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Una de las críticas que se le formulan al Consejo de la Magistratura es por su sistema de evaluación. A grandes rasgos, funciona así: los candidatos reciben puntaje por sus antecedentes, su desempeño en el examen oral y en el examen escrito. La última oportunidad de mejorar -o empeorar- el promedio total es la entrevista personal.
Esa charla mano a mano entre el candidato y los miembros del Consejo se ha revelado como decisiva. Alguien que viene encumbrado por sus antecedentes y desempeño en los exámenes, puede derrumbarse al último puesto si, por ejemplo, le ponen un cero en la entrevista personal. Hasta ahora no se ha dado el caso inverso.
Si los consejeros fueran inobjetables, si se conociera con claridad qué pautas evalúan, si la participación estuviera abierta; en definitiva, si el Consejo de la Magistratura no tuviera la falla de origen que se le conoce, quizá el peso que tiene la entrevista personal en el proceso de selección no sería motivo de críticas.
Como sea, el modelo neuquino podría ser importado en breve por el Consejo de la Magistratura de la Nación. Lo malo se copia rápido. (G.B.) |
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