Días atrás, paseando por Buenos Aires, pasé por Notorius, un punto siempre obligado para quienes viajamos del interior a la capital para escuchar buena música, tomar buenos tragos y pasar un momento inolvidable.
Cuando quise entrar a la confitería ví que todo estaba cerrado. Solo estaba el vendedor de cds, adelante del local, quien no sabía muy bien qué pasaba pero que intuía que algo malo se venía.
Y lo malo llegó: se anunció su cierre. Lo acabo de leer en una nota de la agencia DyN que reproduzco a continuación. Una pena, una lástima: hemos perdido un sitio cultural de excelencia. (Horacio Lara)
OTRO LAGRIMON QUE LASTIMA A LA CULTURA Y QUE INVITA A PENSAR: CERRO NOTORIOUS
Por Adrián Villegas , de la agencia DyN
Ya anda triste y demasiado aburrida la Avenida Callao al 900. Esa callecita ya no tiene ese no se qué ¿vio?, podría quejarse Piazzolla con toda razón. Incluso llegó a afectar esas tradicionales juntadas, la mayoría de estudiantes secundarios o universitarios, de la Plaza Rodriguez Peña, justo enfrente de donde, hasta hace unos pocos días, visitaban Notorious, otro bastión cultural que cerró abruptamente sus puertas erosionado por la crisis económica y en los últimos meses por una merma de público, a causa de la devastadora gripe A.
La casa metabolizó oficialmente la pérdida -otra más que es incontestablemente irreparable- mediante un comunicado cuyo contenido es corto, preciso, rotundo y emocionante: "Larga vida a la música, cualquiera sea su forma".
Al menos por fuera, prefirió ese mensaje paradojalmente optimista a la queja, el enojo e incluso la furia que buena cabida (y acogida) hubiesen captado. De Notorious se pueden decir un montón de cosas y contar otra montaña de anécdotas. Pero lo que todavía no se puede asimilar es su desaparición, su ahora injusta y angustiante inexistencia.
Y menos la impotencia que provoca el silencio que, hasta hace casi nada, se encontraba inundado de la mejor música y de los mejores conciertos.
También resulta irritante y desalentador que desde su bajada de persiana nadie saliera seriamente al ruedo para ver de qué manera -si es que la hubiera, que sí la debe haber, por supuesto- podría rescatarse un reducto histórico que frecuentó toda o casi toda la gente del ambiente musical, artístico y del espectáculo en general.
Sin olvidar esa gente de menores o nulos recursos que allí, y solamente allí porque otro lugar no había, conseguía canalizar su amor por la música, sus arrestos melómanos o, en el caso de los eruditos de ocasión, tener a mano y poder escuchar los mejores y más calificados catálogos de casi todos los géneros, especialmente el jazz.
Si bien se trataba, técnicamente, de un lugar privado, en rigor se manejaba como un ministerio público de la música en el cual, por una mínima consumición, cualquier tipo de gente podía tener acceso por todo el tiempo que se le antojase, a ese inmenso e inabarcable universo que no sólo enriquecía los oídos sino que la dotaba de un bagaje educativo que ninguna universidad era capaz de brindar.
La baja de Notorious arrastra la más ilustre movida de jazz, como así también las variantes más sofisticadas de la música popular actual. Fue, de hecho, como club de jazz, una de las sedes del reciente Festival de Buenos Aires, que tuvo una formidable repercusión nacional y también internacional.
El establecimiento contaba con una disquería pletórica de exquisito material, en muchos casos exclusivo e inconseguible en cualquier otro sitio y un avanzado sistema digital que permitía escuchar más de 60 mil temas, ordenados por título, género, autor e intérprete.
Pasando el sector de escucha, yacía un elegante bar-restaurante y un salón de conciertos de cien sillas con vista a un espacioso jardín, que en los últimos años había hecho refacciones de sustancial ampliación del escenario (resignando capacidad de público, es decir, sacrificando dinero en favor de la calidad del espectáculo) para que los músicos pudieran desarrollar el trabajo a sus anchas.
Por ese templo musical desfilaron muchísimos y tremendos artistas. Por citar apenas a algunos, Jorge Navarro, Ernesto Jodos, Paula Schocrón, Walter Malosetti, Guillermo Zarba, Emilio de la Peña, Alejandro Manzoni, Soledad Villamil, Diane Denoir y noveles proyectos que se promovieron en su momento y que hoy son consagradas figuras.
A su vez, Notorious fundó su propio sello discográfico, MDR, que editó a gente del fuste de Raúl Barboza, Manolo Juárez, Quique Sinesi, Escalandrum y Norberto Minichilo.
Con todo esto, mucho perturba que no haya habido, al menos de momento, un mínimo gesto de estructuras privadas u oficiales, primero para manifestar lamento y enseguida -tal como se refirió- en procura de buscar algún camino o atajo posible en pos de su reapertura. La cultura argentina merece mucho mejor destino. Pero parece que todos siguen embobados y anestesiados con ShowMatch. No. A no confundirse y a no confundir: Tinelli no tiene la culpa de nada ¿eh?
Notorious fue y sera para mi un lugar especial. Del 18 de noviembre del 2008 a ese lamentable 7 de julio donde se terminó todo, trabajé en la barra.
Y pude disfrutar de la música en vivo como nunca antes lo habia hecho. Claro, el jazz no me gustaba y ahora al menos conozco un poco el género.
Lugar para el despeje de varios, ya no lo veia como mi lugar de tabajo sino como mi lugar de esparcimiento.
Largas noches de jazz de alto vuelo y presentaciones poco más que atractivas.
Con Notorious se fue gran parte de la cultura de la Ciudad.
Aunque ahora parece que un grupo llamado RANDOM lo recuperó y en poco tiempo lo tendremos de nuevo. Eso me alegra mucho.
Saludos Horacio. Creo haberte visto ese dia que entraste y te sorprendiste. Creo que eras vos, aunque no estoy del todo seguro. Te dejo mi mail asi seguimos en contacto.
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