El artista italiano Michelangelo Pistoletto protagoniza su performance "Twentytwo less two".
Por Britta Schmeis desde Venecia
El director de la Bienal, Daniel Birnbaum, ya había anunciado que con su lema "Fare Mondi" (Crear mundos) quería mostrar en la 53 edición que el arte tiene en cada país una importancia y una función distintas. La Bienal quiere dejar de ser una muestra de naciones que presentan a sus mejores artistas, y por eso la exposición, que abre sus puertas al público el domingo (hasta el 22 de noviembre) es todo menos un cuadro unitario.
La escultura norteamericana Bruce Nauman frente a una de sus obras, "Fifteen pairs of hands".
Junto a exhibiciones clásicas de uno o varios artistas como en los pabellones belga, español, israelí o surcoreano en los Giardini, los jardines de la Bienal, algunos países han entendido sus pabellones realmente como espacios de arte unitarios que incluyen al visitante. Un ejemplo de ello es "The Collectors", el aporte de los países escandinavos y Dinamarca, organizado por el dúo de curadores Elmgreen & Dragset.
Frente al pabellón danés, que parece un bungalow de los años 70 con enormes ventanas, hay un cartel de "Se vende". Dentro se ve una casa de estilo moderno que ha sido abandonada. Los muebles del living están cubiertos con sábanas blancas, la enorme mesa está puesta aún para una comida y junto a la puerta batiente espera una empleada doméstica (dorada) vestida de negro y con delantal y cofia blancas.
El vecino Pabellón Nórdico (Suecia, Finlandia y Noruega) es aún más moderno y vivo: sobre el escritorio hay un cigarrillo aplastado, en la cocina queda una cafetera usada y en los muebles haraganean jóvenes que tipean mensajes en sus celulares o toman sorbos de sus bebidas -todos ex amantes del dueño de casa, que flota muerto en la pisicina frente al pabellón-. Se trata de una obra colectiva de varios artistas en la que el visitante tiene un papel central, pues va recorriendo y experimentando las estancias.
Una instalación del artista israelí Shlomo, frente a la isla San Giorgio.
El canadiense Mark Lewis presentó su filme "Cold Morning".
El pabellón alemán en cambio está ocupado por el artista británico Liam Gillick, que muestra una sencilla cocina de pino inacabada. Allí un gato disecado juguetea con una sustancia extraña que surge de un armario.
Gillick se inspiró en el edificio de 100 años reformado por los nazis en los años 30 y confrontó una arquitectura autoritaria con una democrática, según explicó el curador Nicolaus Schafhausen. Otros países apuestan por lo seguro: El pabellón británico muestra una película -eso sí, nueva- con Steve McQueen, titulada "Giardini", mientras que Estados Unidos trae al consagrado Bruce Nauman, entre otros con sus típicas cabezas y frases de neón. Israel homenajea a su vez al artista Raffi Lavie, muerto en 2007, exhibiendo en los dos pisos del pabellón sus coloridos cuadros influenciados por Paul Klee, Jean Dubuffet y Robert Rauschenberg.
El antiguo Pabellón Italia sigue convertido, como en los últimos años, en el "Palazzo delle Esposizioni" con espacio para numerosos artistas. Según el deseo de Birnbaum, permanecerá abierto con exposiciones todo el tiempo.
Desde Brasil llegó a Venecia Delson Uchoa.
Una de las obras del pabellón chileno.
Por toda Venecia hay además repartidas numerosas exhibiciones a menudo muy originales pero difíciles de encontrar. Ucrania por ejemplo se presenta en un hermoso 'palazzo' del Canal Grande con la muestra "Steppes of Dreamers" (Pasos de los sueños), curada por el campeón de boxeo Vladimir Klitshko.
La muestra se reparte por todo el palacio y hace intervenir a los sentidos con niebla, sonidos envolventes, juegos de luz y una patinadora real que recorre los salones.
La obra fue creada por el ucraniano Illya Chichkan y el japonés Mihara Yasuhiro.
El objetivo de Ucrania es que "la gente diga que ésta fue 'a smart show', una muestra inteligente", afirma Peter Doroshenko, del PinchukArtCentre, que forma parte de la organización. Un deseo que muchos de los visitantes de la Bienal comparten.
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www.labiennale.org
De Chile, otra obra.
Un trabajo del artista israelí Raffi Lavie.
Fotos: agencia AP
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