Una exhibición inaugurada esta semana en el museo Quai Branly de París recibe al visitante con esta advertencia: "Esta exhibición de cerámica mochica muestra actos sexuales de carácter explícito''.
Pero el extraordinario testimonio gráfico de la civilización mochica, una cultura precolombina del Perú, no trata sobre el placer físico ni la procreación, dice el curador de la muestra.
Los actos sexuales evocan los ritos y sacrificios humanos que acompañaban la muerte de dignatarios. La historia que relatan sobre el poder de la elite que los practicaba tiene paralelismos con la vida moderna.
"Sexo, muerte y sacrificio en la religión mochica'', que permanecerá abierta hasta el 23 de mayo, trae a Europa por primera vez 134 cerámicas eróticas del Museo del Larco en Lima.
Los mochica vivían en la costa norte del Perú actual entre los siglos I y VIII de nuestra era. Este pueblo andino tenía un estado, construía ciudades, erigía monumentos complejos y tenía centros especializados en la producción de textiles, metales y cerámica.
Las piezas están en exhibición en el museo antropológico Quai Branly, cuyas muestras recientes incluyeron una indagación en el antiguo Teotihuacán de México y un homenaje a la literatura y cultura africanas.
Se le pide a quien visita la muestra mochica que vea más allá de la naturaleza gráfica de las piezas, tales como un enorme pene usado para verter líquidos o la mueca de una mujer a la que se obliga a realizar sexo oral.
Algunas de las piezas son violentas y perturbadoras, pero no a la manera de la pornografía o algunos artistas modernos.
No reflejan escenas de la vida cotidiana, explica el catálogo.
El curador Steve Bourget, un profesor de la Universidad de Texas que ha dedicado su carrera al estudio de los mochica, opina que se trataba de ritos o sacrificios: ceremonias sangrientas y despiadadas, pero controladas hasta en sus mínimos detalles.
Algunas piezas son casi reproducciones anatómicas: el artista mochica busca retratar claramente y con todo detalle la naturaleza de cada acto.
Fotos: AP