Once años tardó en llegar a juicio oral un expediente que, según se dijo, estaba listo para debate desde el año 2000.
Salí del juicio pensando que ese expediente está lleno de firmas de jueces, fiscales y defensores, pero ninguno fue mencionado como responsable de semejante disparate.
Uno de los defensores, burlón, me desafió: “andá a hacer justicia por el diario”.
Yo estaba, estoy, demasiado triste como para contestarle.
Esta es la nota que escribí para el diario:
El proceso penal debe tener una duración razonable. Once años de investigación, para un delito que la ley castiga con un máximo de diez, excede esa razonabilidad. Con este argumento, la fiscalía se abstuvo de sostener la imputación contra los seis acusados de haber cometido una mega estafa con tarjetas de crédito en 1999. El fondo la cuestión no llegó a debatirse y los imputados serán absueltos hoy por un fallo de la Cámara Primera.
“Esta investigación estaba terminada en el año 2000. Por diferentes circunstancias el proceso duró más de lo razonable”, dijo la fiscal de Cámara María Dolores Finochietti al anunciar que retiraba la acusación contra los imputados.
A la fiscal, que asumió en el puesto pocos meses atrás, le tocó poner la cara en esta etapa pública del caso. Antes de su intervención hubo jueces y fiscales que por esas “diferentes circunstancias” entretuvieron el expediente durante una década y por eso se produjo este resultado. Todos siguen en funciones; la mayoría ascendió y ocupa otro cargo.
Tras escuchar a la fiscal los imputados se abrazaron con sus defensores. Tenían motivos para festejar: la falta de acusación equivale a un sobreseimiento, es decir, una declaración de inocencia, aunque el juicio no se haya hecho.
La Cámara integrada por Luis Fernández, Héctor Dedominichi y Daniel Varessio postergó para hoy su veredicto. “No tienen margen; lo único que pueden hacer es decir que la postura de la fiscal está mal fundamentada, declarar todo nulo y llamar a otro juicio”, dijo una fuente consultada por “Río Negro”.
“Nuestro sistema no está preparado para manejar causas así. Es diferente si hay presos: en esos casos todo va rápido. Pero cuando no hay detenidos…”, reflexionó ante este diario uno de los defensores oficiales que actuó ayer.
De acuerdo con la acusación originaria, los hechos ocurrieron entre febrero y agosto de 1999. Se atribuía a los imputados haber cometido una serie de estafas utilizando tarjetas de crédito fabricadas por ellos mismos con datos de usuarios reales que, al recibir el resumen, descubrían consumos que no habían efectuado.
Particulares, comercios y empresas emisoras de las tarjetas fueron los damnificados.
De la decena de acusados sólo seis se presentaron al juicio de ayer; dos no fueron notificados y otros dos estarían prófugos.
Los defensores Miguel Valero, Daniel Geloni, Pedro Telleriarte (oficiales), Miguel Vilar y Martín Segovia (particulares) actuaron en bloque al pedir que se aplique “la insubsistencia de la acción penal”. Los imputados estaban acusados de asociación ilícita, que tiene una pena máxima de 10 años, y el proceso está por cumplir 11.
El defensor Valero jugó con picardía una buena carta: leyó un largo fallo a favor de la insubsistencia de la acción penal en un caso parecido, y después citó al autor: Varessio, uno de los integrantes de la cámara como subrogante. El juez lo miró, como se dice en estos casos, con cara de póker.
Autorizan la transmisión del juicio por crímenes en la ESMA.
El TOF 5 de la Capital permitió la difusión de algunos de los tramos del juicio oral que comenzará este viernes, donde se investigan las desapariciones de las monjas francesas Leónie Duquet y Alice Domon y del periodista Rodolfo Walsh.
Esta es la reconstrucción digitalizada de los 12 balazos que le dispararon en 22 segundos a Pedro Pepe Alveal, y que se exhibió en el juicio oral contra los cuatro policías acusados, cuya sentencia se conocerá el viernes 20 de noviembre.
La realizaron peritos de la Corte Suprema de la Justicia de la Provincia de Buenos Aires en base al video que ya conocen por el blog, que fue filmado por un ceramista durante la represión del 25 de noviembre de 2003.
