Un mundo superpoblado, contaminado y en crisis no puede darse el lujo de ignorar la arquitectura, dijo Rafael Viñoly, creador del nuevo aeropuerto que se inaugura este mes en Montevideo.
Desde su estudio tipo "loft" en el barrio Soho de Manhattan, Rafael Viñoly, 65 años, nacido en Uruguay y formado en Argentina donde se graduó, dirige proyectos con obras en Estados Unidos, Asia, Medio Oriente y Europa.
Entre ellos acaba de diseñar la reconversión de estructuras industriales como la fábrica de azúcar Domino en Brooklyn o de las usinas eléctricas de Battersea en Londres, inmortalizadas en un álbum de Pink Floyd. Viñoly está además proyectando tres importantes hospitales universitarios en Estados Unidos (Chicago, Pensilvania y Stanford en California), la Corte Suprema de Nueva York y una gran universidad en los Emiratos Árabes Unidos. En entrevista con AFP, en vísperas del inicio de operaciones del aeropuerto de Montevideo el 15 de diciembre, Viñoly dio su visión sobre la arquitectura y explicó el significado que buscó imprimir al diseño de la terminal aérea.
"La arquitectura -dice- aunque uno fuera ciego la tiene que sufrir, y el entorno físico para un arquitecto implica un enorme nivel de responsabilidad". Según Viñoly, "muy pocos países se han tomado en serio" la importancia de la arquitectura y el urbanismo.
Cita como modelos la ciudad de Chicago en Estados Unidos o el caso de Brasil, que según él es el líder en América Latina. Esa carencia, opina, "es una falla de la profesión, que no ha hecho una cultura de información sobre el fenómeno arquitectónico, que debería ser similar a lo que es la higiene en medicina". "En secundaria hay cursos sobre prácticamente todo, pero no de arquitectura, no está en los programas", deplora. Hay que formar a los ciudadanos "sobre cómo funciona el espacio, la historia de la construcción de la ciudad donde uno vive y la participación del público en el diseño, que tiene implicancias sociales". La necesidad de sensibilizar a la gente acerca de la función social de la arquitectura -insiste- es tanto más indispensable cuanto el mundo se vuelve más poblado y contaminado. Con su diseño de leve ondulación, que apenas irrumpe en el suave relieve local, el aeropuerto de Montevideo -explica- pretende hacer eco a las características del Uruguay.
"Uno de los problemas y virtudes importantes del Uruguay es la modestia", ironiza. "La primera imagen que se tiene al llegar al aeropuerto, y que es la última cuando uno se va, es la de un lugar con inspiración natural, una conexión con su paisaje muy particular, con un sentido de integración y de capacidad de imaginación latente en la cultura uruguaya por muchos años."
"Es un país que no tiene pretensiones de predominancias, sino condiciones muy bien balanceadas entre territorio, la gente que lo habita, el nivel educativo que esa gente tiene y la historia institucional del país". Aunque según Viñoly la creatividad en Uruguay quedó aletargada a partir de los años 60, asegura que "tiene la oportunidad de ser un lugar donde la gente busca condiciones de vida muy especiales, únicas en un mundo en convulsión. Un lugar donde uno puede pensar en educar a los hijos, vivir un tiempo largo. Hay poquísimos lugares así en el mundo."
El país, opinó, debe "desarrollar una sociedad culta con una gran idea de la importancia de la información. Uruguay puede ofrecer capacidad creativa".
Según Viñoly, "Montevideo es potencialmente parte de una ciudad más grande. La ciudad en sí misma está toda volcada hacia el Este y hay que revalorizar la Ciudad Vieja y el centro". Apostar todo al desarrollo de centros comerciales, dice, fue un error. "Hay que hacer que el centro sea un lugar más atractivo, redefinir cómo funciona". Pero, acota, "esas son las ventajas de un país chico: se puede cambiar". (AFP)
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