... escapar de sombra de su padre
Por Thomas Maier desde Berlín
De la agencia DPA
El arquitecto y urbanista alemán Albert Speer cumple 75 años este miércoles y lo hace intentando escapar aún, tantos años después, de la sombra de su padre, Berthold Konrad Hermann Albert Speer, el arquitecto predilecto de Adolf Hitler y ministro de Armamento durante la Segunda Guerra Mundial (1939-45).
De hecho, Albert Speer, famoso sobre todo por sus proyectos en la Exposición Universal de 2000 en Hannover, la Ciudad Internacional del Automóvil de Shanghai y el complejo para los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, sólo tiene un deseo de cumpleaños: que los medios de comunicación y la opinión pública dejen de relacionarlo inmediatamente con su padre. Sin embargo, sabe que eso es algo muy difícil y que aunque pertenezca a una larga saga familiar de arquitectos, su padre, condenado a 20 años de prisión en los juicios de Núremberg y muerto en libertad en 1981, marcó la historia familiar para siempre.
Pero haciendo caso omiso al peso de la historia, Albert Speer, nacido en Berlín en 1934, se decidió por la profesión de su padre, ejercida anteriormente por su abuelo y su bisabuelo, y logró hacerse un nombre muy respetable en el mundo de la arquitectura mundial. Ganó su primer premio internacional en 1964 y fundó el despacho de arquitectura AS&P (Albert Speer & Partners) en Fráncfort del Meno.
Poco después, su despacho se convertía en uno de los más grandes del país y de los más importantes de Europa, con cerca de 120 empleados.
El prestigioso arquitecto desarrolla desde entonces planes de remodelación urbanística para ciudades como Colonia y Fráncfort y diseña incluso ciudades enteras para unas 400.000 personas. Desde su despacho intenta llevar su ideología arquitectónica a todos los rincones del planeta. Básicamente trata de llevar a cabo un urbanismo más sostenible y respetuoso con el medio ambiente, que emplee superficies menores y exija un menor gasto energético.
En Europa, Asia o África, en opinión de Speer, en todos los lugares puede construirse de forma inteligente.
El viejo continente tiene sin embargo la ventaja de que en él, las ciudades, siguiendo el modelo de la "polis" griega, se ha conservado mejor la esencia de la estructura urbana. Sin embargo, en gran parte de ellas se han construido demasiadas urbanizaciones y parques industriales y de ocio en los alrededores acabando con el equilibrio existente entre la ciudad y la naturaleza.
Por ello, Speer, miembro de la Academia alemana de Urbanismo y Planificación regional desde 1970 y profesor de urbanismo en la ciudad de Kaiserslautern, exige desde hace tiempo que se deje de construir en el extrarradio de las ciudades.
Desde su punto de vista, el ser humano tiene que poder volver a realizar toda su vida en el mismo espacio: desde vivir y trabajar hasta comprar y disfrutar del tiempo libre.
Para ello, AS&P se ocupa, entre otros proyectos, de reconvertir antiguas áreas industriales enclavadas en las ciudades, o estaciones abandonadas, como en Múnich, en modernos edificios de viviendas u oficinas. Además, desde hace tiempo, Speer y sus compañeros muestran un compromiso con la construcción de ciudades más sostenibles en Nigeria, Arabia Saudí, Egipto y China, entre otros.
Hace días recibieron el encargo de desarrollar un plan para El Cairo como ciudad para grandes eventos deportivos. En China, su despacho está trabajando en un proyecto de "ciudad ecológica" en Changchun, en el norte del gigante asiático.
En 53 kilómetros cuadrados ha de erigirse una urbe modelo en la que viva medio millón de personas.
Cada una de las seis parte de la ciudad ha de tener su centro con todos los servicios necesarios.
Que los arquitectos alemanes no puedan trabajar ya en países gobernados por dictaduras es, en opinión de Speer, que a sus casi 75 años ya sólo trabaja prácticamente como "director creativo" en su despacho, sólo una tontería. "Como alemanes no deberíamos permitirnos decir a los demás cómo tienen que vivir", defiende.
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