El artista alemán Gregor Schneider cosechó el rechazo de todo el espectro político de su país con su idea de exponer una persona a punto de morir o recién fallecida, informa el periódico "Rheinischen Post" en su edición de hoy. S
chneider, que vive en la ciudad alemana de Mönchengladbach, explicó en una entrevista publicada en "Die Welt" que su propósito es "mostrar la belleza de la muerte" y que desde 1996 busca concretar la idea. Para el secretario Cultura del estado federado de Renania del Norte-Westfalia, el conservador Hans-Heinrich Grosse-Brockhoff, se trata en cambio de "una idea a la que le falta maduración". P
olíticos de Los Verdes y del Partido Liberal (FDP) de rango estatal describieron respectivamente el proyecto como "un intento de provocación" y un gesto de "mal gusto". El artista explicó que si ningún museo acepta la propuesta, podría usar su propia obra-casa de Mönchengladbach para el acto fúnebre, titulado para este caso "Das Tote Haus ur" (algo así como "La ancestral casa muerta").
Schneider viene trabajando en esa casa, que bautizó "Haus ur", desde 1985, e hizo de ella un laberinto de trampas, cuevas y espacios insonorizados. Parte del edificio se expuso hace siete años en la Bienal de Arte de Venecia, lo que le valió al artista el León de Oro.
La muerte y la decadencia son temas habituales para Schneider, que por ahora sólo ha conseguido exponer muertos artificiales.
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