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23 » Apr 2010 Techos de Nueva York convertidos en huertas y granjas

Andrew Cote trepa por la escalera de incendios de un edificio del East Village: sobre el techo se encuentra una de las 250 colmenas de las cuales se ocupa este profesor de literatura japonesa, que es también granjero urbano, una actividad en plena expansión en Nueva York.
Cote, de unos 40 años y que preside la Asociación de apicultores de Nueva York, tiene motivos para celebrar: tras 11 años de prohibición (la infracción era pasible de una multa de 2.000 dólares), la ciudad acaba de autorizar nuevamente las colmenas, y los apicultores van a salir de la clandestinidad.
"En un momento en el cual la alcaldía quiere plantar un millón de árboles, nuestras abejas se encargan de la indispensable polinización, limpian entonces el aire, y además producen una excelente miel hipoalérgica, 45 kg por colmena y por año", dijo este entusiasta.
Andrew Cote asegura tener cada vez más pedidos de instalaciones de colmenas en los techos y prepara un curso para un centenar de aspirantes a apicultores. Se le puede ver vendiendo su miel en el mercado de Tompkins Square (sudeste), como decenas de otros apicultores que frecuentan los mercados del domingo, en Union Square (sur de Manhattan) o Chelsea (este).
En la otra punta de Manhattan, en el lujoso barrio Upper East Side, Eli Zabar, dueño de la "Vinegar Factory", una tienda de comestibles fina, inspecciona su "campo" de tomates, instalado sobre el techo de uno de los edificios de esta antigua fábrica de vinagre comprada en 1991.
"Tengo hojas verdes, higueras, hierbas aromáticas, remolachas, frambuesas, un poco de flores", explicó el más joven de los hermanos Zabar, dinastía neoyorquina de comerciantes de origen ucraniano.
"Los invernaderos son calentados por los hornos de la panadería y de la pastelería, y de esta forma reciclo un calor que de otra forma se perdería en la atmósfera", explica Eli Zabar. "Los invernaderos me permiten proponer en la tienda y el restaurante productos que crecieron sin pesticidas, son cosechados maduros y no fueron transportados en camiones refrigerados. Tienen mucho mejor gusto, a precios competitivos", aseguró.
"Y según la hora del día, mis campos tienen aroma a galletas, croissants o pan", añadió sonriendo.
El 50% de lo que se vende en la tienda proviene de los cultivos del techo.
De Manhattan a Brooklyn, las granjas urbanas se multiplican. Ya sean plantaciones sobre los techos, jardines comunitarios (600 en Nueva York) con calabacines y albahaca, o patios traseros transformados en huertos por algunos restaurantes, el fenómeno se propaga.
"Planyc 2030", programa lanzado en el Día de la Tierra 2007, quiere convertir a Nueva York en el campeón estadounidense del desarrollo sustentable, prevé reducciones fiscales para los promotores que instalen "techos verdes".
Y el Departamento de parques experimenta actualmente en la isla Randall, en el noreste de Manhattan, 16 sistemas diferentes que podrían ser instalados en techos de escuelas, hospitales u otros edificios públicos.
"Se trata de revestimientos de mantillo y plantas que protegen los techos, aíslan a los edificios del calor, absorben el agua de lluvia y atraen a la vez mariposas y abejas", explicó John Robilotti, arquitecto paisajista y jefe del proyecto del departamento, a la AFP.

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