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15 » Jun 2008 |
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Angustia |
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Con la angustia que anuda la voz y oprime el pecho, entre suspiros y largos silencios, llorando y haciendo llorar. Así fueron los testimonios de los docentes que presenciaron el fusilamiento de Carlos Fuentealba y el desesperado rescate de su cuerpo del interior del automóvil lleno de gas lacrimógeno. Algunos fueron de tal crudeza que la viuda, Sandra Rodríguez, debió retirarse de la sala de audiencias. El juicio oral fue una hendija por la que los maestros pudieron darle un escape a su dolor. Quizá estos tramos de sus declaraciones ante el tribunal no sirvan para probar un delito, pero describen en toda su brutalidad cómo fue la represión del 4 de abril de 2007 en Arroyito.
Gloria Rodríguez fue una de las que mejor reflejó el impacto devastador que tuvo sobre todos los docentes el ataque que sufrió Fuentealba. Ella estuvo junto al Fiat 147, vio temblar el cuerpo sobre el pavimento de la ruta 22, vio el rostro cubierto de sangre. En la audiencia del viernes relató entre sollozos: "yo no lo conocía a Carlos, pero me dolió tanto... Pensé: este hombre se levantó hoy a la mañana, le dio un beso a sus hijas, habló con la mujer, le dijo nos vemos al mediodía en Arroyito... y en ese momento pensé que yo había dejado mi cama sin hacer... y capaz que es una estupidez, pero pensé quién va a hacer mi cama, quien va a ordenar mis papeles... porque podía ser yo la que no volvía...".
La represión causó tan alto impacto entre los docentes que muchos perdieron toda referencia temporal y espacial. Por eso fue notorio que algunos dijeran que el ataque se produjo a las 8 de la mañana, cuando fue casi a las 10.30, o que ocurrió a 100 metros de la estación de servicios de Arroyito, cuando había más de tres kilómetros de distancia.
Hubo quienes quisieron borrar de su mente esos momentos. Como Rubén Lescano ("no he visto ningún video por la angustia que me genera", dijo) o Gaspar Silva: "traté de olvidar un montón de cosas que no me dejaban dormir... desde que me llegó la citación empecé a hacer un esfuerzo por recordar". Este docente fue uno de los pocos que arrancó una triste sonrisa a Sandra Rodríguez, cuando mencionó: "a Fuentealba en la escuela lo jodíamos con que tenía nombre de novela venezolana: Carlos Alberto".
El juicio lleva ocho jornadas y no permitió un solo momento para relajarse. Todos los docentes que se presentaron hasta ahora dedicaron el primer segmento de su declaración a relatar sin interrupciones cómo llegaron aquella mañana a Arroyito. Fueron coincidentes en que no esperaban semejante despliegue policial, y detallaron casi calcadas las tres fases de la represión. Como lo dijo Luis Paredes el viernes: "la primera, la fase típica: arrojando algunos gases para dispersarnos; la segunda innecesaria y peligrosísima, cuando tiraron hacia la estación de servicio; la tercera desaforada, con ánimo de 'hacemos esto porque nos gusta mucho'".
Luego de ese primer tramo, a los testigos les tocó relatar el momento más dramático de la jornada e invariablemente se les quebró la voz. Como a Ana Meier, que se metió dentro del Fiat lleno de gas lacrimógeno, tanteó a ciegas y se retiró "aliviada, convencida de que no había nadie adentro". Lo dijo de tal forma que parece que aún se lo reprocha.
Juan Uribe, que se introdujo en el automóvil segundos después, descubrió en cambio que había alguien en la parte trasera porque escuchó sus quejidos. "Aguantá que ya te sacamos, aguantá", le pidió. A su lado Ana Meier lloraba: "aguante compañero, que lo necesitamos", recordó haber dicho cuando Fuentealba ya estaba sobre la ruta y el camión hidrante le tiraba agua. Uribe aseguró: "yo no sabía quién era... cuando me enteré de que era Carlitos... hasta el día de hoy no lo puedo creer".
(G.B.) |
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Categoría : Caso Fuentealba | Comentarios [1]
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Y LA ANGUSTIA NUESTRA??? |
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Por : Zapalino | 21 » Jun 2008 | 01:04 am |
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Y que pasa con la angustia de la gente que debe viajar por distintos motivos y porque el sindicato ATEN se le antojó cortar la ruta, violando nuestros derechos contitucionales de TRANSITAR o de TRABAJAR, tuvimos que resignar muchos viajes? Así que ahora los señores se angustian.... No tienen verguenza |
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