Un sueño brasileño que Niemeyer ayudó a diseñar en concreto cumple 50 años
Por Aldo Gamboa
Brasilia, con su formato de un pájaro en vuelo, constituye el símbolo del antiguo sueño brasileño de unión e integración nacional, y a sus 50 años, es una obra mayor que el arquitecto centenario Oscar Niemeyer ayudó a definir y diseñar con líneas sinuosas y concreto armado.
Obra conjunta del urbanista Lúcio Costa, el paisajista Roberto Burle Marx y Niemeyer, la capital brasileña que festeja su cincuentenario esta semana nació ya innovadora, diferente de todas las otras ciudades del país, pero fueron los edificios futuristas del arquitecto nacido en 1907 los que la tornaron instantáneamente famosa.
Los edificios que dotaron a Brasilia de su prestigio fueron surgiendo de a poco, pero el modernista predio del Congreso, con sus semiesferas invertidas y avenidas pasando por el techo, así como la monumental Catedral se convirtieron de inmediato en íconos del país.
El Palacio de Planalto (originalmente llamado Palacio de los Despachos), sede de la Presidencia, fue uno de los primeros en ser finalizados, con sus arcadas de mármol que parecen mantener el conjunto apenas apoyado sobre el piso.
Más tarde surgieron el Palacio de Itamaraty, sede de la Cancillería, que parece flotar en un pequeño estanque, y más recientemente el Museo Nacional de la República, con su diseño que recuerda el planeta Saturno, ambos situados junto a la gigantesca avenida llamada Eje Monumental.
En todos ellos, con sus curvas que parecen desafiar la gravedad y sus estructuras de concreto, es característico el trazo de Niemeyer, dotando al conjunto de una enorme diversidad en medio de los amplios espacios vacíos.
Al llegar a Brasilia en 1961 y divisar los edificios diseñados por Niemeyer, el cosmonauta ruso Yuri Gagarin exclamó: "Tengo la sensación de estar desembarcando en un planeta diferente, no en la Tierra".
Enclavada a más de 1.000 metros sobre el nivel del mar y en el centro de un árido altiplano, Brasilia era una ilusión que habitó la imaginación nacional desde mediados del siglo XIX, cuando surgieron las primeras propuestas de llevar la capital lejos del litoral marítimo, al interior casi despoblado.
El propio nombre, Brasilia, data de documentos oficiales de 1823, y la primera Constitución republicana de Brasil, de 1891, ya preveía la salida de la capital federal de Rio de Janeiro para ser instalada en el centro del país.
Finalmente, en 1955 el presidente Juscelino Kubitschek inició el proceso para la construcción de la nueva capital. El proyecto fue aprobado en 1956 y de inmediato comenzaron las obras, hasta que la nueva ciudad fue inaugurada el 21 de abril de 1960.
Paneles instalados en diversos puntos de la ciudad mostraron en los últimos meses el conteo regresivo hasta el 21 de abril de 2010, día del cincuentenario; pero una rápida mirada alrededor permite ver las dificultades que la capital-monumento enfrenta.
Diseñada para tener apenas 600.000 habitantes en el año 2000, Brasilia llegó a 2009 con 2,6 millones de pobladores, más las llamadas "ciudades satélites" en su entorno.
El Palacio de Planalto cerró sus puertas este año pasa ser sometido a una profunda remodelación, proceso que Niemeyer acompañó minuciosamente y vigiló en cada detalle, desde las dimensiones de los ascensores y localización del estacionamiento hasta el color de las alfombras.
Aunque Niemeyer sigue muy activo a sus 102 años, dos de los tres miembros del trío fundamental responsable por Brasilia fallecieron: Burle Marx en 1994 y Costa en 1998.
De la agencia AFP