Por ANDREA RODRIGUEZ desde LA HABANA
De la agencia AP
Un ``Che'' Guevara de rompecabezas yace en un rincón. Más allá una instalación de puertas que no llevan a ninguna parte y héroes de la historia estadounidense modelados de guías telefónicas dominan la pared contraria.
Pese a todos los obstáculos políticos el muy irreverente arte del barrio neoyorquino de Chelsea finalmente desembarcó en Cuba.
Por primera vez en más de dos décadas los cubanos podrán ver lo más novedoso de la plástica estadounidense en una exposición colectiva que amenaza con desencadenar un intercambio entre dos países vecinos distantes, cuyas miradas sobre los asuntos del mundo son absolutamente contrapuestas.
Se trata de ``Chelsea visita La Habana'', una muestra de 39 piezas (pintura, escultura, instalaciones) de 33 artistas que representan 28 galerías de uno de los más importante distritos de arte neoyorquino. Aunque abrirá sus puertas el 28 de marzo en el Museo de Bellas Artes de esta capital, donde permanecerá hasta el 17 de mayo, dos semanas antes curadores y artistas ya comenzaron a desempacar y montar las obras.
``Traer esta muestra de Chelsea a La Habana es un primer paso para el diálogo'', dijo a la AP Alberto Magnan, dueño de una de las galerías participantes y principal organizador de la exhibición, que entre trámites y permisos representó un desafío en las dos naciones, pues no tienen relaciones desde hace cinco décadas.
``El arte es una manera increíble de acercar a los dos países'', afirmó apasionado este hombre de 47 años, él mismo un puente entre ambos escenarios: nació en Cuba y a los cinco años se mudó a Estados Unidos. Otra singularidad: las obras viajaron directamente desde La Florida y en un barco pese a las sanciones impuestas por Washington a la isla que prohiben la navegación entre uno y otro punto. ¿Cómo hicieron? Aprovecharon un carguero que traía alimentos, la única excepción que se admite al embargo. Una veintena de los expositores vendrán personalmente para la inauguración, plato fuerte de la X Bienal de Arte de La Habana, prevista del 27 de marzo al 30 de abril, indicó Abelardo Mena, curador internacional del Museo de Bellas Artes y contrapartida local de Magnan en esta aventura.
``Es un sueño que acariciamos... Hace 23 años que no se ve una colectiva norteamericana aquí'', dijo Mena al tiempo que daba indicaciones a sus trabajadores.
Según el curador, será una oportunidad para que los creadores cubanos puedan ponerse en sintonía con las tendencias más actuales e incluso comparar sus trabajos. ¿Cuáles son algunas de las diferencias entre las producciones locales y las de los invitados?
``En las piezas que traen los estadounidenses hay un uso enorme de la tecnología, el acabado es industrial, hay mucho 'chiste visual', los elementos políticos son superficiales y se observa la gran subjetividad de los artistas'', comentó Mena. Aunque la distancia geográfica es de apenas 150 kilómetros, las sanciones impuestas por Estados Unidos en los años 60 buscando forzar un cambio en el sistema comunista de la isla limitó los contactos.
El embargo fue endurecido con la administración del ex presidente George Bush, quien restringió más los viajes familiares y el envío de remesas imponiendo severas multas a los estadounidenses que vinieran a Cuba. Además se cortó la entrega de visas a artistas cubanos interesados en viajar a Estados Unidos.
Recién ahora, con la llegada a la Casa Blanca de Barack Obama, los legisladores en Washington aliviaron las restricciones de viaje, para muchos analistas una señal de que podría haber un paulatino renacimiento en las relaciones.
Tanto Magnan como Mena expresaron su esperanza de que a partir de este arribo de ``Chelsea'' a la isla se abra una suerte de ``puente'' para que artistas de uno y otro país realicen estancias de creación y se conozcan.
Jade Townsend, de 31 años, puede ser un ejemplo de lo porvenir: formó parte de la avanzada de los plásticos que participarán en vivo y directo de la inauguración.
Aunque su instalación ``Larga distancia'' está casi armada, él insistió en los detalles. ``Una casa que se expande, llena de puertas que se deben cruzar'', explicó el artista, quien no habla una gota de español ni conocía Cuba, y para quien esta obra es una metáfora de la vida, el dinero y el poder.
``He visto un poquito de arte cubano, quiero ver mucho más. Lo que vi es increíble'', dijo a la AP mientras, taladro en mano, ajustaba un picaporte.
``El uso de materiales en Cuba es notable. Además en Estados Unidos todo el mundo es muy comerciante y hace arte para vender. Aquí se puede vender pero no se hace para vender, eso es algo que debo aprender de ellos''. Unos metros más allá se instaló una caricatura de la ex candidata presidencial republicana Sara Palin (``Granja de Animales'' de Tim Rollins), casi vecina de otra sugestiva obra llamada ``Castrobama'', de Padraig Tarrant, que muestra los perfiles contrapuestos de Fidel Castro y Obama en una sola pieza, tal vez un ejemplo de cómo el arte puede adelantarse a la política.
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