Los bajos puntajes por antecedentes en el concurso 24 (ver el siguiente post) me llevaron a hacer un ejercicio comparativo.
Hasta ahora el ganador del orden de mérito por antecedentes con más bajo puntaje se dio en el concurso 5, para elegir un defensor oficial penal en Chos Malal, con 8,37 puntos (no ganó en el orden de mérito definitivo).
Le siguen el concurso 9, para elegir un juez para Rincón de los Sauces (9,98 puntos) y el concurso 17, para elegir un juez de Cámara para Zapala (10,46).
En ambos casos, los que ganaron por antecedentes ganaron el concurso.
En el otro extremo, los mayores puntajes por antecedentes se dieron en el concurso 12, para elegir camaristas con destino a San Martín de los Andes (21,89 puntos); el concurso 22, para elegir fiscal de Cámara (21,62) y el concurso 4, para elegir un juez para la Cámara de Apelaciones (21,09).
En todos los casos las ventajas fueron imposibles de descontar para los demás, y estos postulantes ganaron sus respectivos concursos.
Dos datos más: hasta ahora un solo ganador obtuvo menos de 50 puntos (concurso 9) y quien más alto puntaje cosechó fue la ganadora del concurso 12 con 79,03 puntos.
Actualización: Uno de los usuarios del blog (ver el primer comentario) sugiere que sería muy interesante corroborar ahora “si esos primeros puestos (de los ganadores de los concursos) se reflejan en el ejercicio diario de la función”.
Si no interpreto mal equivale a solicitar una evaluación, lo cual está entre las atribuciones del Consejo de la Magistratura con la oposición de la Asociación de Magistrados, que hizo un planteo de inconstitucionalidad ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Aquí está el proyecto de reforma parcial del Código Procesal Penal que presentó el diputado Daniel Baum.
Algunos puntos que el diputado destaca: “No tiene costo alguno de implementación; es de operatividad inmediata; es el paso previo al sistema acusatorio; distribuye equitativamente el trabajo entre los fiscales y defensores de primera y segunda instancia”.
Por lo que pude ver hace desaparecer las fiscalías especializadas por delitos, sistema muy criticado por algunos de los candidatos a fiscal de Cámara en el último concurso del Consejo de la Magistratura.
No dijeron que el sistema era malo, sino que se había desnaturalizado. Se sabe que dos fiscalías (Delitos Violentos contra la Propiedad y Graves Atentados contra las Personas) están desbordadas de trabajo, y las otras no tanto, algunas casi nada.
En mi opinión la especialización es una herramienta más, y depende de cómo se la utilice.
Podría ser buena, siempre y cuando se realicen en forma periódica reuniones generales de fiscales para intercambiar información.
Si observamos a nuestro alrededor, hay un avance hacia la segmentación, la personalización, la estratificación.
¿Por qué no tener entonces fiscalías especializadas para investigar conductas delictivas “tuneadas”?
Claro que la especialización no debe hacer perder de vista el conjunto. Hay hilos conductores, lo que Binder llama “mercados”, que no van a ser desmontados nunca si cada uno trabaja por su lado. Por eso lo de las reuniones generales mencionadas antes.
Y hay algo más delicado: por ejemplo si todas las investigaciones de delitos cometidos contra y desde el Estado se concentran en una fiscalía, al gobierno de turno le bastaría con controlar ese organismo para quedarse tranquilo de que no lo sobresaltará ninguna incómoda causa abierta por un caso de corrupción. ¿No?
Esto podría solucionarse, por ejemplo, con una cuidadosa selección de quien vaya a ocupar ese cargo.
Volviendo al proyecto de Baum: al final de la fundamentación encontrarán un interesante gráfico que muestra cuánto abarca ahora el trabajo de las fiscalías de grado y cuán poco el de las fiscalías de Cámara.
Una muestra más del desatino con el cual se encaró la ampliación de los organismos judiciales allá por 2004.
Si me dejan opinar una vez más, me pareció interesante el aporte que se hizo en el mencionado concurso de fiscal de Cámara: hay que crear unidades fiscales que se ocupen del delito desde su comisión hasta el recurso de casación, pasando obviamente por el juicio oral.
Una última mención al primer argumento de Baum para sustentar la reforma: “no tiene costo de implementación”.
Recordé enseguida lo que me dijo Manuel Garrido cuando lo entrevisté: la mayoría de las reformas procesales se frena por cuestiones económicas (click aquí).
¿Qué futuro le espera a este proyecto de reforma parcial? No lo sé. Tampoco sé si es mejor seguir introduciendo parches (recuerden que está pendiente de tratamiento el proyecto de reforma del artículo 70 del Código Procesal, vinculado con las facultades del querellante) o avanzar de lleno en la discusión de los proyectos de reforma integrales.
El Poder Ejecutivo envió un proyecto al Congreso para darles “más participación a las asociaciones intermedias como parte querellante en procesos por delitos de acción pública en los que se investiguen crímenes de lesa humanidad o graves violaciones a los derechos humanos”.
Salgado-Mansilla, defensores de Julio Fuentes y de todos los imputados en el “caso Hettinger”, plantearon este recurso de aclaratoria ante el Tribunal Superior de Justicia.
Dicen entre otras argumentaciones:
“Como las nulidades declaradas no pueden tener una extensión mayor a la de los agravios, en el nuevo juicio los querellantes se encuentran impedidos de formular una acusación de superior amplitud penal a la que realizaron luego de un debate carente de impugnaciones”.
“El Ministerio Público Fiscal, que consintió la sentencia de Cámara, se encuentra impedido en el nuevo debate de formular una acusación más incriminatoria que la que ya realizó en un juicio realizado íntegramente con su conformidad”.
Fabián, que es mucho mejor periodista que yo, me convenció de abrir una cuenta en Twitter.
Me costó tomar la decisión. Desconfío mucho de las redes sociales, como en general de todo lo que circula por Internet. Sólo tengo correo electrónico y, desde hace más de un año, el blog.
Lo mío es un defecto de fábrica: como dije una vez, “me habría gustado nacer en esta era digital en vez de ser un inmigrante ilegal que aprende a hablar el idioma en oscuros callejones, que mezcla las nuevas palabras que incorpora cada día con nostálgicos términos de la era pre digital y que nunca, por más que se esfuerce, logrará el acento de los nativos”.
¿Para qué abrí esta cuenta entonces?
No sé. Quizá porque me sometí al pensamiento dominante de esta época: tenés que estar en Internet, en tooodo lo que ofrece Internet, aunque no se sepa bien para qué.
Ya les contaré cómo me va. Si le encuentro alguna cualidad positiva, la compartiré, y si no, cerraré la cuenta y a otra cosa.