violencias del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos.

Cuando revisamos nuestros números confirmamos lo que ya es sabido: el 95 por ciento de las víctimas son mujeres adolescentes y niñas. No es novedad.

También encontramos que las edades preferidas por los violadores para violar corresponden a quienes tienen entre 19 y 29 años y muy cerca, estadísticamente, las víctimas que tienen entre 11 y 15 años. ¿Y las más chiquitas? Entre los 0 y los 5 años un 22 por ciento, con una característica especial: el 15 por ciento son niñas y el 7 por ciento son varones de esa edad.

¿Cómo aparecen los más pequeños? Por lo general es su madre quien denuncia y con ella es preciso trabajar para que, además de prometerse a sí misma que “llegará hasta las últimas consecuencias” para detener al violador, en su vivencia singular querría tenerlo delante y no necesariamente para insultarlo. Lo que en estas situaciones importa es no incurrir en la denominada revictimización presionando a la criatura para que cuente lo que no siempre puede contar.

La resistencia a establecer contacto con las comisarías en estas situaciones proviene de hechos históricamente reconocidos: la imprudencia de las preguntas impuestas por algunos policías que recibían a la víctima generó el rechazo que aún hoy encontramos. Actualmente la situación es diferente y es estrictamente necesario que la comunidad conozca cuál es el mecanismo que hoy en día ponemos en marcha cuando una víctima de violación recurre a una comisaría. Porque la atenderán las profesionales de la Brigada que se ocupa de los Delitos contra la Integridad Sexual formada por mujeres.

La víctima que recurre a la comisaría, mediante la intervención de esta Brigada que depende del Programa Las Víctimas contra las Violencias del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, recibirá de inmediato la imprescindible atención médica y psicológica así como la defensa de sus derechos, empezando por exigirle al Estado la detención del delincuente. Cualquier comisaría debe llamar inicialmente a esta Brigada y no incorporar diálogos con la víctima. No dudo que alguien podrá contar: “No es cierto, porque yo conocí a una chica a la que le preguntaron de todo...” Esta es la primera de las desmentidas con la que nos encontramos, en la cual se funden memorias de años anteriores.

La resistencia podría insistir: “Pero después me van a hacer volver para declarar...” Este punto es clave: siempre le pedirán que declare, porque ha sido víctima de un delito. La diferencia con la Brigada Móvil reside en que estas dos profesionales, además de acompañar a la víctima en la comisaría, y escucharla según el tiempo que precise para hablar, la trasladan en un automóvil al hospital donde se le suministra la dosis de medicamentos necesarios para impedir la infección por VIH, junto con la pastilla del “día después” para evitar un embarazo. Procedimiento que se realiza acompañando permanentemente a la víctima, además de comunicarse con la familia –o quien la víctima solicite– para intentar neutralizar los posibles comentarios negativos que podrían partir de una madre o de un padre que elige criticar a la víctima porque salió de noche o porque llevaba falda corta (críticas y acusaciones que están muy lejos de ser excepcionales).

Estos procedimientos se tornan complejos cuando la víctima en un 50 por ciento de las historias conoce al violador. O sea: es su cuñado, un amigo de su hermano o un vecino. Porque en estas situaciones la familia suele sabotear la necesidad de la denuncia “para mantener la paz familiar”. Situación que complejiza el estado de ánimo de la víctima y que reclama otro extenso artículo especializado.

Estos porcentajes
¿Se mantendrán durante el año 2010? Estoy utilizando los obtenidos durante el año 2008, que no incluyen los acompañamientos de las víctimas a las revisaciones clínicas a cargo de los médicos forenses, tema que abre un capítulo delicado, así como la intervención de los médicos legistas (que pertenecen a la Policía Federal). Estos son puntos cuya exposición, que estimo la comunidad debe conocer, gravitan de manera particular en el acompañamiento inmediato y seguimiento de una víctima de violación, la cual debe ser cuidadosa y celosamente protegida de cualquier intervención periodística que intente fotografiarla o localizar su domicilio. El hecho constituye, cuando se produce, una nueva violación, intentando “ver si se le nota en la cara o en alguna parte del cuerpo lo que le pasó”, lograr algún detalle que pueda ilustrar las fantasías de televidentes o lectores.

