Nefertiti recuperó hoy su posición de reina absoluta de Berlín en elNeues Museum, su primer emplazamiento tras ser descubierta por arqueólogos alemanes en 1912, destruido por los bombardeos de la II Guerra Mundial y recuperado ahora tras una costosa rehabilitación.
El busto más codiciado del mundo regresó así a su lugar en la Isla de los Museos, el primero desde donde fascinó al mundo, después de un largo peregrinaje por domicilios provisionales.
La Reina del Nilo, de unos 3.500 años de antigüedad, superó su reestreno, de nuevo sepultada por cientos de flashes de cámaras y equipos de televisión de todo el mundo, a la espera de que mañana la canciller Angela Merkel inaugure oficialmente el recuperado Neues Museum.
El camino de Merkel hasta el museo será menos largo que el recorrido que hizo el busto desde Egipto a Europa, primero, y por distintos emplazamientos en Alemania, después.
La canciller y su esposo, el catedrático Joachim Sauer, viven enfrente del museo de Pérgamo, también en la Isla.
Nefertiti y la estatua de su esposo, el faraón Akenaton, serán ahora sus vecinos, junto con el total de 35.000 piezas y 60.000 papiros que forman la colección del Museo Egipcio, repartidos entre las salas de exhibición y depósitos del Neues Museum.
A la reina se le ha reservado un espacio de honor, bajo la cúpula del ala norte del museo, que sí sobrevivió a los bombardeos. En las restantes tres plantas se distribuirán las otras piezas, incluido Akenaton, envuelto entre sarcófagos, relieves, joyas y papiros.
La recuperación del edificio, arrasado por los bombardeos sobre el Berlín del Tercer Reich entre 1943 y 1945, costó 200 millones de euros.
El encargo recayó en el arquitecto británico David Chipperfield, quien optó por dejar al aire los estragos del tiempo y no maquillar siquiera los balazos que quedaron en su superficie.
Por las mismas razones que a ningún restaurador se le ocurrió "recomponer" el ojo izquierdo de Nefertiti, a Chipperfield no le pareció oportuno llevar a cabo una reconstrucción piedra a piedra.
Lo que se comieron las bombas fue sustituido por nuevos materiales piedra natural, hormigón y finas maderas escandinavas, ensamblado con las ruinas y partes originales que sí sobrevivieron.
De la escalinata construida en 1843 por FriedrichAugust Stüler, flanqueada por frescos de Wilhelm von Kaulbach, no quedó nada en pie y en su lugar Chipperfield diseñó una imponente réplica en piedra blanca desnuda, sin sombra de clasicismo.
Para los adoradores de las reconstrucciones fieles será una perversión, pero desde que el museo reabrió sus puertas seis meses atrás, con las salas vacías, el creativo homenaje a la ruina y la cicatriz de Chipperfield se ha ganado el elogio general.
Al preestreno del edificio siguieron meses de acondicionamiento interior y hace una semana se produjo el último proceso de embalaje de Nefertiti, entre grandes medidas de seguridad, a lo que siguieron varios días de aclimatación hasta su presentación.
El Neues Museum reaparece ahora como un bello tributo a los estragos del tiempo.
Y Nefertiti sigue con su inquebrantable poder hipnótico, da igual en cuántos museos y vitrinas se la haya visto con anterioridad.
Fotos: AP