Agatha Ruiz de la Prada llegó al jardín del Claustro de Santa Bárbara, en Colombia, y empezó a desplegar su inconfundible paleta de colores para inundar de flores y corazones esta parte del mundo.
En edificio, construido en 1914 y ubicado en el barrio Usaquén de la capital colombiana, la diseñadora española se sinceró ante la prensa: "Me pidieron que 'agathizara' el claustro, vine a verlo y entonces vi una Virgen en medio, en un sitio muy romántico, y dije: lo primero que hay que hacer es poquísimo, porque (...) hay que tener muchísimo cuidado, sobre todo con las cosas de la Iglesia. Entonces se me ocurrió que lo mejor era hacer un trajecito de flores naturales".
Así, coralitos, gazanias, petunias, violas y zulias dejan de ser flores para transformarse en grandes estrellas, corazones y ositos, en un derroche visual de colores.
Y en el centro del claustro, la metáfora de este proyecto: una figura de la Virgen, rodeada a sus pies de corazones de colores.
"Es un minimalismo colorista, alegre, y no he querido que hubiera nada más que las flores, que es una cosa muy de la Virgen. Yo creo que he sido muy respetuosa y a la vez muy Agatha", añadió a la prensa del lugar.