Puedo anticiparles que los detalles forman parte de un ensangrentado basurero mundial, tan antiguo como la historia de la humanidad y el porcentaje de sus miembros activos. Tal como las estadísticas lo evidencian, muestran que el 98 por ciento de los violadores son varones. Estoy utilizando datos que abarcan desde enero a junio del año 2008, con un total de 358 intervenciones de la Brigada.

La proyección que podríamos realizar, para suponer qué nos espera durante el año próximo, no constituye misterio: si no se detiene a los violadores –para lo cual es fundamental el refinamiento de los criterios jurídicos que reconozca a la víctima como tal en lugar de sospechar de ella–, si no se los detiene, se potenciará la violación como delito “esperable y fatal”. Detenerlos reclama una tarea a cargo de la víctima: mantener su denuncia y colaborar en la prevención, para que a otras mujeres no les suceda lo mismo. Merced a estas conversaciones con las mujeres violadas ha sido posible rastrear y detener a violadores que años antes se mantenían en el anonimato.

Pero, “mantener la denuncia significa concurrir a la policía para identificar al violador y yo no quiero que me hagan preguntas...” Ningún policía le hará preguntas: podrá sentarse delante de una computadora en un recinto aislado de otras personas y acompañada por una colega de la Brigada Móvil –que ha concurrido a su domicilio para buscarla– tratando de reconocer al sujeto; o bien para dictarle el identiquit a un policía que intentará reproducir los rasgos del violador según ella los describa.

Las preguntas aparecerán en otro lugar, si el fiscal o el juez lo estiman pertinente: éste es un tema interesante particularmente cuando son las mismas profesionales las que acompañan durante esas entrevistas en ámbito judicial. Corresponde saber que las profesionales de la Brigada con frecuencia son citadas a declarar, ya que fueron las primeras y generalmente únicas que escucharon –sin interrogar– la narración que la víctima aportó. Y son estas profesionales las que describen el estado en que encontraron a esa persona cuando, en comisaría, tomaron contacto con ella, momentos después de haber sido violada.

La comunidad no puede ignorar que, en situación de violación, cualquier comisaría de la ciudad de Buenos Aires tiene la obligación de llamar a la Brigada Móvil. Los jueces, fiscales y defensores conocen perfectamente este procedimiento que existe desde el año 2006 y saben que cuentan con el testimonio técnico, vital y sin titubeos que aportan las colegas de la Brigada Móvil cuando se les solicita. Lo cual sucede con frecuencia.

Los derechos de las víctimas –internacionalmente protegidos– exigen que se la proteja de cualquier interrogatorio dirigido a descripciones de la violación en sí, fogoneado por la curiosidad masturbatoria de algún funcionario. La presencia de las colegas de la Brigada Móvil le garantiza a la víctima una atención inmediata, lo cual es significativamente diferente de una visita a una institución, donde, escritorio mediante, relatará lo sucedido durante días u horas anteriores. Las colegas de la Brigada Móvil se mantienen al lado de la víctima en todo momento, después de haberse entrenado a partir de filosofías y técnicas reguladas por la ética de las víctimas (como dimensión actual de la tarea en este campo).

Podemos suponer que la tendencia futura de las violaciones –comparando estadísticas y países– es correlativa con las características del género masculino que incluye al universo de los violadores. También podemos suponer que, advertida la comunidad de que cuenta con un equipo que funciona a toda hora y durante todos los días del año –si bien el caudal más significativo de intervenciones se produce los días domingo entre las 13 y las 18–, queda a su cargo la responsabilidad de exigir respeto hacia las víctimas así como decisiones políticas referidas a los delitos contra la integridad sexual. También queda a cargo de la comunidad denunciar (no siempre al violador, en oportunidades es preciso que la gente se haga escuchar frente a determinadas decisiones jurídicas) y saber que los derechos de quien delinque están legalmente protegidos. Si las personas violadas pudieran hacer valer los propios, ¿sería necesario describir cómo trabajamos con ellas?

