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04 » Jan 2009 |
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Buscar |
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Me había prometido retomar el tema apenas esbozado en este post vinculado con lo que hacemos con Google y lo que Google hace con nosotros.
Es muy recomendable la lectura de “Buscar. Cómo Google y sus rivales han revolucionado los mercados y transformado nuestra cultura”, de John Battelle. La edición que tengo es de 2005, y las cosas se han potenciado mucho desde entonces.
El libro aborda varios temas. Por ejemplo, cuál es la lógica que utiliza Google para buscar lo que le pedimos y que lo ha convertido en el más eficiente de todos. Relacionado con esto, cuenta las razones del fabuloso crecimiento de la empresa y por qué gana los miles de millones de dólares que gana. Pero lo fundamental es lo que dice el título: cómo ha transformado nuestra cultura, con todo lo bueno y malo (inclusive muy malo) que esto representa.
Hay muchas referencias a las consecuencias legales derivadas de las búsquedas, y hasta dónde los gobiernos tienen derecho a obtener información sobre la utilización que una persona en particular hace de Google.
Como doy por obvio que los lectores del blog navegan por Internet (de otro modo, no estarían aquí) y que por lo menos alguna vez han utilizado Google, me parece interesante compartir este material. Por eso, he aquí algunos párrafos del primer capítulo del libro de Battelle.
“En 2001 encontré un enlace de la primera edición de Google Zeitgeist, una herramienta inteligente de relaciones públicas que resume los términos de búsqueda que cobran o pierden impulso durante un periodo de tiempo en particular. Mediante un recuento de los términos más buscados, Zeitgeist ofrece un resumen fascinante de qué cosas busca nuestra cultura, o que temas le resultan interesantes y, a la inversa, qué temas que antes eran populares ahora están perdiendo interés cultural.
(...)
“Me quedé paralizado. Zeitgeist me reveló que Google había hecho algo más que poner su dedo sobre el pulso de la cultura: había entrado directamente en su sistema nervioso. Ésa fue la primera vez que vislumbré lo que más tarde denominaría la «Base de Datos de las Intenciones»: un producto vivo de inmenso poder. Dios mío, pensé, ¡Google sabe exactamente qué quiere nuestra cultura!
“Teniendo en cuenta los millones de millones de consultas que procesan sus servidores cada hora, tuve la impresión de que la compañía había encontrado una mina de oro de la información. Se podrían crear editoriales enteras a partir de los rastros de intención que se encuentran en esa base de datos.
(...)
“¿No se podría también crear una compañía de investigación y marketing capaz de informar a sus clientes con total exactitud qué cosas compra, quiere comprar o evita comprar la gente? ¿Tal vez se podría fundar una empresa de comercio electrónico que supiera de antemano qué quiere el comprador? ¿Qué tal la idea de crear una compañía de viajes que supiera exactamente a dónde quiere ir el cliente? Las posibilidades me parecieron infinitas.
(...)
“Cada día, millones de millones de personas miran la pantalla de su ordenador y vierten sus deseos, temores e intenciones en los sencillos colores y el brillante fondo blanco de Google.com.
(...)
¿Qué estamos creando, intención por simple intención, cuando decimos al mundo qué es lo que queremos? Enlace por enlace, clic por clic, la búsqueda posiblemente está creando el aparato cultural más duradero, sólido y significativo de la historia de la humanidad: la Base de Datos de las Intenciones. Esta Base de Datos de las Intenciones no es más que esto: la suma total de los resultados de cada una de las búsquedas que se han realizado, la lista de resultados ofrecida, y de los caminos tomados como consecuencia de todo ello.
(...)
“Cuando introducimos nuestros datos en los servidores de Amazon.com, Hotmail.com, Yahoo.com y Gmail.com, estamos cerrando un trato implícito con el que el público en general está de acuerdo o, para ser más exactos, un trato que la mayoría no se toma muy en serio.
“Ese trato es el siguiente: nosotros confiamos en que usted no empleará nuestra información para hacer cosas malas con ella. Confiamos en que la mantendrá segura, protegida del acceso ilegal por parte del gobierno o de cualquier entidad privada y que estará en todo momento bajo nuestro control. Nosotros entendemos que puede utilizar nuestros datos en general para proporcionarnos un servicio mejor y más útil, pero confiamos en que no va a identificar personalmente a los individuos a través de nuestros datos y que no va a utilizar nuestros datos personales de tal forma que viole nuestra privacidad o libertad.
“Ésa es, en gran medida, la porción de confianza que pedimos a las compañías que coloquen en su plato corporativo. Y no estoy seguro de que, tanto nosotros como ellos, estemos completamente seguros de qué debemos hacer con las consecuencias que acarrea dicha transferencia. Sólo el hecho de pensar en esas consecuencias produciría un fuerte dolor de cabeza a cualquier persona responsable”.
(G.B.) |
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Categoría : Varios | Comentarios [0]
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