Si leyeron las declaraciones de Carmen Argibay habrán notado que califica el trabajo de los jueces de “ingrato”. Con estas palabras: “aunque todo el mundo crea que ser juez es algo fantástico y maravilloso, es muy ingrato, siempre hay alguien que queda disconforme y siempre hay alguien que como no le dimos la razón dice que somos vendidos, o que somos coimeros, o que no sabemos nada…” y continúa.
Quizá a ustedes se les ocurran otros adjetivos para definir el trabajo de un juez, pero atengámonos al que brindó la ministra de la Corte Suprema. Porque de eso se trata la encuesta que les propongo esta semana. ¿Es ingrato el trabajo de los jueces?
He hablado con jueces que así lo perciben y lo expresan con amargura. Claro que también hay de los que le quitan dramatismo a la cuestión. Después de todo, si nos atenemos a la cantidad de anotados en los concursos para cubrir vacantes podemos llegar a la rápida conclusión de que el cargo tiene algún atractivo, quizá tantos como interesados hay en ocuparlo.
Seguramente no todos los usuarios de este blog son jueces, ni abogados, ni conozcan siquiera en detalle y con profundidad todas las características del trabajo de un juez. Lo cual no les impide tener una opinión al respecto.
No estamos hablando de si hay jueces buenos, regulares o malos. Hablamos de la supuesta ingratitud de su trabajo, según la tercera acepción del diccionario: “Que satisface o gratifica poco con relación al esfuerzo y a la atención que se le dedican”.
Esta es una encuesta sobre percepciones. Creo que nos ayudará a conocer un poco más acerca de la imagen que tenemos de los jueces, y luego podremos debatir cuánto se ajusta o aleja de la realidad.
Carmen Argibay pasó por Neuquén. A la mañana temprano estuvo una hora con el periodismo y habló de todo. Siempre es interesante escucharla (o leerla, en este caso), por eso publico aquí la desgrabación íntegra de sus declaraciones como si fueran una ponencia, con unas pocas de las preguntas que le hicimos, sólo las imprescindibles para entender el contexto.
Habló de los juicios por los delitos de lesa humanidad, de la publicidad del juicio (y avaló las restricciones al trabajo de la prensa, algo con lo cual sigo discrepando), del estrés que significa para los jueces escuchar durante horas testimonios desgarradores sin poder expresar ninguna emoción, y tuvo conceptos muy elogiosos para Guillermo Labate. En este contexto también dio una magistral explicación sobre los problemas que existen para encuadrar los hechos que se están juzgando dentro de la figura de genocidio.
Didáctica, explicó por qué la Corte no "co-gobierna" aunque muchas veces le diga al Ejecutivo lo que debe hacer.
Y habló de las presiones que reciben los jueces: "Quien se sienta obligado a hacerle favores a aquel que lo designó, mejor que se vaya porque no va a ser un buen juez, y ni siquiera presiones va a necesitar", dijo.
No, del Tribunal Superior de Justicia de Neuquén no quiso hablar.
Está circulando por mail la impugnación de Graciela Demiz contra el resultado del concurso por la Cámara de San Martín de los Andes, y su pedido de remoción del consejero Gustavo Olivera (que la calificó con cero en la entrevista personal), temas sobre los cuales se informó en el "Río Negro" del domingo pasado.
Tengo entendido que ambos temas se resolverán la semana que viene. Y les recuerdo a los interesados que hasta el domingo se puede votar en la encuesta que encontrarán un poco más abajo.
Aquí el texto completo presentado por Demiz:
Hoy se publicó la sentencia de destitución de Eduardo Badano.
Seguramente apelará, habrá que integrar el Tribunal Superior de Justicia para tratar el recurso (quizá para entonces ya estén los conjueces) y de allí puede pasar que:
• Anulen la destitución, con lo cual regresaría al cargo.
• Le rechacen la casación, con lo cual iniciará su peregrinar para llegar a la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
En este segundo caso, cuando se agote la vía provincial por llamarla así, el gobernador quedará en condiciones de nombrar a su reemplazante. ¿Será para antes de fin de año?
(G.B.)
Si hacen click sobre la pregunta, serán redireccionados a la página en la cual está la encuesta que cierra el domingo 24 (prorrogado una semana). Elegí este servicio porque, supuestamente, admite hasta 500 respuestas (es el más generoso), aunque tiene la desventaja de que no se pueden observar (aquí) las cuatro opciones que propuse. Las verán al votar, pero les anticipo que ellas son:
-No me merece objeciones
-Me llamó la atención, pero no me merece objeciones.
-Estoy en desacuerdo con parte del resultado.
-Estoy en desacuerdo con todo el resultado.
Si les interesa, están invitados a participar. Gracias.
Algunos usuarios del blog esbozaron su idea sobre cómo debería estar constituido el Consejo de la Magistratura. Se plantearon, en concreto, quién elige a los que eligen.
Modelos hay muchos, ninguno infalible. Como aporte al debate, cito reflexiones que dejó el profesor italiano Luigi Ferrajoli durante una visita a Argentina allá por 1997, extraídas de "La Justicia por su nombre" de Rafael Bielsa.
Le preguntaron a Ferrajoli cómo llegaron los jueces italianos a tener la base de legitimación social y el grado de independencia necesarios como para producir un movimiento único en la historia de la civilización, como fue el Mani Pulite; cuáles fueron las claves. Y respondió:
"En primer lugar, el gobierno de la magistratura por un Consejo de composición mixta; dos tercios de los miembros electos entre magistrados por ellos mismos, un tercio por el Parlamento entre profesores de derecho y abogados.
"En segundo lugar, los concursos para ingresar al orden judicial sin discriminación; toda discrecionalidad, provenga de donde proviniere, es un favor que debe a futuro quien se ha beneficiado con ella.
"En tercer lugar, la lucha contra el terrorismo dio a los jueces un gran prestigio social. Como se sabe, estos no reciben legitimación del voto popular, sino del ostensible acatamiento a la ley. Hay una bella frase de Tocqueville: No estaría más contento si fueran millones de brazos los que me ajustaran el lazo al cuello.
"Eso quiere decir que es la ley y no la voluntad de las mayorías circunstanciales lo que determina qué es verdadero o falso en derecho. Con esos materiales concluyó Mani Pulite".
(G.B.)
...que no es la primera vez que Gustavo Olivera califica con cero. Además del conocido "caso Clérici" hubo otros que tuvieron menos difusión. Y Carla Castiglioni puso a veces el mismo puntaje. En el diario del domingo saldrá una nota sobre este tema, con algunos otros detalles de la controversia que generó el concurso por la Cámara de San Martín de los Andes.
(G.B.)