Eva Giberti
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  03 » Dec 2009
Matrimonio gay: un dogma no tiene por qué ser ley
  La legisladora porteña y doctora en filosofía Diana Maffía desarrolla qué significa esta lucha de las minorías sexuales, qué pasa con el concepto tradicional de familia, qué implica la postura de la Iglesia y por qué el oficialismo no da la discusión.
Por Natalia López (natalial@rionegro.com.ar)


Alex Freyre y José María Di Bello estaban listos para casarse, esta semana en Buenos Aires. Pero no pudo ser. Otra vez será. Sin duda, otra vez será. Porque más temprano que tarde el matrimonio gay en este país dejará de ser un reclamo, una lucha por el sentido, y será un hecho y un derecho.

Este lunes pasado quedó suspendido el primer casamiento entre personas del mismo sexo en Argentina y en América Latina tras la decisión de la Cámara Nacional Civil de rechazar la habilitación dada por una jueza porteña, lo que provocó protestas de las organizaciones homosexuales.

Dialogamos con Diana Maffía, legisladora porteña (2007-2011 por la Coalición Cívica y doctora en filosofía de la UBA, con una tesis sobre “Género, subjetividad y conocimiento”), para conocer su opinión sobre el tema. “Acá hay una batalla por los sentidos que consiste en apropiarse de una institución que a la vez tiene un aspecto jurídico, por un lado, que tiene que ver con el acceso a un contrato de matrimonio; y por el otro, una cuestión dogmática, religiosa, que es el matrimonio como un sacramento. Durante mucho tiempo lo religioso y lo jurídico estuvieron unidos y para mucha gente deberían seguir estando unidos y la verdad es que desde 1994 la Argentina es un país laico, un país donde no hay religión de Estado”, dijo.

“Las leyes son leyes y los dogmas son dogmas y, en todo caso, un dogma se debe hacer valer entre los feligreses de ese dogma pero no tiene por qué ser ley para toda la ciudadanía. Quedarse con la palabra matrimonio sólo para la unión religiosa y que no pueda haber un derecho civil que se impuso durante siglos a mí me parece abusivo”, opinó. No sólo impiden ampliar el derecho y arribar “a lo que simbólicamente significa un matrimonio sino que retienen el simbolismo matrimonial sólo para el sacramento religioso”.

“A mí me parece que hay políticas de reconocimiento que son tan importantes como las políticas de distribución económica”, aclara, y “esta es una política de reconocimiento, es una lucha por el sentido y es una lucha política porque tiene que ver con disputas de poder. Nuestro país como país laico tiene que proponer la amplitud de todos sus derechos a todos sus habitantes sin ningún tipo de discriminación porque es lo que la Constitución Nacional recomienda”.

Sobre esta lucha de las minorías sexuales por lo simbólico, Maffía sostiene que “significa una equiparación, una convicción de que podemos tener los mismos derechos seamos quienes seamos”. “Si yo estoy casada hace 30 años, ejemplifica, y lo mío se llama matrimonio también debe serlo cualquier unión de dos personas con los mismos objetivos de protección, afecto, cuidado muto, expresión amorosa, conformación de una familia”.

Explica que la idea de que sólo sean personas de diferente sexo con el objetivo de procreación impide ingresar al matrimonio a personas cuyo objetivo no es tener hijos, por ejemplo: “realmente es un modo absolutamente restrictivo, que no tiene que ver con cuestiones legales y me parece que es revisable socialmente”.

Maffía considera que en algún momento esa idea reflejó la aspiración de una sociedad pero ya no la refleja y que es altísimo el porcentaje de opinión pública que acompaña esta ampliación del matrimonio por fuera del matrimonio de personas de diferente sexo.