Según explicaron los peritos, analizaron cuadro a cuadro el video, limpiaron los “ruidos” y elementos ajenos al punto central, e hicieron la animación digitalizada.
Así se puede observar quién efectuó cada uno de los disparos (que en total son 14) y dónde impactaron. El sexto, que está en el segundo video, es el que le pegó en el ojo izquierdo a Alveal.
Me gustó la manera en que se manejó la Cámara con esta integración en un juicio que en la previa aparecía complicado: el del caso Alveal.
Bien Alejandro Cabral en la presidencia, resolviendo las incidencias que se presentaron (pocas) con rapidez y claridad, más allá de que haya dejado conformes a las partes o no.
Bien Richard Trincheri y Marcelo Medori (Cabral también anota en esto) al no hacer preguntas a los testigos, salvo algunas muy puntuales y solamente a los fines aclaratorios.
Todos hemos visto alguna vez a camaristas que, con trazo más o menos grueso, suplen el trabajo del fiscal o del defensor, algo que en este juicio no pasó.
También estuvieron bien los tres al cumplir con los formalismos del Código Procesal sin caer en el ritualismo talibán. Fue evidente que las partes se sintieron cómodas, pudieron preguntar con amplitud y el debate ganó en riqueza sin caer en el desorden.
Tal vez haya influido que uno de los integrantes de la Cámara (Medori) es un juez civil que además viene de la política (fue apoderado del peronismo); mientras que los otros dos salieron del semillero de fiscales que tuvo esta provincia años atrás y se inscriben en la corriente de aquellos a quienes les gustaría acercar la justicia a la gente. Saben que para eso deben flexibilizar desde el lenguaje hasta la conducción de un debate complejo como fue éste del caso Alveal.
Ayudó también la actitud de las partes. Las querellantes Ivana Dal Bianco y Romina Sckmunk tienen una clara militancia política, ni qué decirlo de Marcelo Inaudi, y eso le aportó otro dinamismo a un debate con inocultables ingredientes que van más allá de lo técnico jurídico. Orlando Funes, que defiende a más comprometido de los imputados, no embarró la cancha como podría haberlo hecho para intentar que mejore su situación. A Stefanía Sauli no me gustaría tenerla enfrente en un juicio; si alguno le toca le aconsejo que no se guíe por su voz para evaluarla.
El fiscal Velasco Copello fue, de todos, el más rígido. Casi ni se habló con la querella (un mar ideológico los distancia), fue seco en los interrogatorios pero, a mi criterio, hizo una de las mejores preguntas relativas al blanco que se utiliza para practicar tiro y cuántos perdigones pueden impactar en el mismo. Es obvio que no es lo mismo darle al centro que a un borde, pero él lo graficó en el momento justo.
En definitiva, y antes de que esto se parezca más aún al puntaje para un equipo de fútbol: en el juicio hubo cruces intensos, hubo chicanas, hubo discurso político y gritos de la tribuna, pero nadie podrá decir que se perturbó el objeto del juicio.
Mañana miércoles son los alegatos. Quería dejar estas breves impresiones antes de esa instancia y lo más lejos posible de la fecha de la sentencia, que se conocerá la semana que viene.
Salgado-Mansilla, defensores de Julio Fuentes y de todos los imputados en el “caso Hettinger”, plantearon este recurso de aclaratoria ante el Tribunal Superior de Justicia.
Dicen entre otras argumentaciones:
“Como las nulidades declaradas no pueden tener una extensión mayor a la de los agravios, en el nuevo juicio los querellantes se encuentran impedidos de formular una acusación de superior amplitud penal a la que realizaron luego de un debate carente de impugnaciones”.
“El Ministerio Público Fiscal, que consintió la sentencia de Cámara, se encuentra impedido en el nuevo debate de formular una acusación más incriminatoria que la que ya realizó en un juicio realizado íntegramente con su conformidad”.
Volvió después de tanto tiempo esta querida sección.
Pensar que hoy perdí la mañana tratando de conseguir que me dejen entrar a un juicio oral pero no hubo caso, la Cámara resolvió hacerlo a puertas cerradas...