“Todo el mundo tiene derecho a una convivencia feliz, protegida, amorosa. Si la familia conserva alguna vigencia esa vigencia debe ser alcanzable por cualquier par de personas que aspire a esa protección, a esa convivencia, a ese afecto mutuo, a ese sostén y a ese compartir derechos y deberes que significa el matrimonio”, sintetiza.

El concepto de familia tradicional cambió, ¿se acabó la familia?
“Hay muy pocas familias que, en la actualidad y en nuestro país, responden a la descripción tradicional de un varón y una mujer que se unen para procrear. No sólo que muy pocas estructuras tienen este formato de familia nuclear sino que se pretende hacer valer esa definición de familia como eterna cuando es una familia reciente, generada con el surgimiento del Estado moderno con el objetivo fundamental de proteger un nuevo modelo económico que era el capitalismo. Esa familia amplia, que incluía mujer, hijos, patriarca y hasta a los esclavos, se restringe con el surgimiento de la revolución industrial. La familia ya no es el lugar de producción sino que el lugar de producción se traslada al ámbito público, a las fábricas, por lo que sólo conserva la función reproductiva y de cuidado. Se achica, se hace pequeña y genera dos obligaciones diferenciadas: el sostén económico por parte del varón -el patrimonio-, y la obligación de legitimidad de los hijos en la mujer, que es el fin reproductivo. Quiere decir que esto está hecho para la legitimación de la propiedad privada y de la herencia. Prestarle carácter sagrado a una estructura hecha a la medida de un cambio económico es una necedad. Es naturalizar algo que de ninguna manera es natural sino que ha sufrido muchísimos cambios y, de hecho, ya no es la estructura predominante en nuestra sociedad.

“Ahora, uno podría decir se acabó la familia. Yo creo que sigue habiendo funciones importantes con respecto a un núcleo primario de seres muy vulnerables, como son los hijos. La familia es el espacio de la primera socialización, de la adquisición de la lengua materna, del afecto, del cuidado, de la protección mutua, del sostén, del compartir responsabilidades. Ese núcleo sigue teniendo una función social importantísima pero nada indica que esa función deban tenerla personas de diferente sexo ni que tenga que ver con la procreación. Me parece que son objetivos sociales, éticos y morales que no podemos restringirlos solamente por la orientación sexual, la identidad o la procreación”.

La postura de la Iglesia
“Ciertas cuestiones religiosas yo no las voy a discutir porque son posiciones religiosas, como por ejemplo, la de expulsar a personas divorciadas o a personas homosexuales de de la protección que se supone que es pertenecer a una religión. Es una decisión del dogma. Ahora, pretender que se las expulse de instituciones sociales me parece completamente abusivo porque es poner a la Iglesia a tutelar las organizaciones republicanas, cosa que muchas veces intentan pero resulta inapropiada porque este no es un estado talibán, este es un estado laico y esto, evidentemente, cuesta trabajo para mucha gente respetarlo”.

El oficialismo que no debate
“Es evidente y es público, que los diputados oficialistas nacionales al principio dieron apoyo al proyecto y luego lo retiraron. Se enfrió la situación por pedido de la propia Presidenta y de su viaje al Vaticano que no quería que fuera enturbiado esta cuestión del matrimonio gay. Sabemos lo que pasó con el gobierno de la ciudad de Buenos Aires sencillamente con no ponerse en contra, y el reclamo airado del arzobispo de Buenos Aires, no tanto por el bien de sus feligreses sino por la preservación de su carrera al papado. Hay que pensar que acá hay muchos intereses de distinta índole que no son precisamente la salvación de las almas”.

Ahora, la decisión es de la Corte
“Siempre tengo esperanzas en que la Corte acompañe las cuestiones que son justas. Tengo esperanzas en que la Corte tenga esa posibilidad de repensar cuál es la validez del Código Civil en este tema y en muchos otros temas en los que tenemos que ir avanzando. El cambio es inapelable, se puede entorpecer y retrasar pero no impedir”.

A las parejas de gays y lesbianas que esperan ejercer su derecho al matrimonio
“Me parece que la vida de las parejas es siempre trabajosa. Así como había un viejo slogan que decía que la tierra es de quien la trabaja, el matrimonio también es de quien lo trabaja. Gays, lesbianas, heterosexuales todos tenemos el mismo trabajo frente a la constitución de una pareja, su preservación, su mantenimiento. Tendríamos que estar más atentos al desamor social, a la exclusión de sectores tan vastos y amplios de nuestra sociedad, a la intolerancia y al desgarramiento que eso significa, que impedir que puedan unirse, amarse y cuidarse personas que trabajosamente han llegado a encontrar a otro con quien compartir sus días”.

Por Natalia López (natalial@rionegro.com.ar)
 
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  30 » Nov 2009
Periodistas con perspectiva de género en Bogotá
  La última semana de noviembre se relizó en Bogotá el III ENCUENTRO INTERNACIONAL DE LA RED INTERNACIONAL DE PERIODISTAS CON VISION DE GENERO. Periodistas de 17 países, entre ellos de Argentina, participaron del evento que dio como primer resultado el siguiente manifiesto:

¨Es en la distribución de los significados donde reside el verdadero poder¨

Eliseo Verón

Capaces de imaginar un mundo libre de violencia para las mujeres; capaces de imaginar un mundo donde mujeres y hombres compartamos la vida, los derechos, los recursos, los sueños y también las incertidumbres y la esperanza; capaces de construir un imaginario colectivo rico en dignidades y libre de sumisiones y abusos…

Periodistas de 17 países de cuatro continentes dejaron sus salas de redacción, sus calles y campos de batalla para anunciar al resto de colegas en el mundo que necesitamos abandonar la mirada sesgada y excluyente; cambiar nuestras rutinas profesionales para escuchar más, ver mejor y comprender la complejidad y diversidad del momento histórico que nos ha tocado testimoniar; que exigimos ver a las mujeres, que no las excluyamos de nuestros relatos, que nos decidamos a vivir nuestra profesión con el riesgo que supone aventurarse por nuevos caminos, por rutas aún no transitadas, sin antiguas brújulas que solo marcaban el norte del poder.

Proponemos subrayar en trazo grueso en nuestras agendas que no podemos admitir la reacción patriarcal que nos empuja a la pérdida de derechos ya conseguidos, recuerden que la historia no es lineal y frente a los avances de los derechos de las mujeres hay tentaciones de retrocesos. Que destaquemos en mayúsculas la lucha contra la violencia de género, el feminicidio, la trata de seres humanos con fines de explotación sexual y los abusos contra las mujeres en conflictos armados. Que la impunidad falsea nuestras democracias, mina nuestras sociedades e introduce la semilla de la violencia que dará su peor fruto: la imposibilidad de la paz.

Exigimos vigilar el cumplimiento de las leyes, denunciar las violaciones de los derechos humanos de las mujeres, controlar el comportamiento de los gobiernos y que seamos autoexigentes con nuestros propios medios, que no descuidemos nuestro lenguaje, que no lo dejemos envejecer sin incorporar los nuevos usos que las mujeres le dan, que lo reinventemos porque en él entramos todas, que no descuidemos nuestros valores, nuestras responsabilidades.

Que nos empeñemos en hacer buen periodismo, que nos empeñemos en ser profesionales, que amemos una profesión que tiene en la pasión por la justicia y la verdad sus mejores valores.

Trasladamos nuestra solidaridad, reconocimiento y respeto al mismo tiempo que ofrecemos nuestro acompañamiento a quienes ejercen el periodismo en Colombia porque conocemos sus dificultades y los riesgos que implica trabajar en un país en conflicto armado. Sabemos que son enviados especiales sin billete de regreso.

Invitamos a que nadie descanse hasta que consigamos que la profesión periodística sea cómplice apasionada de la libertad y la paz, para todos, para todas.

En Bogotá, a 29 de noviembre de 2009
 
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